Ejército se repliega a su base y rescatistas que buscan a la maestra Luz no cuentan con víveres

El Batallón Contra Terrorismo 311 de Jauja se replegó el lunes a su base El Mirador. Desde entonces, policías y voluntarios buscan solos a la maestra Luz Samaniego sin víveres ni apoyo local.
La policía, antes escoltada por el Ejército, ahora rastrea sola.
Jhefryn Sedano
Jhefryn Sedano
jhefryns30@gmail.com
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La profesora de inicial Luz Lindo Samaniego (54), del pueblo de Balcón, lleva diez días desaparecida en la frondosidad de Santo Domingo de Acobamba, zona del VRAEM. El operativo de búsqueda, que al principio contó con el apoyo del Ejército, ahora depende exclusivamente de la Policía Nacional, sus perros entrenados K9 y un puñado de voluntarios.

Este martes, los policías salieron a buscarla sin el resguardo de los militares. El Batallón Contra el Terrorismo 311 de Jauja se retiró el lunes por la noche a su base El Mirador, en Santo Domingo de Acobamba. Según un rescatista que pidió no ser identificado, los soldados se quedaron sin raciones y la persistente lluvia y niebla les impidió continuar con las labores.

“El Ejército se fue de Matichacra. El lunes ya no tenían qué comer. Solo los que podían se compraban algo para llevarse a la boca”, cuenta.

Los víveres de la UGEL están destinados a quienes participan en la búsqueda. (Foto Ugel)

Desde el viernes 17, los equipos de rescate solo han recibido dos botellas de agua y una galleta por persona. Todo lo demás lo pagan de su bolsillo o comen lo que encuentran. Los víveres que enviaron la UGEL y otras instituciones, dicen, fueron llevados por pobladores. “Hay gente que no participa en la búsqueda, pero se están quedando con la ayuda. Ni siquiera ayudan como guías”, se quejan.

Con el Ejército fuera del terreno, el riesgo aumenta. La zona sigue siendo considerada de emergencia por la presencia de grupos armados remanentes. “Hemos extremado la seguridad”, dice un policía tras finalizar la búsqueda del día 10, sin resultados. “No encontramos nada. Ni su sombrero, ni su mochila”, añade.

El clima adverso y la falta de apoyo no frenan a los rescatistas, pero sí los desgastan. Lo más duro, dicen, no es el terreno escarpado ni la lluvia constante, sino trabajar sin condiciones mínimas y con la sensación de que están solos en esta búsqueda.