Entre los múltiples atentados contra la democracia, el Congreso de la República está dando cabida a la continuidad del Proyecto de Ley N° 904 que impide la inclusión de la Educación Sexual Integral (ESI) en el currículo escolar. Erróneamente, y gracias a la forma malintencionada en cómo grupos fundamentalistas han tergiversado el mensaje, muchas personas siguen sin comprender a qué nos referimos cuando hablamos de ESI y su importancia para la lucha contra la violencia de género que existe en nuestro país.
La violencia de género sí existe, es producto de las relaciones de poder y desigualdad que históricamente preexisten, en donde hablamos de un sistema de dominación de hombres sobre las mujeres y en ese devenir surgen sucesos violentos que pueden generar un daño físico, sexual o psicológico en el espacio público en el ámbito familiar. En pocas palabras, las mujeres sufren violencia por el mero hecho de serlo y las víctimas son de cualquier estrato social, nivel educativo, cultural o económico.
“En pocas palabras, las mujeres sufren violencia por el mero hecho de serlo y las víctimas son de cualquier estrato social, nivel educativo, cultural o económico”
Nuestro país es violento para las mujeres. Tal vez el día a día nos hace creer que lo que vivimos es normal, pero lo no es. La Defensoría del Pueblo ha informado que en el 2021 el Perú ocupó el tercer lugar en el mundo con casos de violación sexual contra las mujeres y el segundo con la más alta tasa de feminicidios en América Latina, sin contar con aquellos casos que permanecen en el silencio de las víctimas o en la incertidumbre de los hechos, como es el caso de las mujeres desaparecidas.
Ante ello, la ESI es una estrategia que ya se implementa a nivel internacional para prevenir la violencia de género, creando espacios de análisis y aprendizaje en donde se desnaturalice la misma y se rompa esa asimetría de poder entre hombres y mujeres.
La ESI permite evitar la continuidad de masculinidades violentas que se transmiten culturalmente entre generaciones, por lo que, mediante herramientas metodológicas para escolares, permite hacer comprender la violencia y trabajar en estrategias de prevención y promueve vínculos respetuosos y diversos que valoren la dignidad humana.
Violencia sexual contra menores
En Huánuco acaban de denunciar que un adulto y seis menores violaron sexualmente a por lo menos 10 niños, niñas y adolescentes, advertido por la directora del colegio. Hablamos de niñas de 6, 7, 8, 11, 12 y 14 años que fueron agraviadas con violaciones masivas y que al parecer eran hechos conocidos, pero no se denunciaba “para evitar problemas”. Casos como estos, no son aislados: forman parte de la dolorosa cotidianidad de niñas y mujeres peruanas que ven gravemente impactada sus vidas. Este caso nos pone en evidencia como opera la pedagogía de la crueldad, como se forman nuevos seres violentos y como se cimienta la cultura de la violación.
Son estos escenarios de terror los que necesitan un abordaje intenso para cambiar los esquemas sociales y culturales que dan cabida a que la violencia machista opere con naturalidad e impunidad. Por esta razón, más allá de las labores punitivas que sancionen a los responsables de determinados delitos, debemos trabajar en disminuir la presencia de agresores en nuestra sociedad y para ello la ESI es una herramienta eficiente y positiva.
“En 2021 el Perú ocupó el tercer lugar en el mundo con casos de violación sexual contra las mujeres y el segundo con la más alta tasa de feminicidios en América Latina”
La ESI no es un manual de prácticas sexuales. Que quede claro: es una estrategia social para enseñarles a las y los menores sobre sus derechos, sobre la autonomía de sus cuerpos, sus libertades y sobre cómo identificar violencias.
Nuestro país está en deuda con las mujeres y sigue sin atender, incluso, las recomendaciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas (CEDAW) para prevenir y erradicar toda forma de discriminación y vulnerabilidad que presentan las mujeres.
Naciones Unidas indica que se debe atender las raíces estructurales del problema, poniendo énfasis en niñas y adolescentes, como un interés superior del Estado. Por esa razón recomienda la impartición de una educación sexual integral para todas las edades y desde la educación básica, en tanto coadyuva a la prevención de la violencia hacia la mujer en todo su ciclo de vida.
La educación sexual integral salva vidas y dignidades. Impedir su impartición es dar continuidad a un esquema social que violenta a las mujeres. Y es la razón por la cual las ciudadanías que trabajamos por un desarrollo digno del país le decimos NO al entorpecimiento del Congreso a las políticas públicas con enfoque de género.