No más indiferencia frente a la violencia de género

Una joven fue grabada por debajo de su ropa en la Municipalidad de Huancayo. Su madre intentó detener al agresor. Nadie más hizo nada. ¿Hasta cuándo la indiferencia?
Columna de Amire Ortiz
Amire Ortiz
Amire Ortiz
amire.ortiz.arica@gmail.com
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Se ha difundido la noticia sobre un hecho ocurrido en las instalaciones de la Municipalidad de Huancayo, donde un sujeto aún no identificado grabó con su celular por debajo de la ropa a una joven. La agresión fue advertida por la víctima y su madre, quien intentó detener al agresor sin éxito, mientras las personas presentes permanecían indiferentes.

El problema de la violencia de género, que afecta principalmente a las mujeres, no se limita al acto cometido por el agresor. También incluye la forma en que la sociedad reacciona ante estos hechos. La indiferencia, la burla o incluso la culpabilización de la víctima son formas de complicidad que impiden una respuesta colectiva ante una problemática social que llega, incluso, a costar vidas.

Muchos podrían pensar que este no es un hecho grave. Sin embargo, la violencia hacia las mujeres debe entenderse de manera integral. Actos que parecen menores son, en realidad, la base de conductas más graves como la violencia física, sexual o el feminicidio. Además, una agresión nunca es un hecho aislado: quien ataca en un caso concreto, muy probablemente lo hace en otros.

“No pasar por alto un acto de violencia —como grabar sin consentimiento— puede salvar vidas, hacer justicia y evitar que más personas sean víctimas”

Un caso que ilustra esto ocurrió en Francia, con Gisèle Pelicot. Tras un incidente como el ocurrido en Huancayo, en el que un hombre fue descubierto grabando por debajo de la ropa de una mujer en un centro comercial, se le confiscó el celular. Lo que parecía un acto menor reveló un horror mayor: el agresor, Dominique Pelicot, drogaba a su esposa —una adulta mayor— para que fuera abusada sexualmente por otros hombres, a quienes contactaba por redes sociales. Ella no tenía conocimiento de nada.

El caso conmocionó a Francia y al mundo. La justicia actuó y todos los involucrados fueron condenados. Este hecho demuestra que no pasar por alto un acto de violencia —como grabar sin consentimiento— puede salvar vidas, hacer justicia y evitar que más personas sean víctimas.

En el caso de Huancayo, las grabaciones de seguridad muestran una escena indignante: un hombre que comete un delito flagrante —violación a la intimidad, según nuestra legislación penal— huye sin que nadie lo detenga, mientras una madre, sola, lucha por impedirlo. Esta indiferencia social refuerza la impunidad y revictimiza.

La violencia contra las mujeres es un problema permanente, agravado por la indiferencia social, el conservadurismo y la falta de voluntad política. Hoy enfrentamos un Congreso que intenta frenar los avances en políticas públicas de protección. En Junín, por ejemplo, el 59,2 % de mujeres declara haber sido víctima de violencia por parte de su pareja (ENDES – INEI 2024). Este dato debe impulsarnos a fortalecer las acciones de prevención y conciencia.

Cada acto de violencia es una alerta. Y ante ello, la acción solidaria no es una opción: es una urgencia.