Los Hermanos Chávez impulsan un espacio para formar nuevos danzantes de tijeras en Chilca

Desde el corazón migrante de Huancayo, los Hermanos Chávez enseñan la danza con la que recorrieron el mundo. Niñas, niños y jóvenes inician el camino hacia la que muchos consideran la danza mayor del país.
Con la bicolor en alto, la compañía Hermanos Chávez hizo historia. Eso buscan ahora con este espacio.
Jhefryn Sedano
Jhefryn Sedano
jhefryns30@gmail.com
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“Échale al piso nomás, está preparado para todo”, dice Freddy Chávez con una sonrisa, mientras acomoda unas sillas en el Centro Cultural Hermanos Chávez, ubicado en el jirón Pedro Peralta 388, en el distrito de Chilca, Huancayo, donde vive buena parte de la población migrante de Huancavelica y Ayacucho.

La noche ya cayó. El frío seco se cuela por la puerta, pero adentro el ambiente es cálido, casi familiar.

Un grupo de invitados se ha reunido para saludar al director de la primera compañía de danza de tijeras del Perú. La inauguración ha empezado, pero también el trabajo. Mientras algunos conversan y brindan, al fondo ocurre otra escena: el ensayo. Un grupo de niñas, niños y adolescentes, mujeres y varones, se mira al espejo y repite movimientos con la concentración de quien sabe que todo cuenta. No hay trajes ni tijeras aún, pero sí zapatillas negras, pasadores de colores, y música que brota de un parlante.

Un maestro corrige la postura. Empuja la espalda, levanta una pierna, la estira, y con la punta del zapato marca el ritmo.

Desde la noche inaugural, los más pequeños ya sueñan con representar al Perú, bailando.

“Así”, dice. Claro. Preciso.

“Tienen evaluación”, comenta Chávez mientras delimita el espacio con sillas, una zona para los invitados y otra para los alumnos. Más atrás, los padres observan en silencio. La música suena fuerte, pero nadie se distrae. Aquí no se viene a pasar el rato. Se viene a formarse.

El maestro continúa con las correcciones. Postura, mirada, energía. Luego cambia la pista. Desde su celular, conectado a un parlante, suena la música de tijeras. El chasquido metálico llena el ambiente. Aunque todavía no ensayan con las tijeras, los pasos comienzan a cuajar. El grupo avanza como un solo cuerpo. El más bajito, al fondo, tiene el rostro cuarteado por el frío. Hay intensidad, agilidad y orgullo.

La decisión de abrir una sede en Chilca no fue casual. “La mayor población huancavelicana en Huancayo está aquí. El setenta por ciento de nuestros danzantes es de Huancavelica, y aquí está el biotipo que buscamos: jóvenes con resistencia, con sangre de fondistas, que bailan sin cesar, sin desmayar”, explica Chávez.

Lo dice convencido. “Chilca no solo es un distrito emergente. Es un punto clave para formar un elenco con proyección internacional.”

Sumacc Huayta y Jair Pérez cortan la cinta del Centro Cultural Hermanos Chávez, en Chilca.

La nueva sede no solo ofrecerá talleres de danza de tijeras. Será un centro cultural donde también se enseñará marinera, saya caporal, huaylarsh y otras danzas del país. “Esto no es un hobby ni un vacilón. Aquí hay técnica, disciplina, expresión corporal. Queremos formar elencos como los de Rusia o Polonia”, sueña, con la voz en alto.

La ruta está trazada. Talleres básicos, luego intermedios y finalmente ballet avanzado. Formar un elenco sólido tomará al menos dos años.

Pero no se trata solo de formar buenos bailarines. La meta es formar artistas completos, capaces de representar al Perú en cualquier escenario. “No basta con decir ‘yo solo bailo huaylarsh’. Hay que ser versátil. La danza de tijeras es la más grande del país, una de las primeras declaradas Patrimonio Inmaterial por la Unesco, pero también hay que abrirse a otras danzas”, sostiene.

El nuevo local abre sus puertas rodeado de distinciones y reconocimientos.

La celebración continúa con abrazos y brindis, pero los alumnos no se detienen. La música vuelve a sonar. Algunos padres graban con sus celulares. El ensayo sigue como si nada. Para ellos, ese espacio ya es un escenario. Todo empieza ahí. Frente al espejo, con pasos tímidos, pero firmes, con la música marcando el ritmo desde un parlante, como si fueran tijeras, como si ya estuvieran listas.

Chilca ya no es solo el lugar donde se empieza. Es el lugar desde donde se sueña con llegar más lejos.