Murió atropellado Pepe Tueros mientras seguía luchando por justicia para su hijo Brandon

Había perdido a su hijo Brandon en febrero y no dejó de pedir justicia. El viernes fue embestido por un vehículo que fugó. Murió dos días después en el hospital de EsSalud de Huancayo.
Marchó con su familia y alzó pancartas hasta el final. Un vehículo silenció su voz cuando iba a trabajar.
Huanca York Times
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Pepe Tueros Aldana murió el domingo 20 de julio en el hospital de EsSalud de Huancayo. Dos días antes, la mañana del viernes 18, fue atropellado cuando caminaba desde su casa hacia la Fiscalía, donde trabajaba como personal de limpieza. El vehículo que lo embistió lo dejó tendido en el asfalto y se dio a la fuga. Hasta ahora no ha sido identificado ni el conductor ni la unidad.

Pepe sufrió múltiples fracturas y, según la Policía, no resistió las lesiones. Tenía 64 años y se había convertido en el rostro visible de una lucha que conmovió a Huancayo. Exigía justicia por su hijo Brandon Tueros Victorio, un joven contador recién egresado de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) que fue asesinado en febrero en circunstancias que aún no han sido esclarecidas.

“Lo mataron a mi hijo y ahora me quieren callar a mí”, repetía. Su voz, quebrada por el dolor, nunca se rindió. Denunció públicamente que la Policía y el Ministerio Público tergiversaron los hechos. Aseguraba que había videos, audios y pruebas, pero que los presuntos agresores habían sido liberados por falta de elementos suficientes. No entendía cómo, con tanto en contra, nadie respondía.

Todo comenzó el domingo 16 de febrero, cuando Brandon salió a compartir con unos amigos. Su cuerpo fue hallado días después a orillas del río Mantaro, en el puente Comuneros. Según versiones recogidas por la familia, habría sido arrojado al río. La Policía presentó a los detenidos, pero estos fueron liberados.

En mayo, Jean Percy Meza De la Cruz, de 25 años, investigado por la muerte de Brandon, fue hallado estrangulado en el río Shullcas. Había sido arrojado con signos vitales, dijo el Ministerio Público.

Pepe no dejó de tocar puertas. Salía de madrugada a trabajar y en los ratos libres levantaba la voz, denunciaba. Siempre con respeto, siempre con tristeza. “Mi hijo era tranquilo, trabajador. No merecía esto”, decía.

Su muerte suma una tragedia más. Su familia ha perdido a dos pilares. Y su tierra natal de Junín, a un hombre que no pedía venganza, sino verdad. Aún no hay respuestas.