El poeta Andrés Jara Maylle (Huánuco, 1964) es docente en la Universidad Nacional Herminio Valdizán. Ha publicado poemarios como Entonando retornos o Entre el mar y la montaña; también ha publicado artículos y crónicas en Ciudad desnuda Tomo I y II, y crítica literaria (en coautoría con Patricia Castillo y Rossy Majino) en Tres autores, tres visiones. Una aproximación a la literatura huanuqueña a través de los Tres en Raya.
En la solapa de Bajo el mismo cielo (Ediciones Rocinante, 2024) se dice de él que “cultiva verduras en su huerta en las afueras de la ciudad”, y no es gratuito resaltar este dato paratextual, pues da una entrada a lo que leeremos en las cuatro secciones en que está dividido el libro, un libro que se ha labrado con el talante más lírico de lo poético: el de la nostalgia. Como dice el escritor Cronwell Jara en el prólogo: “De ahí que este libro –más proclive a la contemplación, al disfrute de la memoria–, contiene poemas que nos elevan a dimensiones donde caben una filosofía de la nostalgia y, en ella, una visión de mundo hecha del menester diario”.
Ese “menester diario” es lo que se cuenta o narra en la armonía de sus versos, versos que justamente se encargan de ordenar el caos que nos deja el paso del tiempo: “Y así, día a día / transcurre la vida en la casa / de rojos tejados y paredes desconchadas / a la orilla de la alfaguara que trae el agua / desde la toma lejana”. Como dice Jacobo Ramírez en la contratapa “más que un conjunto de versos; es una travesía íntima hacia las profundidades del alma humana”.
Nos hallamos, entonces, en el transitar del tiempo en un hábitat que es la naturaleza (“las afueras de la ciudad”) y la relación íntima que existe con la casa familiar, donde están los abuelos, los padres, las hermanas, donde se trabaja la tierra desde temprano. “Pertenencias”, “Historias paralelas”, “Amor en estos lares” y “Amor bajo el tejado” son las secciones en donde el sujeto poético realiza sus cantos no de migrante, no de desarraigo, sino de permanencia, de pertenencia: “Saben que los días que se vienen / traerán augurios azules / como las aguas de aquel río a donde todos van / para saberse pasajeros de caminos habituales / y no aves migrantes sin destino conocido”.
Ese ser uno y reconocerse en “todos” es a lo que se refiera Jorge Cabanillas en la contratapa del libro: “Cada poema es como un pincel que recrea cuadros de un pasado que se queda tatuado en la memoria; constituye un diálogo con un receptor ausente; es un nudo en la garganta que se plasma, que grita a viva voz desde lo profundo del alma y que por ello se convierte en una voz universal que grita y que transforma la nostalgia, lo cotidiano, las estaciones, la historia, las memorias, incluso las ajenas, en poesía”.
Hölderlin decía “Ser uno con el todo es la vida de la divinidad, es el cielo del ser humano”. Y, ciertamente, ese mensaje es lo que nos trae este hermoso libro de poesía de Andrés Jara Maylle. Aquí va un poema:
II
El yugo que el abuelo esculpió
aún está colgado en la retina
bajo los socarrenes de la casa antigua
donde en un tiempo aleteaban
sus recuerdos pasajeras golondrinas.
¡Ah, abuelo sabio que supiste elegir
la dura madera
donde moldeaste tu obra magna:
el yugo!
Fue, me acuerdo, forjado del sólido
corazón de un guarango huraño
que vivió centurias junto a un risco
para ser talado en tiempos de buena luna.
Con tu vieja azuela,
con tus escoplos y formones
y con tus manos sarmentosas
diste forma al formidable yugo que hoy cuelga
en las retinas
de los ojos asombrados.
Allí, entre los pliegues de su madera sin tiempo
puede leerse todavía
la sonrisa que escribiste
al cumplir tu faena, abuelo: guarango centenario.