¿Secuestro rondero o conspiración mediática contra el gobierno?. Dejemos que esta interrogante sea resuelta por las investigaciones que realice la moderna ciencia jurídica sobre los recientes acontecimientos acaecidos en la comunidad campesina de Chadín-Cajamarca. Más bien veamos qué son las rondas campesinas y la importancia que tienen en el mundo rural andino.
Donde funcionan las rondas no hay ladrones de viviendas, no hay abigeos, no hay violentistas, no hay asaltantes que quitan celulares, no hay escándalos vergonzosos, puesto que las rondas cuidan y garantizan que haya moralidad y un mínimo de paz social. Las rondas patrullan los senderos, caminos, pastizales y el campo.
Esta tradición ética, moral y ancestral en el mundo andino, fueron heredadas por generaciones y se ubica en lo que se conoce como el Derecho Consuetudinario, es decir las buenas costumbres se respetan y se practican en todo momento. Ciertamente que no se trata del paraíso, pero tampoco es el infierno.
En pueblo chico todos se conocen y todos saben quién es quién. De allí que las rondas cuando detectan a gente extraña que ha ingresado a la comunidad lo primero que hacen es pedir la identificación del foráneo y la razón por la cual está visitando la localidad.
Las rondas no rechazan a nadie, por el contrario, dan la bienvenida a las visitas, porque de alguna manera, también la población se beneficia económicamente. Y cuando capturan a un delincuente inmediatamente lo ponen en manos de la Policía Nacional.
Las rondas campesinas son visibles desde hace más de 40 años y, particularmente, en Cajamarca libraron una lucha contra el abigeato por ser esta región eminentemente ganadera. Es más, el terrorismo no se atrevió a ingresar a las serranías del norte del país, pues las rondas se lo impidieron.
Las rondas campesinas o rondas comunales tienen como sustento jurídico las leyes 27908 y 24656 y su reglamento, así como sus estatutos. Es más, su existencia fue elevada a nivel Constitucional el año 1,993 (Art. 149).
“Por eso resulta sospechoso que se incrimine a las rondas campesinas como secuestradores. Y lo que es peor, utilizarlas con fines políticos, embarrándolas con la politiquería sucia y menuda de la Capital”
No muy lejos en el tiempo, en las comunidades del valle del Mantaro, también a un ladrón se le castigaba con la “expatriación”, llevándolo amarrado en burro hasta el lindero comunal y luego era arrojado para que nunca más vuelva.
Hoy, en que la delincuencia común que hace rato ha sobrepasado límites inconcebibles, por qué no impulsar, por ejemplo, los comités vecinales de lucha contra la delincuencia o rondas urbanas como instancias de apoyo a nuestra Policía. O en última instancia la ronda huacón.