Las lluvias intensas y sequías prolongadas en los Andes peruanos están poniendo en jaque a la agricultura familiar, que abastece el 83 % de los alimentos consumidos en el país. Un reciente estudio de la Convención Nacional Agraria (CNA), Fovida y Oxfam revela que la variabilidad climática está provocando pérdidas de cosechas, la proliferación de plagas y la muerte de ganado en regiones como Junín, Huancavelica y Cusco.
Según el informe titulado Entre la escasez y la abundancia: la lucha por la seguridad alimentaria en los Andes peruanos, las comunidades enfrentan lluvias impredecibles, heladas severas y sequías prolongadas. Estos fenómenos están reduciendo el rendimiento de los cultivos y erosionando los suelos, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de miles de familias.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó en julio de 2024 que el 51,7 % de la población peruana experimenta algún grado de inseguridad alimentaria, llegando incluso a pasar días sin comer.
Impacto en mujeres y jóvenes
El impacto del cambio climático golpea con mayor fuerza a las mujeres rurales, quienes asumen una mayor carga laboral al combinar tareas domésticas con actividades agrícolas. En promedio, dedican 22,9 horas semanales al cuidado del hogar y la familia, mientras que los hombres solo destinan 6,5 horas. Esta sobrecarga afecta su bienestar físico y mental, agravado por la precariedad económica y social.
Otro efecto crítico es la migración de los jóvenes hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades económicas. Esta situación genera disrupciones en la estructura familiar y amenaza la transmisión de conocimientos ancestrales sobre el manejo sostenible de la tierra y el agua.
Estrategias de adaptación y resiliencia
Ante la falta de apoyo estatal, las comunidades han desarrollado estrategias autónomas para enfrentar los efectos del cambio climático. En Junín, la proliferación de heladas y granizadas desde 2015, sumada a la escasez hídrica en 2023 y el exceso de humedad en 2024, ha impulsado la construcción de reservorios comunales, el riego tecnificado por aspersión y la reactivación de comités de regantes.
En Huancavelica, agricultores de Paucará y Acobamba han optado por trasladar agua desde puquiales y ríos con galoneras y motobombas. Para mitigar las heladas, recurren a la quema de objetos y la encendida de fogatas.
Mientras tanto, en Cusco, especialmente en Paruro y Chumbivilcas, las lluvias intensas y concentradas han obligado a las comunidades a captar agua con mangueras, construir zanjas y drenajes para evitar inundaciones y mantener rituales de pago a la tierra como parte de sus prácticas tradicionales.
El estudio destaca que, a pesar del escaso respaldo gubernamental, los agricultores han demostrado una notable capacidad de organización y resiliencia. Sin embargo, la sostenibilidad de estas estrategias dependerá de un mayor compromiso estatal en la gestión del cambio climático y la seguridad alimentaria.
Para leer el informe completo: Informe Variabilidad Digital