Escribe: Jorge Ponce C. [Periodista]
Los poderosos termocéfalos de la comunicación de pronto han salido a quejarse, acusando al gobierno de Pedro Castillo de que estaría atentando contra la sacrosanta libertad de expresión, de la cual, según ellos, disfrutamos.
Veamos lo que dicen algunos:
El Consejo de la Prensa Peruana que reúne a los dueños de los grandes periódicos, radio y televisión señalan que “la libertad de expresión está en riesgo, porque el poder político (o sea el gobierno) tiene la obligación de dar información a los medios y no lo estaría cumpliendo”.
Otros sostienen que “un mensaje presidencial de siete minutos por sí solo no es suficiente, falta ese diálogo de ida y vuelta…además que el presidente se estaría negando a declarar a todos los medios de comunicación e impide que la prensa cubra eventos oficiales del Gobierno”.
Vayamos por partes. Todos sabemos que los grandes periódicos nacionales radioemisoras y canales de televisión son simples cajas de resonancia del gran poder económico. Eso lo puede percibir cualquier ciudadano común y corriente, como también perciben que los periodistas que en esos medios trabajan son únicamente empleados que tienen que informar y opinar de la manera como el dueño les ordena, caso contrario los botan del trabajo.
“Todo esto no quiere decir que se busca tener medios de comunicación incondicionales al gobierno. No señor. Lo justo y ético es simplemente que se informe con objetividad, sin direccionar con malicia la información, con pluralismo informativo y opinión, así como desterrar ese sensacionalismo repetitivo e interesado de todos los días”.
Desde el primer día en que se instaló el nuevo gobierno esos medios solo se han dedicado a realizar un trabajo de zapa y mala fe, buscando el fracaso del régimen para así forzar una vacancia del presidente. Esto es clarísimo.
La manipulación de la información y la opinión con fines vedados es una práctica muy frecuente en nuestro medio. A pesar de ello se puede constatar que hay mucha información que fluye del Poder Ejecutivo y que los medios los tratan como a ellos mejor les parece.
Sin embargo, todo esto no quiere decir que se busca tener medios de comunicación incondicionales al gobierno, no señor, lo justo y ético es simplemente que se informe con objetividad, sin direccionar con malicia la información, con pluralismo informativo y opinión, así como desterrar ese sensacionalismo repetitivo e interesado de todos los días y semanas.
Pienso que la crítica periodística sana y objetiva por muy ácida que sea merece respetarse y tomarla en cuenta.
Como propuesta me parece que el gobierno tiene que buscar sus propios canales de comunicación de manera directa con el pueblo. Un gobierno que dice ser honesto no le debe tener miedo a ser encarado por el pueblo directamente si el caso así lo amerita. Se trata de inaugurar un inédito procedimiento comunicacional sin intermediarios.
El gobierno podría alquilar un espacio en RTP y Radio Nacional cada semana con líneas telefónicas abiertas para que el presidente y los ministros puedan informar sobre su trabajo, así como escuchar reclamos y críticas del supremo juzgador que es el pueblo.