“Las cosas que me pasaron me obligaron a ser fuerte, a no quebrarme; la única forma de salir adelante era estudiando”, dice Clayde Canales Huamantupa (44), cuya historia grafica el desplazamiento compulsivo al que fueron sometidas comunidades enteras en la selva central en el periodo de la violencia política entre 1980 y el 2000.
Su testimonio es parte de la colección Narradores de memoria, del Lugar de la Memoria (LUM), que rescata la memoria de personas que vivieron la violencia interna en el país, y es una forma de continuar con la investigación de la Comisión de la verdad y Reconciliación (CVR), cuyo informe cumple en agosto próximo 20 años de haber sido entregado al Estado peruano.
Clayde compartirá el sábado 3 de junio su testimonio de la Feria Internacional del Libro de Huancayo. Aquí un adelanto.
Clayde nació en Lima, el 8 de octubre de 1979. “Mis padres eran migrantes”, dice. Su madre, Nieves Huamantupa Huamaní, de Huaytará (Huancavelica), y su padre, Antonio Canales Castro, de Andahuaylas (Apurímac).
Todo comienza cuando por la crisis económica de los ochenta, mi papá decide vender todas sus cosas en Lima y regresar a su pueblo, sin saber lo que allá ocurría. Un día, los militares lo confunden y casi lo matan. Lo torturaron y perdió un ojo a causa de eso.
Por eso, mi abuelo le dijo no te puedes quedar acá, tienes que irte. Y en vez de regresar a Lima, donde ya lo había vendido todo, mi padre decide comprar tierras para trabajar. La familia de mi mamá, de Huancavelica, ya habían migrado al Vraem, al Ene. Y por eso nos vamos para allá, a Río Tambo, a la colonización Santo Domingo, el último grupo de colonizadores, es decir, personas que llagamos de la sierra a la selva central.
Para nosotros era una aventura, porque lo dejamos todo en la sierra y venimos al Vraem a empezar de nuevo. Conocimos culturas nuevas, vivir con los asháninkas, casi al natural. He tenido el privilegio de conocer esos bosques sin la intervención del hombre. Eso fue la parte bonita. La desventaja fue que al llegar no había centro de salud; un solo colegio donde estudiábamos del uno del tercer grado, niños que hablábamos tres idiomas: castellano, quechua y asháninka, con un sólo profesor.
Mi papá comenzó a apostar por cultivos nuevos como papaya, ajonjolí, soya, maní, arroz y vendía. Le iba bien. En esa situación llegan los subversivos. No sabíamos cómo actuaban ellos. Pero a diferencia de otras zonas, aquí vieron que podían hacer su territorio y quienes vivíamos prácticamente pasamos a ser propiedad de ellos, sin decir no a nada, porque te podían asesinar.
Había adultos que se escapaban dejando a sus hijos, esposas. Para mí fue una eternidad. La familia de mi madre estaba allí, eran 23 miembros que poco a poco escaparon. Mis hermanos y yo no sabíamos que mi papa y mi mamá también habían planeado escapar, porque ya no se podía vivir: en ocasiones mataban gente delante de nosotros y teníamos que estar calladitos, sin llorar.
El día que escapamos fue dramático. Salimos de noche, en un bote, con la ropa puesta, dejándolo todo. Pero mi papá y mi mamá desde meses antes habían sacado en sacos de maní documentos y algunas pertenencias, y estaban guardadas en Puerto Ocopa.
Yo tenía 9 años y escapamos a Satipo y allí estuvimos yendo de un lugar a otro para que los subversivos no nos encuentren. Mi papá se escapó a Huánuco, donde estaba un tío y después también fui con mi mamá. Allí el único trabajo era cosechar hoja de coca. Trabajamos hasta conseguir dinero y regresamos a Lima.
De nuevo en Lima mi papá nos puso a trabajar como empleadas en varias casas. En Lima no me reconocieron los estudios que realicé en el Vraem y los colegios no nos querían recibir por mi edad. Ya tenía 10 años. Después, cuando terminé el colegio, estaba sin un sol en el bolsillo. Pensé: tengo brazos, soy inteligente. Cogí mi mochila, me fui al mercado central, conseguí trabajo como repartidora de menú. Trabajaba hasta las seis de la tarde y me iba a mis clases de la academia a las 7 de la noche. Estudiaba en mi casa en la noche y temprano de nuevo a trabajar.
Pensé en algún momento que no lo iba a lograr. Pero me encapriché y quería ir a la universidad San Marcos. Un día fui donde la administradora de la academia y le pedí una beca, pero no me quería dar; y me quedé esperándola todo el día. Al día siguiente, se habrá compadecido de mí y me dio la beca. Eso me alivió.
Ingresé a la universidad en setiembre de 2004 pero mi grupo comenzó a estudiar en abril del 2005. Ahí me apoyó mi mamá, porque mi hermano había decidido ya no estudiar y mi hermana tampoco estudiaba.
Me gradué en el 2010.
La mayoría termina la universidad a los 22 o 23 años; yo a los 30. Gracias a Dios, desde que egresé, nunca me ha faltado trabajo.
Narradores de Memorias en Huancayo
En el marco de la VII Feria Internacional del Libro de Huancayo, el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) presentará la colección “Narradores de memorias”, con la mesa de diálogo “Historias de violencia, búsqueda de justicia y reconstrucción personal: presentación de la colección ‘Narradores de memorias’ del LUM”, el próximo sábado 3 de junio a las 4:00 pm., en el auditorio de la Feria.
El público asistente a la feria podrá acceder a los 12 libros de la colección completa descargando los códigos QR que estarán instalados en el módulo del Dirección Desconcentrada de Cultura Junín del Ministerio de Cultura, del 26 de mayo al 4 de junio.
Este proyecto editorial fue realizado por el Centro de Documentación e Investigación (CDI) del LUM, entre los años 2019 y 2021; en él, los testimoniantes narran las memorias que ocasionaron los eventos traumáticos del conflicto interno en sus familias, como la muerte o desaparición de sus familiares cercanos.
La colección busca reconocer la importancia en el proceso de memorialización de los sucesos ocurridos en las décadas de la violencia en nuestro país; comprender lo sucedido, tomar conciencia y desarrollar una mayor resiliencia en los narradores.
La colección “Narradores de memorias” fue financiada por la Fundación Ford y la Universidad del Pacífico. Comprende 12 libros testimoniales de víctimas del periodo de violencia 1980-2000 en el Perú:
- Renato Alarcón. Libro 1: Javier, ¿dónde estás?
- Celestino Baldeón. Libro 2: Accomarca, ¿cómo llegamos a esto?
- Norma Méndez. Libro 3: Melissa, sembrando memoria
- Javier Roca y Ricardina Andagua. Libro 4: ¿Martín, adónde te llevaron?
- Diana Jáuregui. Libro 5: Soras, la búsqueda de justicia
- Rogger Cayllahua. Libro 6: Martín: nunca retornó
- Doris Caqui. Libro 7: Teófilo, tu irreparable ausencia.
- Clayde Canales. Libro 8: Clayde, sobrevivir al terror
- Bárbara d´Achille. Libro, 9: Bárbara, ¿qué ha cambiado?
- Tania Pariona. Libro 10: Cayara, ¿Es posible el camino a la reconciliación?
- Sofía Macher. Libro 11: Memorias de un compromiso con los Derechos Humanos.
- Luzdilán Camargo y Pacha Sotelo. Libro 12: Inti Sotelo, se fue en su mejor momento
Mayor información en la web https://lum.cultura.pe/ y la plataforma virtual del CDI https://lum.cultura.pe/cdi/