Cristian Elguera Olortegui (Tingo María, 1987) estudió Literatura en la UNMSM y realizó su maestría y doctorado en Lenguas y Culturas Ibéricas y Latinoamericanas en la Universidad de Texas en Austin. El año 2020, obtuvo el Premio Copé de Plata en cuento y el 2024 su libro Kénosis. Obra alquímica resultó finalista en el Premio José Watanabe Varas de Cuento. Su primera novela titulada Los espectros fue ganadora del Premio Copé de Oro el año 2023.
En distintas épocas y en todas las culturas han existido grupos de poder que colocan o quitan gobernantes. Se trata de figuras que, desde las sombras, moldean el mundo según sus intereses. Usan como piezas de ajedrez a diferentes individuos. Son fantasmas imperecederos resueltos a todo con el fin de mantener el orden que han diseñado e impuesto. Los espectros (Ediciones Copé, 2025) es una notable novela que trata sobre estos seres y sobre Eudocio Ravines (1897-1979), “el emisario más leal de los espectros” (p.15) en el siglo XX. En esta línea, el libro de Christian Elguera nos remite a otra gran novela peruana: Los eunucos inmortales de Oswaldo Reynoso.
Salta a la vista que el autor ha rastreado, minuciosamente, una serie de libros y documentos para representar el panorama social, cultural y político, sobre todo de las décadas de 1920 y 1930. Elguera se ha sumergido también en las obras de sus personajes históricos más importantes (Ravines, Haya de la Torre y Mariátegui) para dar forma a un universo de ficción coherente y sólido. Como prefería decirlo Vargas Llosa, Christian Elguera se ha empapado de la historia, de la realidad nacional y mundial “para mentir con conocimiento de causa”. Pero detrás de esa gran mentira, detrás de ese universo ficcional, sin dudas, se nos muestra una verdad que todos conocemos y sufrimos.
Elguera ha creado un personaje que es un trasunto de sí mismo. Alberto es un historiador que ha decidido investigar la vida y las acciones más íntimas de Ravines sin saber que esto le traerá consecuencias nefastas maquinadas por los espectros: “No escatimé en gastos, no me importó el divorcio, nunca me arrepentí de abandonar las becas más cotizadas, con tal de descubrir quién era Ravines” (p. 45).
“La novela Los espectros luce una serie de estrategias narrativas que le otorgan mayor dimensión estética al texto”.
El Ravines de Christian Elguera es la encarnación de la traición y el crimen. Es un ser proteico, vil y sin escrúpulos que actúa como un anticomunista rabioso. Es un sicario de los espectros. No obstante, su lado más sensible se aprecia en el vínculo afectivo que tiene con sus gatos. Eudocio Ravines pacta con Haya de la Torre y muestra una relación de amor y odio con José Carlos Mariátegui, a quien admira y envidia por la lucidez de sus ideas y la fuerza de su prosa. Ravines esconde y atesora el último libro que dejó sin publicar el Amauta. Guarda en su memoria, como una presea, el haber desunido a Haya y Mariátegui y haber llevado por otro sendero la historia del país. El Ravines de Elguera es un ser que se aferra a la vida, que vive más de cien años al servicio de los espectros. En este sentido, este siniestro personaje nos recuerda al viejo general que retrata García Márquez en su novela El otoño del patriarca, quien es una parodia de esos dictadores que tuvimos en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo pasado.
Los espectros es una novela que se estructura en cuatro partes. Está narrada con una prosa que por momentos muestra imágenes bastante logradas. En las primeras páginas del libro, uno de los narradores al referirse al estilo que Mariátegui luce en sus libros afirma: “La prosa puntual, pero emocionada; oraciones sin adornos, pero capaces de rasgar las corazas más insensibles. Un estilo que siempre había envidiado, a pesar de todas las veces que fingió desprecio” (p. 20). Este es el estilo que predomina en la novela de Christian Elguera.
La novela Los espectros luce una serie de estrategias narrativas que le otorgan mayor dimensión estética al texto. A lo largo de sus páginas encontramos el uso del monólogo interior, la segunda persona gramatical, la presencia de dos niveles temporales y todo un coro de voces. En esta última característica, resalta la manera cómo se ha recreado también el habla popular de Palacitos, un personaje oscuro e inquietante, que nos acerca a la vida nocherniega de Lima: “Si íbamos a Don Lucho ahí sí todos iban a estar con la oreja parada; además nadie te deja hablar ni chelear tranquilo, siempre aparece alguien que te jode y te pide que le invites una chela. Pedí dos margaritos para ir haciendo hora y el viejo, asegurándose de que nadie más que yo lo escuchaba, me siguió contando sobre sus viajes por Europa” (p. 56).
En síntesis, con esta magnífica novela, Christian Elguera nos recuerda que, muchas veces, desde la creación literaria se desentrañan las verdades más ocultas en la vida de un hombre, en la historia de una nación o sobre algunos aspectos de la Historia y la condición humana.
