El aceite de kiwicha, conocido como el “oro líquido”, ha ganado popularidad internacional gracias al trabajo de Cusco Mara, una empresa cusqueña liderada por la ingeniera Adriana Valcárcel. La empresa ha revolucionado la producción de productos a base de granos andinos como la kiwicha, la quinua, la cañihua, haba y el tarwi.
Estos granos, considerados superalimentos, han sido transformados en productos de alta calidad que promueven una vida saludable. Entre ellos destaca el aceite de kiwicha, un producto que no solo aporta beneficios nutricionales, sino que también refleja el patrimonio cultural de los Andes.
El oro líquido: Aceite de Kiwicha Sagrado del Cusco
Adriana Valcárcel fundó Cusco Mara hace 38 años con la visión de aprovechar la riqueza de la biodiversidad andina. Inspirada por los conocimientos ancestrales, ha logrado integrar ciencia y tradición. En ese proceso, Valcárcel y su equipo recolectaron más de 41 variedades de kiwicha de diferentes colores. Investigaron los beneficios nutricionales de los granos oscuros, lo que los llevó a crear un aceite único a través de técnicas de prensado en frío, preservando su valor nutritivo. El aceite de kiwicha sagrado no solo se distingue por su método de producción sostenible, sino también por su alto contenido de ácidos grasos omega-3 y omega-6, beneficiosos para la salud cardiovascular y la piel. Este producto, reconocido a nivel internacional, tiene una medalla de bronce tras participar en el concurso ACBA de París en 2022. El reconocimiento ha abierto las puertas para su comercialización global, especialmente en mercados como el estadounidense, donde Cusco Mara ha conseguido certificaciones sanitarias esenciales como el FDA. El aceite de kiwicha sagrado, además de sus aplicaciones como suplemento alimenticio, tiene un potencial en la industria cosmética. Sus propiedades antioxidantes lo convierten en un ingrediente clave en productos antienvejecimiento y para el cuidado del cabello. A pesar de que la extracción del aceite es un proceso costoso y laborioso debido a su bajo contenido de aceite (entre el 4% y el 6%), Cusco Mara ha desarrollado un método patentado que asegura la pureza y calidad del producto. Cusco Mara ha logrado este éxito gracias a alianzas estratégicas con instituciones académicas y el apoyo de ProInnovate, un programa del Ministerio de la Producción que financió parte del proyecto. Este cofinanciamiento permitió a la empresa cusqueña internacionalizar su producción y enfrentar los retos del mercado global.
Innovación y legado cultural
El enfoque de Cusco Mara no solo se basa en la innovación tecnológica, sino también en la preservación de la biodiversidad andina. Valcárcel destaca la importancia de valorar los recursos nativos de la región y de no solo vender materia prima, sino productos con valor agregado que cuenten la historia y la cultura del Cusco. La empresa también ha incorporado a jóvenes profesionales, como Fausto Landa y Federico Llosa, quienes han aportado su conocimiento técnico y científico para mejorar los procesos de producción. Adriana Valcárcel, como mujer emprendedora, ha marcado un precedente en la agroindustria cusqueña. Su liderazgo y pasión por los granos andinos han permitido que Cusco Mara se posicione como una empresa comprometida con la sostenibilidad y la innovación. Valcárcel anima a otras mujeres y emprendedores a seguir sus sueños, destacando la importancia de la perseverancia y la pasión en cualquier proyecto.
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