El forestal César Taype tiene un sueño: plantar un millón de quinuales para conservar el agua y el ecosistema

El forestal César Taype lleva 20 meses implementando su propuesta de forestación con árboles de quinual, una especie nativa de los Andes Centrales, que ha demostrado gran capacidad para la recarga hídrica, explica. Ya sembró 4 mil plantones.
César Taype Matamoros eligió al quinual para su propuesta de forestación
Percy Salomé
Percy Salomé
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Aquí, en las alturas de la comunidad de Paccha, en El Tambo, las plantitas de quinual tienen sus nombres: Ely Karin, Vania, Rafo, Edith, Vladimir…

Son los nombres que sus padrinos les han puesto cuando los plantaron hace casi un año; en marzo de este año. Ocupan tres hectáreas contiguas a los quinuales ya maduros que forman el Bosque Dorado, el atractivo ecoturístico que administra la comunidad de Paccha.

Es un día de mediados de noviembre y César Taype, el ingeniero forestal que impulsa esta plantación con su método “Apadrina un quinual”, ha subido al cerro y verifica si todos los arbolitos han prendido y cómo va su crecimiento. Desgraciadamente algunos no han logrado prender y están secas.

Felizmente este noviembre se presenta lluvioso y eso le da la oportunidad a planear una jornada de recalce. O sea, con los comuneros voluntarios reemplazará las plantas fallecidas por otras nuevas. Unos quinientos arbolitos han muerto. Pero otros tres mil están en pleno crecimiento.

Una plantita de quinua apadrinada. Ya superó su año crítico.

“El primer año después de sembrado es crítico para los arbolitos”, explica César; sobre todo en los meses secos. Por eso, dice, se encarga de hacerles un seguimiento y si es necesarios regarlos en los meses que no llueve, convoca a un grupo de voluntarios y con ellos riega los plantones

Así, en 20 meses que lleva su iniciativa, desde marzo del 2021 “Apadrina un quinual”, ha logrado sembrar 4010 árboles de esta especie nativa, propia de los Andes Centrales. Su meta es sembrar un millón de quinuales en diez años, en toda la región Junín.

“Escogimos el quinual porque tiene gran capacidad de adaptabilidad a las temporadas secas”, dice. Explica luego que esta especie desarrolla un tipo de corteza alrededor de su tallo que le protege del friaje y las heladas. Es su adaptación al clima de la sierra

“Pero sobre todo tiene un gran potencial de recarga hídrica: La planta absorbe por sus hojas la humedad de la temporada de lluvias, la fija y retiene en sus raíces, en el subsuelo”, explica.

Cuando llegue la temporada seca, el arbolito usará la que necesite y si hay excedente de humedad, esta, infiltrada en el subsuelo avanzará hacia las partes bajas, ayudada por la gravedad. 

César Taype verifica el crecimiento de los arbolitos de quinual

 

Así, gota a gota cada plantita aportará agua que más abajo formarán riachuelos que servirán para el agro, el ganado y también para bebida de las personas, explica. Además, la plantita fertiliza el suelo y se convierte en hogar de aves y otros seres de la biodiversidad natural. Embellece el entorno y puede generar un potencial ecoturístico.

César Taype no comparte la mala reputación que se ha ganado del eucalipto, la especie forestal originaria de Australia que abunda en el valle del Mantaro, por su consumo de agua para su crecimiento. 

“No existe árbol malo. Existe una mala planificación de siembra forestal”, afirma. “Cada árbol responde a sus propias características y necesidades de uso. El eucalipto como madera. El pino promueve la producción de hongos y su madera es muy cotizada. Y el quinual para recarga hídrica”, argumenta.

Todo depende de una buena planificación del consenso de las comunidades. Eso sí, “hacemos mal en sembrar indiscriminadamente árboles en cualquier zona”.

Lo bueno es que todos los árboles absorben el CO2 del ambiente y lo utilizan para generar su madera.

El forestal Taype junto a árboles de quinual ya maduros del Bosque Dorado, en Paccha

Apadrina un quinual

El método “Apadrina un quinual” que César promueve, funciona así:

Las personas hacen un aporte voluntario de S/ 10, que sirve para comprar los plantones, darles un seguimiento y mantenimiento por un año, para garantizar que prendan.

En recompensa, un recordatorio hecho son madera reciclada con el nombre que cada padrino decide bautizar a su planita, es colocado en el plantón sembrado. Así, “aumentamos el sentido de pertenencia hacia los árboles nativos y la conservación de nuestros recursos naturales”, dice César.

En 2022, su iniciativa recibió el apoyo de Caja Huancayo, que le ha permitido avanzar en su meta.

Ya grandes, los quinuales se convierten en hábitat de aves y otros de la biodiversidad