Mujica vive en Sapallanga, un huancaíno guarda sus objetos y los puros que le regaló ‘Pepe’

Gino Turco, un empresario de Huancayo, guarda con orgullo objetos personales de Mujica, incluidos un pack de puros, sacos de vestir y otros recuerdos que le regaló el expresidente uruguayo durante su encuentro en 2019
Casa en Sapallanga donde Gino Turco guarda los recuerdos de José Mujica. (Foto Gino Turco)
Adelina R. Castro
Adelina R. Castro
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El expresidente del Uruguay José ‘Pepe’ Mujica falleció este martes 13 de mayo, a los 89 años, víctima de un tumor en el esófago. Su partida ha generado condolencias y homenajes en todo el mundo, especialmente por su ejemplo de austeridad y su discurso coherente con los más humildes. Desde Huancayo, el empresario Gino Turco Quispe guarda un testimonio poco conocido, pero profundamente simbólico: conoció personalmente a Mujica en 2019 y desde entonces custodia en su casa de Sapallanga un pequeño museo dedicado a él.

Cincuenta puros, una cantimplora, el mate que usaba, varios sacos de vestir, fotografías y objetos vinculados a los Tupamaros —la guerrilla en la que militó Mujica antes de pasar más de una década en prisión— forman parte de la colección privada que Turco conserva. Él cuenta esta historia con emoción y orgullo, como quien guarda un tesoro político y humano.

“A mis 35 años deseaba participar en política, y tenía como referente a Vladimir Putin, a quien deseaba conocer en persona. Estaba en los preparativos cuando por las noticias escucho de un exgobernante uruguayo que vivía en la pobreza a pesar de haber ocupado el más alto cargo político de su país, y me dije, lo quiero conocer, y entonces cambiaron mis planes, y mi vida”, cuenta Turco. Viajó al Uruguay el 2019 y, luego de la búsqueda durante catorce días, logró encontrarlo en su casa en una zona rural. “Era un poblado campesino. Pepe, como así me pidió que lo llamara, se dedicaba a la floricultura. Vivía de vender sus plantas, pues su sueldo y el de su esposa estaban destinados a sus fundaciones de ayuda social”, comenta.

¿Qué fue lo que más te impresionó?

Además de la sobriedad de su forma de vida, tengo dos anécdotas que recuerdo muy bien: cuando salimos a conversar al campo, los pajaritos al verlo se acercaban sin temor, revoloteando. Él les hablaba, como también hablaba con un árbol, con la naturaleza. Y también les llevaba comidita. Era un hombre fuera de serie. Otro detalle que me llamó la atención: en su pequeña oficina había una mesa de madera ya envejecida. Y sobre la mesa el collar de la gran cruz en oro macizo, que me comentó le había obsequiado el expresidente ecuatoriano Correa, valorizado en más de 300 mil dólares, pero lo tenía como cualquier objeto.

¿Realmente vivía en la pobreza?

Yo doy fe que su vida era muy austera. Se movilizaba en un sapito celeste de más de 30 años. Todos los objetos de su casa estaban ya envejecidos. Sembraba flores, las que vendía, y con ello se sostenían su esposa y él, pues sus sueldos, al 90 por ciento, era para sus fundaciones. Su esposa también fue senadora.

¿La presidenta Dina Boluarte qué debería aprender de Mujica?

Mantener la boca cerrada, los bolsillos cerrados, la sobriedad, la sencillez, la honradez, respetar su palabra y ser parte del pueblo.

¿Habrá otro Mujica?

Muy difícil.

¿Qué legado deja la muerte de José Mujica?

Nos ha demostrado que sí se puede gobernar de manera transparente, sencilla, del lado del pueblo, ser honrado en medio de las tentaciones del poder y del dinero.

¿Cuáles fueron tus últimas palabras al despedirte de él?

Luego de dos días de visita, al despedirme le dije: “Espero volver a visitarte, pero si el ángel de la muerte se adelanta, Pepe…”, y él me respondió: “Aquí la estoy esperando. No es bueno que viva el hombre mucho tiempo. Empieza la dependencia. Sufren los que nos atienden, y sufrimos los que padecemos, así que ya estoy esperando al ángel de la muerte”.

50 puros

Gino le llevó a Mujica un pisco peruano, un mate burilado de Cochas, un ajedrez con piezas de incas y españoles, y recibió a cambio objetos de valor sentimental: sus sacos de vestir, su cantimplora, su matero, recuerdos de los Tupamaros y 50 puros. “Cuando muera y quizá tú participes en política, por si requieres para tu campaña economía, lo puedes vender”, le dijo Mujica al entregárselos.

Con estos objetos, Gino Turco construyó un museo en su casa en Sapallanga. No tiene horario de atención, pero puede ser visitado con cita previa contactando al empresario a través de su cuenta de Facebook. El espacio, sencillo como el homenajeado, alberga también su promesa personal de seguir ayudando al prójimo: Gino dirige una fundación con su esposa e hijos que entrega casas prefabricadas a familias necesitadas.

No participo en política estas elecciones porque me pidieron mucho dinero. Mejor prosigo con mi trabajo social, y en un cuadro colocaré los puros de ‘Pepe’ como un gran recuerdo”, dice.

También lanza una crítica directa: “La izquierda en el Perú no existe. No hay un solo elemento o político que haya defendido la verdadera izquierda“. Mujica fue coherente entre lo que decía y lo que vivía. “Aquí no hay nadie así”, recalca.

Y concluye: “Su muerte nos deja un gran vacío en el corazón, y una gran lección: que se puede gobernar con honestidad, con transparencia, con sencillez, con el pueblo. Ha muerto un gran árbol, pero ha dejado semillas”.