La liberación del líder etnocacerista, Antauro Humala, fue una de las principales noticias en la semana que pasó; así como las investigaciones que sigue la Fiscalía por corrupción a la familia y el entorno del presidente Pedro Castillo y que lo involucrarían a él mismo.
La liberación de Antauro, como se esperaba, provocó reacciones de políticos de diversos colores, especialmente de la derecha que ha rechazado la decisión del INPE. Pero lo que más preocupa a la decadente clase política que hoy gobierna el país es que Antauro vuelva al redil, ya que según todas las perspectivas el etnocacerismo ingresaría a la próxima contienda electoral del 2026.
Hasta donde conocemos, desde el punto de vista ideológico y político, el etnocacerismo se halla ubicado en la antípoda de la izquierda, es decir, en los predios de esa ultraizquierda radical y jacobina, que, propone, por ejemplo, fusilar a todos los corruptos.
“El pueblo, desencantado de los partidos tradicionales, en determinadas coyunturas buscó presidentes a su imagen. Allí están el “chinito” Fujimori, el “cholito” Toledo, el “milico” Ollanta y el “sombrerito” Castillo. Únicamente Alan (segundo periodo) y PPK fueron excepciones obligadas”
Sin embargo, suponemos que los más de 16 años de cárcel debe haber enseñado a Antauro a reflexionar sobre sus teorías fundacionales y práctica política. Pese a su carcelería, Antauro ha estado participando activamente en política. Tal es así que el antaurismo obtuvo una significada bancada en las elecciones parlamentarias del 2020.
Una pregunta que siempre da vueltas es: ¿Por qué al antaurismo, pese a que su líder estuvo encarcelado por el llamado “Andahuaylazo”, mantuvo cierta vigencia política en un sector del pueblo peruano? ¿No será que en este país los episodios de rebelión contra el sistema vigente sea, de alguna manera, atractivo entre los sectores desposeídos de nuestro pueblo que buscan a un redentor?
No nos olvidemos que desde 1,990 el pueblo, desencantado de los partidos tradicionales, en determinadas coyunturas buscó presidentes a su imagen. Allí están los casos del “chinito” Fujimori, del “cholito” Toledo, del “milico” Ollanta y del “sombrerito” Castillo. Únicamente los casos de Alan (segundo periodo) y de PPK fueron excepciones obligadas por las circunstancias.
Y podemos seguir haciéndonos más preguntas: Hoy, el “rebelde” Antauro podría, igualmente, despertar falsas ilusiones o hacernos percibir un segundo velasquismo.
Finalmente, el haber estado preso, curiosamente, podría convertirse en Antauro un plus para sus intenciones presidenciales. Sino veamos qué pasó en Uruguay con Mujica, con Lula en Brasil y recientemente con Petro en Colombia. Salvo mejor parecer.