Cada 23 de julio, cientos de personas llegaban al Huaytapallana para hacer el pagapu, una ceremonia andina de agradecimiento y pedido al apu protector. Este ritual coincide con la festividad de Santiago, una de las celebraciones más importantes y extendidas del valle del Mantaro.
Este 2025, tras el cierre indefinido del nevado decretado por el Consejo Regional de Junín, los curanderos de Huancayo han comenzado a ofrecer nuevos destinos para continuar con la tradición. En los alrededores del mercado Raez Patiño, en el jirón Guido, ya se promocionan salidas hacia los apus Wacravilca, en Chongos Alto, y Huayllamarca, en Huancayo, además de otros cerros como los de Chonta, en el valle del Canipaco, las qochas de Pucará y montañas de Concepción y Comas.
Según los curanderos, estos lugares, todos por cerca de los 5,000 metros de altitud, concentran una energía espiritual comparable a la del Huaytapallana. El cerro Wacravilca, en particular, ha cobrado protagonismo. Aunque para algunos es una alternativa nueva, las comunidades de Chongos Alto le rinden culto desde generaciones atrás. “Rendirle culto a nuestro gran Apu Wacravilca, que desde nuestros abuelos le rendimos pleitesía”, escribió en redes sociales la familia Porta Machacuay ya en 2020.

Tayta Wacravilca, como lo llaman los sabios andinos, también tiene valor histórico. “Antiguamente, los yauyinos llegaban con sus llamas y alpacas para realizar trueques. Era un punto clave de intercambio”, recuerda el comunicador social John Chávez Vilcapoma.
Las ceremonias, que incluyen pago de ofrendas por salud, amor, trabajo o dinero, se anuncian desde 350 soles, con pasajes desde 30. Aunque el día central es el 23 de julio, también se han programado salidas el 28 y el 30, como parte del calendario extendido por santiago. Para muchos, el cierre del Huaytapallana representa un quiebre en el ciclo espiritual que exige siete visitas consecutivas. Pero también es visto como una oportunidad para abrir nuevos caminos hacia lo sagrado.

