El transporte aéreo, además de conectar destinos, facilita el crecimiento económico y desarrollo de los países. La conectividad aérea impacta en diversos sectores como el turismo y el comercio, estas a su vez impulsan actividades conexas, entre ellas los hospedajes, los servicios de taxi y los restaurantes, lo que genera empleo en beneficio de más personas y familias.
La aviación en el Perú generó un 2.3% del PBI en 2023, según el último informe de la International Air Transport Association (IATA). Una cifra que refleja un impacto tangible en el crecimiento del país. Además, en 2024, en el Perú se movilizaron 42.2 millones de pasajeros por vía aérea, según datos de la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (Corpac), lo que representó un incremento del 14.1% respecto a 2023, así como la recuperación de los niveles prepandemia.
Si bien las cifras son alentadoras, el transporte aéreo peruano aún enfrenta desafíos en la infraestructura aeroportuaria. El Aeropuerto Francisco Carlé de Jauja, en Junín, es un ejemplo de limitaciones y de la necesidad urgente de modernización.
A fines de marzo, el aeropuerto de Jauja fue declarado en emergencia. Si bien la autoridad a su cargo, Corpac, realizó el mantenimiento requerido a la pista de aterrizaje, esto fue insuficiente. La infraestructura continuó sin garantizar la seguridad requerida por las aerolíneas comerciales. Ante ello, LATAM y Sky Airlines suspendieron el servicio de vuelos hacia y desde Jauja, dejando sin alternativa de transporte aéreo a esta región.
Esta interrupción del servicio aéreo genera pérdidas y perjuicio a la economía regional. El año pasado, 194,200 pasajeros utilizaron este aeropuerto. Además, de acuerdo con las estimaciones del Gobierno Regional de Junín, en abril, mes de feriado religioso por Semana Santa, se dejaría de generar casi 3 millones de soles en actividades de turismo desarrolladas en la región. Estos datos revelan los recursos que se dejarían de circular en Junín, afectando a su población.
Alianza pública – privada: la clave
La reactivación del aeropuerto de Anta, en Áncash, es un modelo reciente que merece ser tomado en cuenta. Un valioso ejemplo de cómo el esfuerzo en conjunto entre sector público-privado generan buenos resultados. La inversión del sector privado a través de una concesión logró potenciar la infraestructura del aeropuerto ancashino dejándolo apto para recibir vuelos comerciales desde julio de 2024. Esta alianza estratégica permite dinamizar el turismo en la región, generando empleo y desarrollo local.
Es preciso considerar que el aeropuerto de Jauja tiene un factor diferenciador. Este ya cuenta con una demanda de pasajeros que se encuentran a la espera de un servicio aéreo regular. También, las líneas aéreas conocen del potencial de la región, lo que motivaría a impulsar un incremento en la frecuencia de vuelos si se garantiza una conectividad eficiente y segura.
Por otro lado, las primeras acciones de las autoridades para reactivar el aeropuerto de Jauja se enfocan en soluciones inmediatas, tal es el caso del mantenimiento a la pista de aterrizaje para lograr una pronta apertura. Aunque necesarias, también es preciso orientar las soluciones hacia un desarrollo sostenible de la infraestructura. En ese camino se encuentra Proinversión que promueve el mejoramiento de la infraestructura aérea, con la cartera del Tercer Grupo de Aeropuertos, que incluye al aeropuerto de Jauja; sin embargo, el proceso se ejecuta sin el sentido de urgencia que amerita.
Junín requiere un aeropuerto que fortalezca su competitividad. Es una herramienta crucial para potenciar su economía a mediano y largo plazo. Un aeropuerto moderno, seguro y funcional contribuiría al crecimiento de los principales sectores económicos de Junín que encuentran en el transporte aéreo a un aliado estratégico.