“No a las exclusiones”

"Causa extrañeza que se pretenda segregar por antipatías políticas, animadversiones o prejuicios ideológicos la presencia de ciertos presidentes en el Perú para el 6 de agosto y el 9 de diciembre, bicentenario de las batallas de Junín y Ayacucho".
Periodista Jorge Ponce
Jorge Ponce
Jorge Ponce
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Con motivo del próximo Bicentenario de las batallas de Junín y Ayacucho, por los medios hace una especie de satanización y exclusión de qué presidentes deben llegar o no al Perú.

Pienso que eso conlleva más a la confusión y enemistad, antes que a la hermandad de las naciones.

Es cierto que Dina Boluarte y Zózimo Cárdenas no tienen los pergaminos democráticos, principios de moralidad, ni capacidad de gestión para alzarse como dignos anfitriones de nuestro país en las celebraciones del Bicentenario de la Independencia Americana.

Pero, nos guste o no a ellos les ha tocado ser nuestras autoridades en este año epopéyico en que celebraremos los 200 años de las victorias históricas de Junín y Ayacucho.

La verdadera Independencia del Perú y de toda América del Sur se sella para siempre con Junín y Ayacucho, el 6 de agosto y 9 de diciembre de 1824, respectivamente. Con la fuerza de las bayonetas y el incomparable espíritu de heroicidad de nuestros soldados que derramaron su sangre generosa y libertaria que agradecemos las futuras generaciones.

 

“Algunos dicen, fuera Maduro calificándolo de dictador de izquierda en Venezuela. Otros señalan fuera Milei por ser un ultraderechista que, supuestamente, lleva al barranco a la Argentina. Con esa prejuiciosa lógica política, aquí diríamos, entonces, fuera Dina por “asesina” de 60 vidas”

 

La Proclama de San Martín del 28 de julio de 1821 más fue una clarinada de alerta y el inicio de una gesta epopéyica. Toda vez que el virrey La Serna ante el arribo de San Martín prefiere por razones tácticas y de estrategia trasladarse al Cusco, manteniendo intacta una poderosa maquinaria de guerra compuesta por alrededor de 10 mil soldados.

Pero el genio militar de Simón Bolívar y de Antonio José de Sucre, ambos venezolanos, acabaron con La Serna y todo el ejército realista. En Junín y Ayacucho lucharon juntos como hermanos y por una causa común soldados y oficiales chilenos, peruanos, colombianos, venezolanos, ecuatorianos y hasta argentinos. Todos ellos sin distinción de nacionalismos ni ideologías políticas.

Por eso causa extrañeza que hoy se pretenda segregar por antipatías políticas, animadversiones o prejuicios ideológicos la presencia de ciertos presidentes en el Perú para el 6 de agosto y el 9 de diciembre.

Algunos dicen, fuera Maduro calificándolo de dictador de izquierda en Venezuela. Otros señalan fuera Milei por ser un ultraderechista que, supuestamente, lleva al barranco a la Argentina. Con esa prejuiciosa lógica política, aquí diríamos, entonces, fuera Dina por “asesina” de 60 vidas.

Dicen que sin la gesta de Junín no se hubiera creado las condiciones para lo de La Quinua – Ayacucho. Sea como fuere, ambas epopeyas son parte inseparable de una misma cadena, que enlazó la independencia de la América del Sur derrotando en el campo de batalla al colonialismo español y expulsándolo para siempre de estas tierras.