En medio de la tragedia y el dolor, un hallazgo inesperado ocurrió en las turbulentas aguas del río Mantaro. Mientras la Policía de Salvataje de Lima realizaba la búsqueda de las víctimas del fatídico accidente del auto colectivo que se despistó y volcó el pasado 15 de febrero en La Oroya, un tierno sobreviviente inesperado llamó su atención: un perrito atrapado en un islote, luchando por mantenerse a salvo.
Las imágenes muestran al indefenso animal intentando sostenerse sobre la pequeña porción de tierra, mientras el agua amenazaba con arrastrarlo. Sus aullidos de auxilio fueron escuchados por los rescatistas, quienes, sin dudarlo, pusieron en marcha una maniobra de salvamento. Uno de ellos se abrió paso entre la corriente y el lodo, con extrema precaución, hasta alcanzar al can y llevarlo a un lugar seguro. Ocurrió en Concepción, cuando recuperaron un cuerpo aún no identificado.
Una vez a salvo, el perrito recibió alimento y agua antes de ser liberado en las chacras de Orcotuna, para que encontrara refugio. La labor de estos rescatistas, sin embargo, estaba lejos de terminar. Como parte de la Unidad de Salvamento Acuático y Brigada de Búsqueda y Rescate (BBR), su misión era seguir rastreando el río Mantaro hasta encontrar a todas las víctimas de la tragedia.
Una labor de sacrificio
Ser parte de la BBR no es una tarea sencilla. Los cursos de entrenamiento incluyen rigurosas pruebas físicas y técnicas avanzadas de rescate en aguas profundas. Entre estos valientes policías se encuentra el suboficial técnico de segunda Johnny Trevejo Oropeza, quien en el pasado participó en la recuperación de cuerpos tras el vuelco de un camión en Jauja. Él, junto con sus compañeros S1 Wilder Quintanilla Huamán, S2 Pablo Madrid Rivera y S2 Carlos Balvin Gutarra, permanecerán en la zona al menos 28 días, según las disposiciones de su institución.
Para estos rescatistas, el mayor desafío no es solo la dificultad del terreno, sino el sacrificio personal. “Lo más difícil es dejar a la familia y perderse fechas importantes, como los cumpleaños de nuestros hijos”, confiesa Trevejo Oropeza. Además, deben lidiar con la angustia de las personas, quienes, en su desesperación, pueden volverse hostiles. “Cuando la búsqueda se prolonga, piensan que no trabajamos… pero les pedimos calma y tiempo”, explica.
Otra de las partes más duras de su labor es la entrega de los cuerpos a sus seres queridos, quienes solo encuentran consuelo en darles una sepultura digna. Hasta el momento, los equipos de rescate han recuperado a las tres víctimas del accidente, dos de ellas localizadas gracias a la incansable labor de estos rescatistas, que han recorrido palmo a palmo el río Mantaro desde el pasado 18 de febrero.
Más allá de los riesgos y sacrificios, los integrantes de la BBR continúan su misión con el firme compromiso de llevar paz a las familias afectadas. En medio de la tragedia, su valentía y humanidad se convirtieron en un rayo de esperanza, no solo para los deudos, sino también para un pequeño perrito que, gracias a ellos, tuvo una segunda oportunidad de vida.