Esta es una conversación que resume muchas otras, compartidas a lo largo de los años con Pedro Sarmiento, un amigo del barrio y un cinéfilo de alma, que vivió con pasión las décadas doradas del cine en Huancayo. Nunca le tomé una foto —nunca imaginamos que alguna vez haríamos una nota—, y fue durante la pandemia, cuando todo se ralentizó, que surgió la necesidad de recordar. Quedaron, entonces, su voz, su entusiasmo y una memoria que, como las viejas películas, sigue viva. Este texto es solo un intento de preservar esos diálogos que, entre nostalgia y emoción, viajaban por la historia de una ciudad que aún olía a matiné.
¿Cómo recordarías aquellos primeros años del cine en Huancayo?
Aquellos días eran maravillosos, con las películas en blanco y negro, luego con los primeros colores, el cinemascope, el technicolor, las primeras películas tridimensionales (Bwana, el Diablo de la selva), la aparición del cinerama con tres proyecciones en Estados Unidos, entre muchas otras, como El mundo maravilloso del circo, que en el Perú se proyectaba en el cine República. Y ya a las puertas de los años sesenta, el cine-circular.
¿Qué películas marcaron tu vida durante esos años?
Lo que el viento se llevó, Cumbres borrascosas, Ciudadano Kane, ¡Qué verde era mi valle!, Casablanca, El limpiabotas, La bella y la bestia, Oliver Twist, Candilejas, El salario del miedo, Romeo y Julieta, Cenizas y diamantes; ni qué hablar, West Side Story, Lawrence de Arabia, Los pájaros, La historia más grande jamás contada, Los Diez Mandamientos, Zorba el griego, Mary Poppins, Doctor Zhivago, Bella de día, Bonnie and Clyde, etc., etc., como para no terminar.
¿Y qué puedes decirnos sobre los grandes directores y actores de esa época?
Directores como Rossellini, William Wyler, John Ford, Alfred Hitchcock, Vitorio de Sica, Fellini, Charles Chaplin, Orson Welles, Pasolini, Carlo Ponti; los mejores actores, entre otros, Shirley Temple, Bette Davis, Mickey Rooney, Clark Gable, John Wayne, Elizabeth Taylor, Silvana Mangano, Sofía Loren, Tony Curtis, Marlon Brando, Julie Andrews, Cary Grant, Rock Hudson, Kirk Douglas, Dean Martin, Frank Sinatra, Jerry Lewis, Richard Burton, Antony Perkins, Jean Paul Belmondo, Antonny Queen, para qué más, de infarto, sólo de mencionar algunos.
¿Cómo era el cine en Huancayo durante esos años?
Las películas que llegaron a Huancayo se proyectaron en los primeros cines, cuyas historias lejanas se esconden tras los telones del teatro Dorregaray, así como en un cine que hasta los últimos años del siglo XIX se ubicaba en la Plaza de la Constitución, en lo que fue una librería, hasta que aparecieron formalmente las salas que marcaron la presencia de la cinematografía en la Incontrastable, que despertaba a la modernidad.
¿Cuáles fueron los cines más conocidos de esa época?
Fueron tres, el cine Central, en la Plaza de la Constitución; el cine teatro Astoria y al costado el popular cine Real, en la calle Real donde se ubica hoy las galerías casi con el mismo nombre. En el cine Central, en los años de mil novecientos cincuenta y mil novecientos sesenta, mayormente se proyectaban cintas italianas protagonizadas por la gran Sofía Loren, Marcelo Mastroianni, Vitorio Gassman, los más conocidos que recuerdo; así como cintas producidas en Francia, España y otros países europeos, de ellas no olvido “Smog” que mostraba ya la contaminación en París. También recuerdo a don Willy Bossio Carvo, administrador del cine Central y padre del escritor Sandro Bossio, cuya presencia marcó la época en ese espacio que, más allá de las películas, fue testigo de tantas historias.

¿Fue esa una época dorada para el cine?
Efectivamente, eran días en los que la única distracción era el cine, que anunciaba los estrenos en unos carteles rodantes, en la marquesina y volantes que contenían las proyecciones semanales. Cómo no recordar a la hermosa “Cochola”, que escondía su belleza tras la boletería del Central, el “Colorao”, que rompía los boletos en la galería del segundo piso, conocida como “gallinero”, y el “Borrao” en la cabina de proyección, donde estaba la inmensa máquina de proyección que parecía motor de barco. Cada vez que fallaba, el público pifiaba y le recordaban al “Borrao” su procedencia. Las películas llegaban por rollos; pobre si faltaba uno.
Por entonces, era casi una costumbre “tirarse la vaca” para ver la película de estreno, que estaba calificada para menores y mayores. El “Colorao” nos dejaba pasar por un sol o se aprovechaba un descuidado para “zamparse”. También para las funciones continuadas, en las que pasaban dos películas por una, que a veces repetíamos hasta el final. Generalmente, estas funciones eran los martes y jueves.
¿Y cómo eran las proyecciones en el cine Astoria?
En el Astoria, pasaban “pelis” producidas en Estados Unidos, en inglés, dobladas o subtituladas, muchas de guerras, aventuras, dramas, cómicas y aquellas mayormente con argumentos de novelas y aventuras, como los westerns: El dólar agujerado, por ejemplo. También se proyectaban Los Diez Mandamientos, la vida de Jesús, Ben Hur. El cine era moderno, con sus asientos de pullman y platea en el primer piso y como siempre, la galería en el segundo piso, en los habituales horarios de matiné, vermouth y noche. También había funciones continuadas. Abajo, una chocolatería, y los chocolateros con linterna en mano ofrecían Sublime, galletas, caramelos y cigarros, porque antes estaba permitido fumar en la sala. Algunos llevaban sus revistas o el “chiste”, que se alquilaba en la puerta, para leer en el intermedio y devolver a la salida. Nada se perdía de los encantos de esta entretención. La música de fondo era instrumental clásica, de películas.
¿Y en el cine Real cómo eran las proyecciones?
El cine Real era más popular, con “pelis” en castellano, mexicanas, de cowboys, la “coboyada”, las funciones de matiné los domingos, las seriales imperdibles; igualmente, casi siempre las continuadas, hasta cansarse. Entre medio, ponían música, boleros, guarachas, rancheras, populares de la época, de la Sonora Matancera, muchas de las cuales fueron de antología. Allí estaba el gordo Herrera, que controlaba la entrada. Muy serio él, que nadie se atrevía a hacer una palomillada. El Real era el cine de la clase popular: obreros, familias de barrio, al estilo de Pedro Infante, Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía, grandes cantantes mexicanos, cómicos como Cantinflas, Borolas, Clavillazo, Mantequilla.
Las entradas eran populares, se podía llevar algo o mucho de comer.
¿Qué otros recuerdos guardas de esa época?
Ah, en los carnavales permitían jugar en un intermedio, que era costumbre, con chisguete, talco, serpentinas, y algunas veces con globos llenos de agua. Era un jolgorio, y los de abajo estaban en desventaja porque desde arriba les venía todo.
¿Seguro que hay mucho más que contar?
Sí, porque en los años setenta y ochenta se abrieron otros cines, como el cine Mantaro de los Mubarak, en el distrito de El Tambo, cerca de la comisaría, y el cine Pacífico en el centro de Huancayo. También recuerdo el cine Tambo, en la calle Real, entre Deústua y Dos de Mayo; el cine Chilca, que empezaron bien porque había público, pero poco a poco fueron decayendo. En sus carteleras había cine hindú, que tenía su público llorón, y en los últimos años programaban hasta cine porno para llamar la atención de los cinéfilos, pero no duró mucho.
¿Algo más que se te quede por contar?
Claro, antes había cine al aire libre, en la pared de la casa que estaba en la calle Loreto y Real. Venían unas camionetas de Mejoral, Anacin y otros productos que proyectaban en la esquina, con gran asistencia de la gente, que incluso llevaba sus banquitos y disfrutaban de las películas en blanco y negro. Era cada semana. Cada ciudad tenía su cine: el Colonial en Jauja, en La Oroya, Tarma, Chanchamayo, y en Oxapampa, donde les gustaban las películas rancheras, por eso tienen algo en su música country.
Así, entre recuerdos y sonrisas, Pedro nos deja un pedazo de un tiempo que ya no volverá, pero que sigue vivo en su voz y en el eco de aquellas proyecciones. La memoria de una Huancayo que aún olía a matiné, cuando el cine era todo.