Mi nombre es Paronacional, la nueva novela de Walter Lingán

Mi nombre es Paronacional es una buena novela, narrada con un estilo jocoserio, que visibiliza la manera como colisionan el descontento popular y los gobiernos dictatoriales que se aferran al poder a través del miedo, la mentira y el crimen.
Fernando Carrasco - Escritor
Fernando Carrasco Nuñez
Fernando Carrasco Nuñez
Escritor
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El 19 de julio de 1977, se llevó a cabo en el Perú un contundente paro nacional contra la dictadura militar de Francisco Morales Bermúdez. (Se trata de una de las huelgas más recordadas de nuestra historia). Este hecho obligó a que, poco después, se convocara a elecciones generales y a la Asamblea Constituyente de 1979 que estuvo presidida por el líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre.

Este importante acontecimiento de nuestra historia, sus protagonistas, así como sus antecedentes y consecuencias, son el referente principal sobre el que gira la novela Mi nombre es Paronacional (Ornitorrinco Editores, 2024) del escritor Walter Lingán.

Esta nueva novela de Lingán presenta un narrador protagonista que nos relata el motivo de su original nombre: Paronacional. El narrador recurre a los recuerdos de sus padres y, en este afán de reconstruir una historia familiar, surgen otros subtemas que enriquecen el relato. Se narra los orígenes de la localidad de Collique —la tierra de los Colli prehispánicos— en el distrito de Comas; se muestra una parte de la historia de la izquierda de nuestro país. Además, se rinde homenaje a una serie de luchadores sociales, como los mártires de Comas —asesinados en el paro del 77— y a algunos artistas de la época como el recordado poeta arequipeño Cesáreo Martínez, autor del celebrado libro Cinco razones puras para comprometerse (con la huelga). En varias páginas, se destaca también el trabajo loable de Enrique Niquín, “fiel guardián de la cultura colli”.

El narrador protagonista es hijo de dos fervorosos y viejos militantes de un partido de la atomizada izquierda de aquellos años que también se manifestaron, resueltamente, en contra de la dictadura del general Morales Bermúdez; por este motivo, la narración de esa parte de nuestra historia nacional es contada desde una perspectiva bastante crítica contra las autoridades de la época y los demás grupos de poder. No obstante, también se cuestiona a los líderes de la izquierda: “La mayoría terminó corrompiéndose. Traicionando sus ideales. Cambiando de rumbos” (p. 123). En otra parte del libro, se detalla la función que cumplió el Apra en la caída de la dictadura de Juan Velasco Alvarado:

“El gobierno acusó oficialmente a la CIA, al Partido Aprista y a los ultras izquierdosos de la P y la R por alentar los disturbios y protestas. Una caricatura en el diario Correo representó a Víctor Raúl Haya de la Torre rodeado de matones incendiarios, con la leyenda: ¨Solo el Apra quemará al Perú¨” (p. 135).

El nuevo libro del escritor cajamarquino Walter Lingán es una buena novela narrada con un estilo jocoserio.

La novela de Walter Lingán responde también a las interrogantes: ¿Cómo se formaron las barriadas en Lima? ¿Cuánto esfuerzo significó para sus pobladores obtener alumbrado público, agua potable y desagüe? El libro relata las luchas y sacrificios de las clases populares en su afán de alcanzar una vida digna dentro de la urbe limeña, principalmente, durante la segunda fase de la dictadura militar.

En el ámbito de la forma literaria, la novela de Walter Lingán, compuesta de trece capítulos, muestra, asimismo, rasgos muy bien trabajados. De inicio a fin, la historia está narrada con un tono que va entre lo hilarante y lo serio. Así comienza este libro:

“En la galaxia. En el cono. En mi pueblo joven. En mi barrunto. Todos me conocen como Paro. Cuando era chibolo me decían Parito, con cariño o hartísima mala leche. Mi nombre es Pa-ro-na-cio-nal. Repetía tartamudeando. Temeroso. Otras veces con orgullo. Acorralado por esa tropa de hamponcitos conchasumadreros. Solo por joder me achacaban los apelativos más pendencieros. Me vacilaban sin miramientos. Con perversidad” (p. 11).

Como se percibe, en el aspecto lingüístico, destaca la manera ingeniosa como se ha recreado el lenguaje de la calle. Además de la jerga juvenil, se aprecia el uso de frases o refranes populares, así como de versos de poemas o canciones (huainos, valses y boleros) interpolados, hábilmente, en el discurso del narrador.

“La juventud divino tesoro se apoderó del asfalto. Apedrearon a un microbio. El chofercito carretero se empaló. Una señora palo en mano lo retó a seguir. Ante ella reclamó airado. La fuerza del gentío y la molotov que le cayó en las narices, lo hizo desistir. Suavecito nomás. Dio media vuelta y se fue con el sol cuando cae la tarde” (p, 174-175).

Cabe señalar que, para un lector poco familiarizado con la jerga de la calle de ahora y de algunas décadas atrás, algunas frases pueden tornarse ininteligibles.

En síntesis, Mi nombre es Paronacional, el nuevo libro del escritor cajamarquino Walter Lingán, es una buena novela, narrada con un estilo jocoserio, que visibiliza la manera como muchas veces colisionan, en países como el nuestro, el descontento popular y los gobiernos dictatoriales que se aferran al poder a través del miedo, la mentira y el crimen.