Junín: Independencia y frustración

“Terminada la guerra muy poco cambiaron las cosas en las naciones independizadas, especialmente en el Perú. El viejo lastre colonialista de gamonales y hacendados mantuvieron al campesinado en el más inicuo despojo y explotación”.
Periodista Jorge Ponce
Jorge Ponce
Jorge Ponce
Periodista
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Han pasado 200 años desde cuando un 6 de agosto de 1824 el Ejército Unido Patriota, dirigido por el libertador Simón Bolívar, y apoyado por las montoneras y guerrillas campesinas, derrotó al Ejército Español en la Batalla de Junín, creando las mejores condiciones y el preludio para la posterior victoria definitiva de Ayacucho.

En los años veinte del siglo XIX la expansión capitalista y búsqueda de mercados por parte de los países de Europa Occidental, provoca la voracidad de las riquezas naturales en las colonias de ultramar. Especialmente, Inglaterra codiciaba los minerales, el guano, el salitre, la riqueza ictiológica, la vastedad forestal y demás recursos que poseían las colonias españolas y, particularmente, el Perú.

Por eso es que los ingleses alientan a San Martín y Bolívar en el caro cometido de sacar a los ibéricos de esta parte del Mundo. Paralelo a ello, las ansias y conciencia de libertad e independencia crece, indeteniblemente, en los próceres civiles y militares criollos.

Pero, las ansias de independencia en el Perú venían de mucho más atrás. Gestas como la formidable rebelión de Túpac Amaru II y otros, habían puesto en jaque, apenas 44 años atrás de Junín y Ayacucho, al dominio español.

La importante participación de las masas campesinas y sus líderes lo conocía muy bien Bolívar y supo aprovecharlas. Abundante literatura sobre el protagonismo y la heroicidad del pueblo humilde y anónimo en la guerra de la independencia se ha escrito desde el siglo XX.

 

“Las ansias de independencia en el Perú venían de mucho más atrás. Gestas como la formidable rebelión de Túpac Amaru II y otros, habían puesto en jaque, apenas 44 años atrás de Junín y Ayacucho, al dominio español”

 

Es en este contexto histórico que Bolívar, conduciendo ejércitos regulares y contando con el apoyo de los pueblos originarios, organizados en montoneras y guerrillas, completaría la independencia hispanoamericana en Junín y Ayacucho. No obstante, el ideal Bolivariano de unir a las naciones recientemente independizadas en un solo Estado multinacional (parecido a los Estados Unidos de Norteamérica) fracasó, provocando que Simón Bolívar exprese esa famosa frase: “He arado en el mar”.

No obstante, terminada la guerra muy poco cambiaron las cosas en las naciones independizadas, especialmente en el Perú. El viejo lastre colonialista de gamonales y hacendados, propietarios de las tierras, mantuvieron al campesinado en el más inicuo despojo y explotación.

Igualmente, no pudo surgir una burguesía nacional como clase dirigente, capaz de superar las lacras coloniales y desarrollar al país, explotando soberanamente sus riquezas naturales, así como su industrialización y comercialización. Por el contrario, el poder se mantenía en manos de una oligarquía parasitaria y dependiente.

Más pudieron las ambiciones militaristas y la incapacidad de la civilidad en organizarse en robustos partidos políticos que cambien la historia. El neocolonialismo vasallo que vive hoy nuestra patria no es más que el correlato de ese fracaso histórico.

Antes de finalizar debemos destacar que la epopeya decisoria en la victoria de Junín la dieron los Húsares del Perú, puesto que en el fragor de la lucha y cuando Bolívar había ordenado la retirada ante una inminente derrota para salvar lo que quedaba de la caballería patriota, surge la arremetida por la retaguardia de este batallón peruano, trocando una derrota en victoria.