En el corazón del valle del Mantaro, el Convento de Ocopa no solo fue un centro de evangelización, sino también un epicentro de conocimiento y ciencia. Entre los frailes que pasaron por este histórico lugar, se destacaron aquellos que, armados con su vasta formación intelectual, contribuyeron a la creación del mapa del Perú, dando forma a la geografía nacional. Fray Antonio Goicoechea, guardián del convento, recuerda a estos religiosos como grandes geógrafos, cartógrafos y exploradores que trazaron, desde Ocopa, las rutas que definirían al país.
¿Cómo llegaron los frailes cartógrafos a Ocopa y qué rol desempeñaron en la cartografía del Perú?
Los frailes que llegaron a Ocopa no solo eran hombres de fe, sino también de ciencia. Eran hijos del Renacimiento y de la Ilustración, con un vasto conocimiento en áreas como la geografía, la matemática y la ingeniería. Alguien como el P. José Amich, por ejemplo, fue quien trazó el primer mapa sobre la Amazonía peruana, marcando las fronteras y estableciendo las riquezas territoriales de lo que hoy conocemos como la selva peruana. Además, su capacidad para observar alturas y medir distancias fue esencial para la correcta representación cartográfica del país. De él se decía que “era matemático perfecto y encargado de observar alturas, demarcar derroteros y levantar mapas.”
¿Qué otros frailes se destacaron en la cartografía y exploración del territorio?
Sin lugar a dudas, el P. Pedro González de Agüeros fue otro de los grandes geógrafos que tuvo Ocopa. Él no solo fue un escritor prolífico, sino también un cartógrafo que contribuyó a la comprensión del territorio peruano. El P. Manuel Sobreviela, por su parte, en 1790 levantó un mapa del oriente peruano, un trabajo que marcaría un hito en la historia de la cartografía y que se publicó en el Perú y en el extranjero. Este mapa, que mostraba las rutas y territorios de la región, incluía una detallada representación del río Jauja (primer nombre del río Mantaro), que atraviesa el valle, y señalaba con precisión lugares como Jauja, Ocopa, Huancayo y Xapallanga.
¿De qué manera el Convento de Ocopa impactó a la región en su época?
Además de sus avances en cartografía, el Convento de Ocopa fue un verdadero centro de progreso, en el que la ciencia, la fe y el trabajo manual se integraban armoniosamente. Desde la fundación del convento, se desarrollaron actividades como la fabricación de herramientas, arados y campanas, y se destacó en el sector agrícola, ganadero y en la generación de energía mediante una minicentral hidroeléctrica. La imprenta, los telares y la zapatería fueron solo algunos de los oficios que florecieron en este lugar, formando un ecosistema de trabajo que impulsó el avance cultural, social y económico de la región. Trabajaban para ganarse el sustento, incluso como cantores, porque el convento tenía el coro más famoso del Perú, conocido por su talento y armonía, lo que les permitió destacarse en la vida musical de la época.
El acceso a Ocopa: un camino lleno de historia
Hoy, el camino que lleva hasta Ocopa sigue siendo un desafío. Aunque en su momento fue una ruta clave para los frailes misioneros y exploradores, el acceso al convento ahora está marcado por caminos intransitables y desatendidos. Los frailes que llegaban a Ocopa debían atravesar el difícil terreno de la región, pero también hallaban en el convento un punto de referencia en medio de la selva y las montañas. Hoy, la falta de promoción y de apoyo institucional sigue siendo un obstáculo para visibilizar el tesoro histórico y cultural que representa Ocopa.
Hoy, a 300 años de su fundación, ¿cómo se encuentra el Convento de Ocopa?
A tres siglos de su fundación, el Convento de Ocopa enfrenta varios desafíos, desde la falta de vocaciones hasta el deterioro de los caminos que dificultan el acceso. Si antes había más 80 y 100 religiosos, hoy apenas tres franciscanos que la sostienen. Aunque es una joya histórica, el lugar no cuenta con la atención que merece por parte de las autoridades. Sin embargo, sigue siendo un lugar de gran valor cultural, científico y religioso, con mucho por descubrir.