Escribe: Amire Ortiz [Abogada feminista]
Hoy 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales y corresponde que promovamos una mirada de valoración, reconocimiento a la implicancia de su participación social, pero también nos convoca a la reflexión sobre los retos pendientes de cara a un reconocimiento efectivo a una vida digna sin discriminación.
Dentro de los muchos aspectos relevantes que podemos evidenciar, no podemos dejar de mencionar el aporte de las mujeres rurales en la seguridad alimentaria y en la actividad agrícola, sin embargo. Las brechas por razón de género hacen que muchas veces ese trabajo sea invisibilizado, que no sea remunerado o que no lo sea en igualdad de condiciones que sus pares hombres y con ello que se naturalicen condiciones de violencia y explotación que aumentan su condición de vulnerabilidad.
En esta crisis sanitaria, de acuerdo al informe de la ONU “Más allá de la pandemia de COVID-19: un plan feminista en favor de la sostenibilidad y la justicia social”, se insta a reconstruir el sistema alimentario mundial, en el cual es crucial el apoyo y respaldo a la vida de las mujeres rurales para la producción de alimentos diversos y saludables. En esa línea, debemos fortalecer los demás canales que permitan que sus derechos se hagan efectivos.
La falta de acceso a la educación, la violencia sexual, la maternidad infantil, la trata y explotación laboral, son solo algunos de los problemas álgidos que atraviesan las mujeres rurales por la falta de una justa inclusión por parte de la sociedad y los programas gubernamentales que aún no toman en cuenta un adecuado enfoque de género con mirada interseccional para abordar los retos que tenemos como país, a fin de alcanzar mayores condiciones de igualdad.
Las mujeres rurales aún conforman una población olvidada y postergada, la discriminación sigue presente, los estereotipos prejuiciosos sobre su existencia son motivos de mofas y burlas en medios de comunicación y la asignación de roles sociales en permanentes posiciones de servicio siguen presentes, por enunciar ejemplos reales. Pero, además, en este día no podemos dejar de mencionar la deuda histórica que tenemos con ellas por las múltiples situaciones de violaciones a sus derechos humanos ocurridas en el tiempo, tales como los hechos de violencia suscitados durante el conflicto armado interno en el Perú, los casos de esterilizaciones forzosas de las cuales fueron víctimas miles de mujeres andinas y amazónicas durante el gobierno dictatorial de Alberto Fujimori, entre otros que aún siguen en la búsqueda de justicia y reparación.
Es obligación ética que en nuestra participación ciudadana instemos a su reivindicación, pues hablamos de mujeres históricamente víctimas de indiferencia y violencia explícita que permanece abrazada con impunidad. Que este día sea para reflexionar y seguir en la acción de la inclusión social con real sentir y humanidad.