La Incontrastable siempre estuvo en la mente y el corazón del papa Francisco, y su cercanía con esta tierra se encarnó en la figura de Pedro Ricardo Barreto Jimeno, arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Huancayo y cardenal de la Iglesia. Horas antes de embarcar hacia Roma para participar en los funerales del Santo Padre, el Cardenal alista maletas y recuerdos, con la voz serena pero conmovida por la tristeza y la nostalgia.
Desde su comunidad jesuita en Jaén, donde compartió la reciente Semana Santa, el cardenal Barreto rememora con emoción su primer encuentro con Jorge Mario Bergoglio. Ocurrió en 1980, en un centro de formación espiritual en Buenos Aires. Él era un joven presbítero limeño; Bergoglio, un sacerdote bonaerense encargado de la formación de novicios.
“Intercambiamos experiencias sobre nuestro trabajo pastoral y sobre los jóvenes que se preparaban para el sacerdocio. Hablamos también de nuestras familias. Mi madre nació en el barrio de Flores, en Buenos Aires, y juntos recorrimos sus calles, compartimos un mate, escuchamos tango… Fue como volver a un lugar que ambos conocíamos desde antes de nacer”, recuerda.
Aquella coincidencia selló una amistad que perduró y se profundizó con el tiempo. En 2007 volvieron a encontrarse en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, Brasil. Participaron juntos en las sesiones de trabajo que darían forma al documento final, con especial énfasis en el cuidado de la Casa Común, una preocupación compartida que se reflejaría años más tarde en encíclicas y exhortaciones.
Desde entonces no dejaron de coincidir. La elección de Bergoglio como Papa, en 2013, marcó un punto de inflexión. Y con ella, una anécdota inolvidable. Durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, el Papa se acercó al cardenal Barreto y le dijo: “Pedro, pórtate bien…”. El comentario desconcertó a todos. “¿Oye, Pedro, qué has hecho…?”, le preguntaban sus colegas obispos. “No sé…”, respondía él, sin entender del todo el sentido de la frase. “Quizá fue una premonición”, dice ahora, con una sonrisa melancólica.
Cinco años más tarde, en 2018, el Papa Francisco lo creó cardenal. Fue el primer purpurado peruano en ser designado fuera del Arzobispado de Lima, un hecho histórico para la Iglesia en Huancayo. “Fue un honor y una responsabilidad. Huancayo se sintió escuchado. La Amazonía, también”, comenta Barreto.
Desde entonces ha participado en reuniones en Roma, sínodos, y en la redacción de documentos fundamentales del pontificado como Evangelii Gaudium, Cristo Vive, Laudato Si’ y Querida Amazonía. Hoy, ya retirado del gobierno pastoral de la Arquidiócesis, pero aún activo en la Reunión Eclesial de los Obispos de la Amazonía, continúa cumpliendo encargos confiados por el Papa.
Con una frase sencilla resume el legado de Francisco: “El Papa pasó haciendo el bien”. Y con gratitud en nombre del pueblo, se despide del Santo Padre en este último viaje.
Este martes, el cardenal Pedro Barreto viaja rumbo a Roma para participar en las exequias del papa Francisco y en las reuniones del Colegio Cardenalicio previas al cónclave que elegirá al nuevo sucesor de Pedro.
La despedida fue con la promesa de mantener informada a su comunidad sobre el devenir de la Iglesia.