Teódolo Ulloa, el artista del telar

Don Teódolo Ulloa Bailón lleva 40 años tejiendo arte en un telar; una destreza que aprendió a sus nueve años, del ejemplo de sus abuelos. Su especialidad, los tapices. Allí plasma su imaginación al cual vive aferrado, hasta el último día de su vida.
Teódolo Ulloa Bailón, artista del telar en San Pedro de Cajas
Max Rodriguez
Max Rodriguez
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Teódolo Ulloa Bailón convierte los tapices en obras de arte. Con 40 años en la artesanía, es cultor del tradicional tejido con el telar y ha llevado su arte al extranjero por un convenio con la Nathional Geographic y su brazo comercializador Nóvica. En esta oportunidad abrió las puertas de Away Wasi Ulloa, taller donde forasteros y  autóctonos, amantes del textil, llegan para aprender y adquirir el arte que ha pasado por su linaje familiar.

Ulloa Bailón nació en la capital de la artesanía del Perú: San Pedro de Cajas, en Tarma. Aprendió a manejar el telar a los nueve años, cuando aún era una tradición y casi una obligación que los varones de la familia sean quienes lo utilicen. Aprendió, así como las mujeres, apoyando en el lavado de las fibras y dándole color a las lanas.

Ahora, la población de San Pedro de Cajas ya no ve con los mejores ojo el oficio artesano, porque “un tejedor no es un profesional”, menciona Teódolo. Muchos padres optaron por alejar a sus hijos del telar diciendo: “no, mi hijo no tiene que ser tejedor, tiene que ser un profesional, tiene que estudiar para que sea ingeniero, para que sea abogado, y así ha ido decayendo la artesanía”, apunta.

El tejido se ha convertido en una actividad ejercida generalmente por mujeres. “El 15 o 20% de los pobladores es artesano, pues mayormente ya se han dedicado a la producción de maca. Mayormente los artesanos son las damas, porque los varones se han ido a buscar trabajos, algunos se han ido a Lima”, comenta el maestro Ulloa. A la fecha existen alrededor de 80 artesanos textiles en San Pedro de Cajas.

En ellos es frecuente la producción de guantes, gorros y chalinas, pero “la producción de tapiz es mínimo”, indica Teódolo. He ahí la importancia de su trabajo, ya que no hay quien compita con lo que hace: cada pieza elaborada con su telar es única.

Teódolo aprendió a tejer en el telar de sus abuelos, pero sus tres hijas ya en su telar propio. “Yo he nacido, crecido y vivido en esto, me complace seguir siendo artesano, artista textil”, dice. Aunque no sabe qué depara el destino para su arte, está seguro que seguirá en su telar; “hasta donde me da la vida; dejaré este mi telar cuando yo muera”.