La elección del nuevo presidente de Bolivia capta la atención de la población peruana en Puno, especialmente por la figura del candidato Andrónico Rodríguez, a quien muchos consideran el heredero político de Evo Morales, y podría estabilizar la economía boliviana.
En las calles de Puno, ciudad con históricos lazos culturales y económicos con Bolivia, ciudadanos expresan opiniones divididas. “Andrónico representa la continuidad del proyecto de Evo, pero debe demostrar que no repetirá los errores del pasado”, comenta Jainer Inofuente, ex dirigente estudiantil.
Otros, como el periodista de Cojata en la frontera con Bolivia, Leonidas Bravo, son escépticos: “Los discursos son parecidos, pero Bolivia necesita menos polarización y más diálogo”.
La campaña de Andrónico Rodríguez en Bolivia
En sus mítines, el candidato Andrónico Rodríguez enfatiza su vínculo con las bases sociales y evoca la lucha colectiva:
“Nuestra conexión con el pueblo no es un discurso, es un camino andado. Somos hijas e hijos de las marchas y el sacrificio colectivo. No representamos intereses personales: defendemos a las comunidades que resisten sin cámaras. El cambio se construye desde abajo, con dignidad”, declaró en un reciente acto.
Impacto económico en la región
Más allá de lo político, la situación económica de Bolivia ya afecta a Puno. Los productores de trucha de Chucuito (Perú), cuyo principal mercado era El Alto y La Paz, reportan pérdidas debido a la devaluación del boliviano.
Yanet Chara Galindo, productora de trucha en Pomata y dueña de Titicaca Trout, explicó que su principal mercado era Bolivia. Sin embargo, la crisis económica en el país vecino ha hecho inviable la exportación.
“Bolivia está económicamente mal. Por el tipo de cambio, ya no podemos venderles; la trucha les resulta muy cara”, afirmó. Esta situación la ha obligado a redirigir sus ventas hacia Lima, donde ahora abastece a supermercados como Plaza Vea. Aunque espera que, con la elección del nuevo presidente, la economía boliviana mejore.
Mientras Bolivia define su rumbo, en Puno observan con esperanza —o recelo— cómo el posible giro político y económico impactará en esta región fronteriza.
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