El problema no solo era Valer

El problema no era Valer. Tampoco es solo Castillo. El problema es el debilitamiento institucional que pesa sobre nuestro país y al que solo queda alimentarlo de participación ciudadana contundente que recuerde que el poder emana del pueblo.
La pluma insumisa
Amire Ortiz
Amire Ortiz
amire.ortiz.arica@gmail.com
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Nuevo gabinete y sentimientos de inconformidad permanecen en la población, sobre todo en aquella que depositó la confianza en Pedro Castillo por lo que sería un gobierno del pueblo para el pueblo y ve de todo menos eso. El gabinete Valer nació muerto y no avizoraba una mínima cuota de respaldo popular por la crítica a lo que representaba el propio premier y más de uno de sus integrantes.

En esa línea, si el ser agresor de mujeres era uno de los puntos de quiebre para respaldar a Valer, hoy nos queda claro que ese no era precisamente el tema que hizo reflexionar al presidente, pues, caso contrario, otra hubiera sido la designación del ministro de Transportes Juan Silva con denuncia por violencia familiar y el de Defensa, José Luis Gavidia sobre quien también recae una denuncia por violencia familiar en agravio de su cónyuge y consideró indignantemente que la violencia es un asunto personal.

De igual modo, mientras hace unos meses el debate social era si debería denominarse Ministerio de Cultura o De las Culturas, hoy tenemos un ministro abiertamente racista y discriminador que no garantiza que el proceso de reivindicación a nuestra escencia multicultural se haga efectiva.

Pero, por si fuera poco, tenemos como ministro del interior a Alfonso Chávarry, responsable de la desarticulación de divisiones de la PNP de lucha contra el crimen organizado y quien habría sido denunciado por estar presuntamente vinculado a delitos asociados al narcotráfico y también por abuso de autoridad, lo cual genera válida desconfianza sobre la no consideración de la necesaria reforma de la policía como parte de un proceso de fortalecimiento del sistema de justicia en el Perú y la lucha contra la criminalidad. Asimismo, recordar, cuando manifestó de manera intimidante que no había otorgado el permiso para las protestas sociales que se difundía en diversas organizaciones políticas en contra del ejecutivo y legislativo hace unos días, cuando por ley la manifestación y el derecho de participación ciudadana no se encuentra sujeto a permisos previos, ni siquiera en Estado de emergencia.

 

“¿Qué clase de lucha anticorrupción y cambios sustanciales podemos esperar? Tal vez ninguno de los que mínimamente imaginamos”

 

Por otro lado, en el sector Salud, en plena crisis sanitaria y debilitamiento de nuestro sistema público de salud, tenemos al mando a Hernán Condori, quien además de ser anticiencia y promover el uso del dióxido de cloro en atención de la Covid-19 cuenta con una investigación fiscal por delitos de corrupción que habrían sido cometidos a través de presuntas contrataciones irregulares cuando era director de la red de salud de Chanchamayo. ¿Sobre esto, qué clase de lucha anticorrupción y cambios sustanciales podemos esperar? Tal vez ninguno de los que mínimamente imaginamos.

El rumbo de la gestión económica también se disocia de todo lo esperado. Oscar Graham no refleja la reestructuración del modelo económico que se apuntaba construir, que ponga en el centro a la gente y las necesidades principales, como también con el incentivo de una tributación con mayor justicia social para el bienestar colectivo y la promoción de actividades mercantiles que no destruyan nuestro hábitat. La designación es, por el contrario, un giro opuesto a lo confiado por el voto popular y amenaza con el continuismo de un modelo esquivo al pueblo.

La paridad brilla por su ausencia. Sin embargo, si hay algo que podemos saludar y respaldar en este gabinete, es la inclusión de Diana Miloslavich en el Ministerio de Mujer, feminista de amplia trayectoria que al menos ante tanta infortuna realidad nos da una brisa de esperanza de que la lucha de las mujeres no tendrá retrocesos. Pero sabemos que el escenario es difícil y caótico, aunque sabremos que hará la lucha a la interna.

Nuestro sistema político ha colapsado. El problema no era Valer. Tampoco es solo Castillo. El problema es todo el debilitamiento institucional que pesa sobre nuestro país y al que solo queda alimentarlo de participación ciudadana contundente que recuerde que el poder emana del pueblo.