La denuncia contra un médico, quien, supuestamente, “atendió” por celular un parto neonatal en el Hospital El Carmen, vuelve a desentrañar que en nuestros nosocomios existen desde hace mucho tiempo una especie de mafias, que embarran particularmente a médicos.
Se ha convertido en comidilla del día las denuncias sobre médicos que abandonan sus guardias o puestos de trabajo con fines nada santos. Y encima tienen el desparpajo de regresar al hospital a marcar sus tarjetas como si hubiesen trabajado con normalidad.
Los grandes perjudicados, obviamente, son los pacientes que concurren a los nosocomios a curar sus dolencias.
Lo más grave es que desde las líneas de dirección, llámese Dirección Regional de Salud y direcciones hospitalarias, apañan estas prácticas que juegan con la salud y la vida de las personas.
Por ejemplo, por tratar de corregir estas canalladas el médico Héctor Millán es defenestrado de su cargo como director del Hospital El Carmen y reemplazado por otro galeno que, según denuncias, no tiene buenos antecedentes laborales y su único mérito es haber sido campañista de Zósimo Cárdenas.
Lo preocupante, además, es cómo el Gobierno Regional de Junín actúa de manera desvergonzada en sus decisiones, haciendo prever que así seguirá actuando en los tres años y ocho meses que le queda en el poder.
Frente a esta situación solo queda que los gremios sindicales de base trasciendan sus límites salariales, y asuman también una responsabilidad social solidaria defendiendo los intereses de los usuarios.
Y no solo ello. También es urgente que de los mismos usuarios nazcan organismos de defensa para enfrentar a los mafiosos e inmorales enquistados en los hospitales y otras entidades.