Escolares crean a Hampiq, el robot que atiende con más cordialidad que muchos doctores

Leonardo Matamoros y Rodrigo Huiñac, alumnos del colegio Nuestra Señora de Fátima de El Tambo, crearon a Hampiq, un robot que mide signos vitales y busca humanizar la atención médica.
Hampiq junto a sus dos creadores en una plaza durante la celebración del Santiago.
Adelina R. Castro
Adelina R. Castro
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En un aula del colegio estatal Nuestra Señora de Fátima, en El Tambo (Huancayo), entre cables, sensores y piezas recicladas, Leonardo Matamoros Ramos y Rodrigo Huiñac Salgado, ambos de 16 años, ajustan con paciencia la última prueba de su invento. El aparato, de mirada fija y voz programada, parece más un asistente dispuesto a escuchar que una máquina fría. Lo bautizaron ‘Hampiq’, que en quechua significa el que cura o el que sana.

Aunque no opera en quirófanos, tiene un propósito ambicioso: servir de apoyo en la atención médica, sobre todo en lugares donde los doctores escasean.

Lo sorprendente no es solo la idea, también quiénes están detrás. Dos escolares que se atrevieron a lograr lo que muchos adultos aún no intentan. Su proyecto busca más que tecnología, quiere poner en primer plano el respeto y la humanidad. “Hampiq atiende con más cordialidad que muchos doctores”, repiten convencidos de que la máquina que diseñaron ofrece algo que a veces falta en las consultas reales, empatía.

‘Hampiq’ no diagnostica enfermedades graves, pero cumple funciones clave en la primera atención. Mide la temperatura, toma la presión, monitorea el ritmo cardíaco y hasta recuerda la medicación. La interfaz es sencilla. Un paciente se acerca, responde preguntas básicas y recibe indicaciones claras. Puede recomendar medicinas que no requieren receta y también aconsejar el uso de plantas medicinales. Lo importante, destacan sus creadores, es que el sistema saluda, pregunta cómo se siente la persona y responde con cortesía.

El robot cuenta con una base de datos de 185 enfermedades, puede comunicarse en quechua, ashaninka y chino mandarín, y entrega medicina básica a quienes lo consultan.

La idea nació en una feria de ciencia del colegio. Rodrigo recuerda la historia que lo marcó, una anciana le contó que perdió a su nieto por falta de atención médica oportuna y por el maltrato que sufrió en el centro de salud. “Ese día pensamos con Leonardo, ¿y si existiera una máquina que trate mejor a la gente, aunque no pueda curarla del todo?”, relata. Desde entonces, con tutoriales de internet, el apoyo de su asesor, el ingeniero industrial Carlos Gabriel de la Cruz, y muchas horas de ensayo y error, dieron vida al proyecto.

La estructura combina placas de Arduino, sensores accesibles y un software de reconocimiento de voz programado por ellos mismos. Incluso incluye retazos de un pantalón jean de los inventores. Nada de piezas sofisticadas ni importadas, es tecnología hecha en casa con ingenio, paciencia y perseverancia.

Leonardo y Rodrigo tienen claro que su robot no pretende reemplazar a un médico. “Hampiq no reemplaza a nadie, solo acompaña. Lo importante es que la persona se sienta escuchada, comprendida, acompañada”, afirman.

Lo que empezó como un experimento escolar acaba de ganar el primer puesto en el concurso de innovación de su colegio. Sorprendió no solo por lo que hace, también por lo que representa. Es un recordatorio de que la medicina no se trata únicamente de diagnósticos y máquinas, sino también de humanidad.