En el altiplano puneño, donde el frío cala hasta los huesos y las lenguas originarias resisten siglos de marginación, nació una historia que hoy aspira a llegar a Palacio de Gobierno. Vicente Alanoca, científico registrado en el Renacyt y candidato presidencial por Nuevo Perú, no es un político tradicional. Su currículum no está escrito en pasillos del Congreso, sino en aulas rurales donde fue castigado por hablar aimara, en comunidades donde investigó el fracaso de políticas públicas y en tribunales donde ejerció como traductor oficial para que la justicia no siguiera siendo un privilegio de quienes hablan castellano.
De las ovejas a la antropología
En entrevista con el reconocido físico Modesto Montoya, Alanoca recordó su infancia en Alpacollo -Ilave (Puno), donde fabricaba carritos de barro mientras pastoreaba. “La escuela nos desconectó de nuestra cultura”, confesó. Aprendió castellano a los ocho años, pero en el proceso sufrió la discriminación sistemática: “Me ponían de castigo con piedras en las manos por hablar mi lengua”. Esa vivencia marcó su rumbo. Tras un paso obligado por el servicio militar —donde ingresó tras la muerte de su padre en un accidente—, descubrió en la antropología un arma para defender la diversidad.
Ciencia con raíces
Con una maestría en Lingüística Andina y un doctorado en España, Alanoca critica cómo el Estado ha abordado el desarrollo rural: “Llegaban ingenieros con proyectos teóricos que hacían desaparecer variedades de papa o tradiciones ancestrales”. Como traductor del Poder Judicial, vivió en carne propia cómo una mala interpretación puede cambiar destinos: “Traducir no es solo cambiar palabras; es entender mundos distintos”.
El salto a la política
Su incursión en Nuevo Perú —donde milita desde hace una década— surge de una convicción: “La política es el arte de criar la vida, como cuidar ovejas”. Entre sus propuestas destacan:
- Revolución educativa intercultural: Donde el quechua y aimara sean lenguas de enseñanza, no solo folclore.
- Ciencia al servicio de las comunidades: Vinculando universidades con saberes locales para resolver problemas concretos.
- Justicia lingüística: Capacitando a jueces y fiscales en interculturalidad para evitar errores que criminalizan a campesinos.
Un discurso que incomoda
Alanoca sabe que su mensaje desafía estructuras. “En Lima me ven como el ‘profesor aimara’, pero nuestro país necesita más que tecnócratas”, afirma. Mientras los sondeos aún no lo ubican en primeros lugares, su campaña —llena de metáforas agrícolas y referencias académicas— ya logró algo inédito: poner sobre la mesa debates postergados, como el racismo institucional o la mercantilización de la ciencia.

Quizás, en estas elecciones, la verdadera sorpresa no sea quién gane, si no cuánto ha cambiado el país para que candidatos como Alanoca —hijo de pastores, científico de campo— puedan ser escuchados.
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