Huanca York Times le planteó cuatro preguntas al exministro del interior, Rubén Vargas Céspedes, quien también es exjefe de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida). Como experto en lucha antidrogas y antiterrorismo, sostuvo que en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), el gobierno promueve la expansión de los cultivos de hoja de coca, “a sabiendas que el 90 %” de este cultivo se va al narcotráfico.
Hace casi un año, el 23 de mayo de 2021, 16 personas fueron asesinadas en Vizcatán del Ene, en el Vraem, reivincadas por el Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), y el 4 de mayo de 2022, una pareja de esposos agricultores fue victimada en el mismo distrito.
En ese contexto, aquí las respuestas de Vargas a las interrogantes.
Señor Rubén Vargas, usted es experto en lucha antidrogas y también en lucha antiterrorista. Ha sido jefe de Devida y también ministro del Interior. Justamente por eso queremos preguntarle, ¿acaso estamos perdiendo la lucha contra el narcotráfico y lo que queda de Sendero Luminoso en el Vraem?
“Es una pregunta bastante compleja. El problema del narcotráfico lo venimos arrastrando 50 años y estamos en un momento absolutamente crítico, en efecto. Algunos analistas señalan de que al narcotráfico no se le puede derrotar, pero sí se le puede mantener a raya, se le puede contener, se puede tomar medidas para que no se expanda, para que no contamine más y para que no se convierta en un factor que impida el crecimiento económico o un factor que perturbe la gobernabilidad. Eso es lo que se hizo con algún éxito en el Alto Huallaga. Recordemos que el narcotráfico tuvo como epicentro, es más, nació en el Alto Huallaga. En la década de los 90 solamente en el Alto Aliaga había un poco más de de 100 mil hectáreas de hoja de coca articuladas a la cocaína.
Y había el terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA. Pero esa historia negra, la del Alto Huallaga, se terminó. Se pudo superar, se pudo derrotar al terrorismo y se redujo significativamente la presencia del narcotráfico. Ahora, los cultivos de coca se han expandido a varias otras zonas, a 14 regiones del Perú; en unas más que en otras. Y en este momento, lo que antes, en los 90 teníamos en el Alto Huallaga, lo tenemos en el Vraem. Allí hay cerca de 30 mil hectáreas de hoja de coca. A nivel nacional tenemos 62 mil, según Naciones Unidas, pero según la Casa Blanca tenemos 88 mil hectáreas de hoja de coca.
“Al narcotráfico no se le puede derrotar, pero sí se le puede mantener a raya, se le puede contener, se puede tomar medidas para que no se expanda, para que no contamine más”
De esas 62 mil, vamos a quedarnos con la cuantificación de Naciones Unidas, 30 mil están en el Vraem. Pero aún cuando son 30, representa un poco menos del 50 % de la producción de hoja de coca en el Perú por los factores de productividad. Esas 30 mil hectáreas se convierten en un poco más de 400 toneladas de clorhidrato de cocaína anuales, y eso representa cerca del 70 % de la producción anual de drogas del país. Entonces, estamos hablando, en efecto, de la zona de mayor producción de esta droga. Y si juntamos el Vraem con Puno, estamos hablando del 85 % del problema del narcotráfico en el Perú. El Vraem es una zona bastante compleja.
Su problemática en materia de seguridad está mezclada con la presencia del grupo terrorista y de clanes familiares que manejan el negocio de la droga, de criminalidad organizada en torno a la droga. Es una zona conformada por 69 distritos, por la confluencia de cinco regiones, que están por más de 30 o 40 años en permanente estado de emergencia. Desde mi punto de vista, el gobierno no tiene un enfoque de una guerra contra el narcotráfico, o por lo menos no una estrategia alineada a los intereses del país en la lucha contra las drogas.
Lo que más bien estamos viendo, es un gobierno que tiene como respuesta, como acción frente al problema de las drogas y de la expansión de la coca ilegal, son tres cosas. Uno. La promesa de la legalización de la hoja de coca y para eso han trabajado varios proyectos de ley desde el partido de gobierno, especialmente una, la que promueve el congresista Guillermo Bermejo, que propone la legalización de toda la hoja de coca con el argumento de que es un producto tradicional. Dos. Hace poco, el primer ministro [Aníbal Torres], en un Consejo de Ministros Descentralizado, ha ofrecido comprar toda la producción de hoja de coca del Vraem, es decir, la hoja de coca ilegal. Tres. La estrategia antidrogas del gobierno en el Vraem se fundamenta en una propuesta o una política conocida como el Pacto Social Ciudadano, que desde mi punto de vista es algo así como una copia mal hecha del llamado control social que se ha ejecutado en Bolivia.
“[El de Castillo es un gobierno] que está trabajando en una mayor expansión de la hoja de coca en el Perú, a sabiendas de que el 90 % se convierte en cocaína”
Entonces, lo que tenemos como mensaje final del gobierno en materia antidrogas es: Uno, va a ser legal. Dos, vamos a comprar la hoja de coca, inclusive la ilegal. Tres, si quieres te puedes autoerradicar. Ese es el pacto social ciudadano. Y, finalmente, toda la coca va a ser legal. Entonces creo que ese es un mensaje absolutamente irresponsable. [Es un gobierno] que está trabajando en una mayor expansión de la hoja de coca en el Perú, a sabiendas de que el 90 % se convierte en cocaína.
Un estudio del INEI concluye que el mercado legal y tradicional en el Perú de la hoja de coca se satisface al 100% con 12 mil toneladas de hoja de coca, las que se se producen en 9 mil hectáreas. Pero la cantidad de coca que tenemos actualmente superan las 160 mil toneladas. Y este gobierno está promoviendo inclusive una mayor expansión. Todo esto en un contexto en el que el consumo internacional de la cocaína, especialmente en Europa, en Sudáfrica y en Asia está aumentando. Es decir, hay una presión muy fuerte de los mercados internacionales por la cocaína. Eso significa que hay muchos compradores. Hay muchos operadores del narcotráfico internacional que están comprando mucha cocaína. La cocaína está teniendo un precio bastante alto y eso es un elemento adicional para que se expanda precisamente la hoja de coca articulada a este mercado negro.
¿Entonces, me preguntas cuál es nuestra situación en torno a la cocaína y al narcotráfico en el VRAE y en general en el Perú? Yo diría que estamos cruzando una peligrosísima línea que nos puede llevar con absoluta facilidad a ese escenario de la década de los 80 y de los 90 en el que estuvimos prácticamente convirtiéndonos en un narcoestado.
Tenemos entonces un gobierno que está favoreciendo que esto ocurra. Frente a ello quiero preguntar. ¿Han fracasado las propuestas de los cultivos alternativos, del desarrollo alternativo, señor Rubén Vargas, en el Vraem?
Creo que la lucha contra las drogas, con muchos tropiezos, en el Alto Huallaga ha tenido resultados importantes. A tu pregunta. Una de las grandes lecciones en la lucha contra las drogas es que si ésta no es integral, no sirve. ¿Qué significa? Que la lucha, o la respuesta del Estado frente a las drogas, no puede reducirse a las acciones de erradicación. No puede reducirse a los programas de desarrollo alternativo. Tienen que estar en el marco de una estrategia integral en donde esté el desarrollo alternativo, la erradicación, la interdicción de insumos químicos, la presencia del Estado proveyendo servicios básicos a la población afectada por los cultivos ilegales. Y eso de manera sostenida en el tiempo. Si no se hace de esta manera, sin duda va a ser un fracaso más.
La pregunta que me hago es si en Vraem se ha intentado hacer eso alguna vez, si se ha intentado poner en práctica una estrategia integral. Desde mi punto de vista, no. Han sido intervenciones parciales, aisladas, y eso es una de las razones, probablemente, para que el narcotráfico y el terrorismo hayan echado raíces profundas en esa parte del país. Hay algunos ejemplos importantes de desarrollo alternativo en el Vraem, sin duda.
“No se puede pretender que el café, el cacao, el banano o lo que fuera, pueda competir con el narcotráfico. Al narcotráfico hay que golpearlo. Al narcotráfico hay que enfrentarlo con firmeza. No se puede estar con medias tintas”
En poco tiempo, del 2019 al 2021, Devida, ha ejecutado una estrategia muy interesante de desarrollo alternativo. Especialmente en el norte del valle, con las comunidades nativas ashaninkas. Pero, nuevamente, estamos enfrentando a una economía ilegal, a una de las más fuertes, más poderosas del país. Y eso, insisto, tiene que hacerse de manera integral. No se puede pretender que el café, el cacao, el banano o lo que fuera, pueda competir con el narcotráfico. Al narcotráfico hay que golpearlo. Al narcotráfico hay que enfrentarlo con firmeza. No se puede estar con medias tintas. Porque, con los elementos que he mencionado, es decir, la demanda externa, la expansión de la coca, y ojo con lo que está haciendo Colombia; en los últimos años ha erradicado de manera consecutiva, más de 130 mil hectáreas. Es decir, allí están golpeando fuerte el narcotráfico y eso va a ocasionar lo que se conoce como el efecto globo: El narcotráfico va ver que en el Perú tiene menos riesgo a sus actividades y se va venir acá. Entonces, creo que el 2023, fácil, fácil vamos a cruzar el límite o el techo de las 100 mil hectáreas de hoja de coca en el Perú. Y eso significa daños severos a la seguridad.
Ahora que estamos cerca de las elecciones regionales y municipales, señor Rubén Vargas, y en elecciones anteriores hemos tenido denuncias de infiltración del dinero del narcotráfico en la política. ¿Existe ese riesgo ahora?
Permíteme enfocarlo de manera un poquito más amplia. En el Perú tenemos un conjunto de economías ilegales que producen anualmente cerca de 7 mil 500 millones de dólares. Las economías ilegales más fuertes en el Perú, son, primero, la minería ilegal del oro. Está también, por supuesto, el tráfico ilícito de drogas, cocaína. También la trata de personas, el contrabando, la pesca ilegal, etcétera. En conjunto, generan 7 mil 500 millones de dólares anuales. Es una cantidad monstruosa, grande. Y obviamente que esa cantidad de dinero no circula solamente en canales informales o en los mercados negros. Entra al sistema formal, al sistema financiero formal y todo ese circuito goza de protección política. Qué duda cabe. Y especialmente el narcotráfico y la minería ilegal.
¿Ustedes, especialmente, los que están en las regiones del país, seguramente que se preguntarán, igual que yo, cómo es que un candidato o determinados candidatos pueden hacer tanto alarde de recursos y logísticas en sus campañas? Tenemos el derecho de sospechar que están siendo financiadas por alguna de esas economías ilegales. ¿Y cuál es el interés de esas economías ilegales de financiar candidaturas de políticos en las regiones o en Lima? Básicamente es de lavar dinero cuando su candidato finalmente accede al poder dentro de la estructura del gobierno.
Los gobiernos subnacionales se encargan de la ejecución de grandes proyectos de infraestructura. Hay proyectos que superan los 100 millones, 150 millones, 200 millones. Esos fondos son lavados a través de empresas que son manejadas precisamente por narcotraficantes, por mineros ilegales y por otros operadores vinculados a esas economías ilegales. ¿Ustedes creen que ha sido gratuito que el Congreso de la República y el presidente aprobaran y promulgaran la ley que favorece a la minería ilegal del oro y que les permite seguir depredando impunemente en nuestra Amazonía hasta el 2026? ¿Cuál es la racionalidad para que eso haya ocurrido? Racionalidad válida no la hay. Tenemos que sospechar que ha sido otra cosa. Espero haber respondido a tu pregunta.
Bueno, me deja con inquietudes. Hay una idea circulando en el sentido de que quizás haciendo del Vraem una región independiente el Estado pudiese administrar mejor este territorio. ¿Esa idea es viable?
Sin duda que generar mecanismos que permitan una mayor presencia del Estado y que los presupuestos y los fondos públicos lleguen de manera más directa, es importante para consolidar o para que esa presencia del Estado no sea solamente nominal. Un poco con esa lógica se han ido creando muchos distritos en el Vraem, especialmente en el gobierno de [Ollanta] Humala, y a partir de ahí se ha pensado en la regionalización del Vraem. Creo que es una idea interesante. Sin embargo, como les comentaba en tus primeras preguntas, enfrentar el narcotráfico del vraem, pasa por tener estrategias integrales y la decisión de hacerlo, de enfrentarlas. Esto último no ha existido. No existe. Tenemos una presencia militar en el Vraem que nos cuesta a todos los peruanos mucho dinero. Pero esa presencia militar está dirigida a enfrentar al grupo terrorista, no al narcotráfico. ¿Me pregunto entonces, quién está a cargo de enfrentar al narcotráfico en términos de seguridad, de la presencia militar policial?
[*Este diálogo fue gracias a la Red de Medios Regionales del Perú, del cual es parte Huanca York Times]