En Sapallanga se alzará la Virgen de Cocharcas de 26 metros que ‘Cardig’ crea con pura alma

Un ex bajista de rock, doce operarios y ocho perros rescatados retocan los últimos flecos de la Virgen de Cocharcas, la escultura de 26 metros que coronará el mirador de Sapallanga.
A punto de coronarse, la Virgen de 26 metros que dominará el valle del Mantaro desde Sapallanga
Adelina R. Castro
Adelina R. Castro
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En el distrito de Mito, el escultor Carlos Digno Verástegui Perales, ‘Cardig’, trabaja contra el tiempo. A sus 50 años, está terminando una gigantesca imagen de Mamacha Cocharcas que, con pedestal y aureola, alcanzará los 26 metros de alto. La instalarán en el mirador de Sapallanga, al sur de Huancayo.

Los guardianes peludos del taller

Ocho perros, la mayoría mestizos, pasean entre los plásticos y restos de resina. Sus nombres son historia viva; Moyocoyo, Gringo, Negra Tomasa, Veroshka, Bianca Belén, Pocas Trancas, Chivas y Floys. Todos fueron rescatados por Ángel del Cielo y Jazmín, las hijas del artista, de las calles y del abandono.

Algunos venían con gusanos en la piel. Son mis nietos”, dice ‘Cardig’ mientras acaricia a Gringo, un perro negro con manchas caramelo. “Mi esposa Luz Córdoba los alimenta, yo les doy cariño, y ellos se han vuelto los maestros de la obra. Y también son los engreídos de los 12 operarios que trabajan conmigo”.

Cardig, look rockero, pulimenta la Virgen de Cocharcas en su patio.

Obra de fe

La escultura, hecha en fibra de vidrio y reforzada con acero, será la más ancha que ha creado, 12 metros de diámetro. “Es tres veces más grande que la Virgen de Piedra Parada”, explica. “He tenido que adaptarme al presupuesto sin sacrificar la esencia”, apunta.

Desde los pies hasta la corona, la imagen medirá 21 metros. Conservará los flecos y adornos característicos, aunque sin caer en el hiperrealismo por falta de recursos.

Es un milagro que los vientos y las lluvias no hayan dañado la virgen ni al niño en estos tres meses y medio de creación”, dice. “Estoy dando lo mejor de mí para no defraudar a los miles de devotos”.

De músico a escultor

Antes de los 27 años, ‘Cardig’ fue bajista de bandas como La V Rebelión y Blue Sky. Un accidente en Lima lo devolvió a Mito, donde descubrió la pintura decorando la cúpula de la iglesia local. Luego estudió en la Escuela de Bellas Artes del Cusco. Hoy, su taller luce cuadros, guitarras y la ternura de sus perros.

En una pared impacta una pintura: un ojo humano cuyo iris muestra a Rómulo, un hombre inocente que murió en la pobreza. “Era un ángel en medio de tanta maldad“, recuerda.

Cardig hace pausa y juega con sus guardianes peludos.

El arte es sensibilidad

‘Cardig’ ha perdido la cuenta de sus obras, desde la Virgen del Rosario en Manchay hasta el Cristo de Huama Huata, en Tres de Diciembre. Pero critica la improvisación en proyectos similares. “Se prioriza lo barato y rápido, sin valorar la ecología ni la tradición”, dice. “¿Dónde queda la cultura?”.

Con la mirada puesta en la Virgen que observa el horizonte, concluye: “El arte despierta sensibilidades. Hoy prima la violencia, pero aquí estamos, poniendo amor en cada detalle”.

Aquí los trabajos del artista Cardig