Lamentablemente el 8 de marzo en muchos espacios se ha convertido en una fecha en donde “felicitan a las mujeres” y se incrementa el cdomercio de flores y chocolates para acompañar dicha felicitación, enunciada al lado de la valoración de estereotipos de lo que significa ser mujer. Nadie cuestiona la expresión de afectos ni la entrega de detalles en sí mismo, pero aquí lo importante: la fecha se debe conmemorar con una valoración de fondo y no con detalles banales.
Se trata de un día conmemoración en memoria de mujeres obreras trabajadoras textiles que murieron quemadas dentro de una fábrica luego que su patrón les cerrara las puertas para impedir una movilización que ya cobraba fuerza por la lucha por los derechos laborales. Por eso, a diferencia del 25 de noviembre, en el cual luchamos contra la violencia hacia las mujeres, revaloramos a las mujeres en su posición de actoras sociales y de promoción de los derechos laborales.
No hay mejor forma de honrar el Día de la Mujer si no es con lucha y resistencia, con el ejercicio de nuestros derechos civiles y políticos para pugnar por una sociedad en donde la igualdad y no discriminación sean reales en los hechos; no como en nuestro contexto actual. En esta democracia que ya no es democracia es vital comprender y valorar a las mujeres que exigen una sociedad donde la vida digna sea la regla general a respetar.
“Cómo es posible que Boluarte tenga la osadía de nombrar a Micaela Bastidas, personaje emblemático de resistencia a la opresión colonial, cuando ella misma encarna la opresión hacia las mujeres que resisten a este sistema capitalista transgresor y dictador”
Vivimos un período duro para nuestra historia. Para desgracia nuestra la primera mujer presidenta del Perú es la primera dictadora, sin legitimidad y la primera que traiciona la voluntad popular y a sus congéneres. Escuchar su mensaje a la nación por el Día de la Mujer fue escalofriante, aterrador e indignante.
No es posible tanta mentira dicha cuando en la realidad la violencia estatal continúa. Nos indigna que Boluarte diga valorar a las mujeres que luchan día a día, referirse a las campesinas y agricultoras pero cuando ellas ejercen sus derechos políticos las reprime de manera indigna y viola sus derechos humanos.
Cómo es posible que Boluarte tenga la osadía de nombrar a Micaela Bastidas, un personaje emblemático de resistencia frente a la opresión colonial, cuando ella misma encarna la opresión hacia las mujeres que resisten a este sistema capitalista transgresor y dictador.
Cómo es posible que diga que está en contra del orden machista y patriarcal cuando ella misma encarna la violencia sistémica machista y patriarcal. Desde sus diversas carteras ministeriales el Ejecutivo ejerce violencia institucional la ha expresado de manera nefasta y discriminadora, señalando que las mujeres que luchan son peor que animales al tratarse de madres que junto con sus wawas quipichados en la espalda batallan por una vida digna.
Dina Boluarte es mujer solo en lo biológico, porque en su posición como política no es más que una opresora que atenta contra las propias mujeres y es servidora del capitalismo y patriarcado. Dina Boluarte es la muestra clara de la traición: ninguna mujer que valora la democracia y la vida digna está con ella en estos momentos.
Día de reflexión
El Día de la Mujer es un día de reflexión y de acción, en el que las protagonistas son las propias mujeres que resisten por y para las mujeres. Esta fecha nace de una asamblea popular de mujeres socialistas que designan como secretaria general a la feminista Clara Zetkin, quien después propone el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Esto es importante tenerlo presente para quienes pretenden deslegitimar las luchas feministas y a las mujeres que cuestionan el sistema y resisten, porque precisamente estas luchas abren puertas y caminos para que avance el reconocimiento de derechos hacia las mujeres.
Ninguno de los derechos los hemos conquistado tomando el té. Cada uno ha significado revoluciones sociales de ruptura del status quo, con acciones disidentes para enfrentar “el orden” que naturaliza la violencia y la explotación. En nuestro país, la pobreza tiene rostro de mujer, las mujeres aún no acceden en igual medida al reconocimiento de derechos laborales.
Las mujeres han encontrado en los emprendimientos la escapatoria a un sistema que las excluye de la formalidad laboral, pero esto no les garantiza acceso a un seguro de salud, salario mínimo y pensión de jubilación en el futuro. Son parches construidos para la sobrevivencia frente a un sistema que se sostiene en los privilegios de pocos.
“El Día de la Mujer debe ser conmemorado respirando lucha y resistencia, levantando nuestras voces y ejerciendo nuestro derecho a la protesta para reconstruir nuestro país, en una resistencia para alcanzar la sociedad que nos merecemos”
No podemos conmemorar el Día de la Mujer si a la par avalamos las violaciones de derechos humanos de las mujeres que luchan en las calles, o si pretendemos que las maternidades no pueden ocupar los espacios públicos, o si pretendemos que ser mujer es aceptar ser servidoras y explotadas para beneficio de pocos.
No podemos conmemorar el Día de la Mujer en el Perú si no aceptamos nuestra diversidad étnica, pluricultural y si no aceptamos que nuestro país es racista y discriminador, donde la vida de las mujeres andinas no vale lo mismo que la de las blancas o blancomestizas.
No podemos conmemorar el Día de la Mujer si guardamos silencio cómplice frente a los feminicidios y demás expresiones de violencia de género que hace que las mujeres vivan con miedo permanentemente.
El Día de la Mujer debe ser conmemorado respirando lucha y resistencia, levantando nuestras voces y ejerciendo nuestro derecho a la protesta para reconstruir nuestro país. Nos abrazamos y forjamos nuestra historia con acuerpamiento colectivo y resistencia conjunta para alcanzar la sociedad que nos merecemos.