Dimas Aliaga confunde a Gabriel García Márquez con Juan Gabriel durante presentación en la FELIZH

El exalcalde de Huancayo fue invitado a comentar el libro de Álvaro Vargas Llosa en la FELIZH, pero terminó improvisando un recorrido libre por el pensamiento liberal y creando a un nuevo personaje literario: Juan Gabriel García Márquez.
Dimas Aliaga, invocó a Juan Gabriel García Márquez durante su exposición en la FELIZH 2025.
Jhefryn Sedano
Jhefryn Sedano
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En la inauguración del ciclo dedicado a Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro Zona Huancayo (FELIZH) 2025, la figura central no fue el Nobel peruano, ni su obra, ni siquiera su hijo Álvaro Vargas Llosa, autor del libro El polemista arriesgado con catorce asedios liberales a Vargas Llosa. Quien terminó llevándose toda la atención, casi sin proponérselo, fue Dimas Aliaga Castro, precandidato al Gobierno Regional de Junín por Renovación Popular.

Aliaga, dos veces alcalde de Huancayo, fue invitado para comentar el libro de Álvaro Vargas. Pero su exposición pronto tomó otro rumbo, uno muy particular, en el que mezcló historia, política y pensamiento liberal a su manera. “Cuando lean ustedes el libro…, considero que Jamil Mahuad es el más…”, dijo, refiriéndose a la obra presentada, y se detuvo ahí, como si bastara con mencionar al expresidente ecuatoriano.

Luego remató con esta frase que dejó al auditorio quieto: “Así como MVLL disecciona la obra Cien años de soledad de Juan Gabriel… García Márquez, también Jamil Mahuad hace una ligera disección al pensamiento de VLL”.

En ese tropiezo nació un personaje inesperado, Juan Gabriel García Márquez. Una mezcla improbable entre el autor de Querida y el creador de Macondo, producto del entusiasmo oratorio de Aliaga. Y el auditorio ni se inmutó. Solo lo escuchó en silencio, mientras él seguía hablando como si nada.

Después pasó a comentar La utopía arcaica, el ensayo en el que Vargas Llosa se aproxima a Arguedas. “En el fondo, Vargas Llosa admira a Arguedas… pero no se le permitió vivir lo que vivió José María allá en Apurímac, en Andahuaylas. Por eso, probablemente, no tuvo la capacidad de interpretar el mundo andino, soltó, serio, como si estuviera trazando un perfil psicológico más que haciendo crítica literaria. Como si a Vargas Llosa solo le hubiera faltado una infancia en el campo para entender los Andes.

Cerró con una frase solemne que resumió toda su intervención. “Sin dogmas ni encasillamientos, hay que pensar libremente”, dijo. Y sí, fue una exposición donde, en efecto, nada quedó encasillado. Ni siquiera las ideas.

Así fue.