Pedro Ricce Santos, filósofo, teólogo y políglota, nació en Pariahuanca, uno de los distritos más alejados de Huancayo, rodeado de un mundo trilingüe: una de sus abuelas hablaba quechua huanca, la otra quechua chanca, y sus padres le exigieron dominar el castellano. A los 21 años tomó conciencia de esta riqueza lingüística, hoy domina más de seis lenguas —incluidas el aimara, alemán, latín, griego—.
“Lo que estamos viendo en este momento [en la política] es una brutalidad atroz”, afirma Ricce sin rodeos. “Ni siquiera es autoritarismo. Es peor. Es ignorancia con poder”. Es su descripción de lo que ocurre en el Congreso, con leyes que van en contra de la democracia.
En su formación en la filosofía, ha leído a Marx en alemán y a Lenin en ruso. Ha vivido en Alemania, Italia y Francia. Ha estudiado en Roma en la Pontificia Universidad Gregoriana, porque, en su juventud, quería convertirse en sacerdote. Regresó al Perú y es uno de los investigadores del quechua, su lengua materna.
“La palabra democracia proviene del griego: demos, pueblo, y kratos, poder. El poder del pueblo. Pero hay que entender el contexto. En la Atenas clásica, solo eran ciudadanos los hombres libres, es decir: con nombre, con propiedad, con educación y, además, bellos físicamente. El esclavo, el extranjero, la mujer, el artesano, el enfermo o el pobre no eran parte de la democracia”, explica.
Esa lógica excluyente, dice Ricce, comenzó a cambiar con la Revolución Francesa. “Allí aparecen los derechos universales: a la salud, a la educación, a un salario justo, a una identidad. La democracia ya no se basaba en condiciones naturales, sino en derechos garantizados por el Estado. Pero en el Perú nunca llegamos a esa etapa. Aquí no hemos pisado la democracia”, señala.
Para Ricce, la historia peruana es un desfile de exclusiones y autoritarismos. “El Imperio Inca era una teocracia dictatorial, no una democracia. El virreinato fue un régimen colonial. La república, una sucesión de caudillos militares que gobernaban como si fueran dueños del país”.
Recuerda que recién en 1872 llegó el primer presidente civil, Manuel Pardo. Luego vinieron dictaduras como la de Leguía, gobiernos militares, golpes de Estado. Y aunque se hayan multiplicado las elecciones, Pedro Ricce considera que seguimos lejos de una democracia sustancial. “Hoy tenemos un Congreso que no representa a nadie, que no busca consenso y que legisla sin conocimiento. Una institución que debería ser deliberativa se ha convertido en un espacio de imposición”.
“No es autoritarismo, es brutalidad”
Ricce distingue entre autoritarismo y brutalidad. “Un régimen autoritario al menos tiene una justificación ideológica, una doctrina. Pero lo que vemos hoy es voluntad sin sentido. Es gente que no entiende lo que significa Constitución, ni Estado, ni libertad. Gritan comunismo sin saber qué es. Atacan la idea de cambio constitucional sin siquiera conocer el contenido de la Carta Magna”, señala.
En su opinión, el Congreso actual desprestigia la democracia y el lenguaje. “No comprenden la diferencia entre definición, significado y sentido [de las palabras]. Llaman cualquier cosa con cualquier palabra, destruyen el consenso social. El lenguaje es el instrumento de la política. Pero hoy, el Parlamento está lleno de gente que no sabe ni hablar”.
Pedro Ricce no separa su análisis político de su lucha cultural. Considera que la negación histórica del quechua es parte del problema. “El desprecio por nuestras lenguas originarias es un mecanismo de colonización mental. Nos han hecho creer que nuestra lengua es un atraso, cuando en realidad es una herramienta poderosa para pensar, para crear, para entender el mundo”.
Por eso defiende el quechua como idioma y como un sistema de pensamiento. “Quien domina dos o tres lenguas, tiene más plasticidad cerebral, más capacidad de entender al otro. Pero en el Perú hemos cortado ese vínculo. Le hemos cerrado la puerta a la cultura andina”.
Ricce Santos ha escrito más de 50 libros en colectivo, todos enfocados en revitalizar las lenguas originarias. Recientemente, colaboró con el Ministerio de Educación en la elaboración de textos en quechua para escuelas interculturales. “Hay quienes dicen que no se puede hacer ciencia en quechua. Es falso. Se puede enseñar matemáticas, física, biología… y también ética y ciudadanía”.
“La democracia empieza en la cultura”
Para Ricce, el debate sobre el quechua huanca es inseparable del debate político. “La democracia no empieza en las urnas. Comienza en la cultura. En el respeto por la lengua, por el otro, por el territorio. Si no sabes de dónde vienes, ¿cómo vas a decidir a dónde vas?”
Denuncia que el quechua huanca está en peligro no solo por el desuso, sino por el olvido de su sentido profundo: el haber folclorizado la cultura. Por ejemplo, el santiago, la fiesta en honor a San Santiago y a los animales. “Ya no se agradece a la tierra, ya no se cuenta el ganado, ya no se prevé el futuro. Todo se ha vuelto folclore vacío, sin cultura detrás”.
Critica también la desconexión con el Huaytapallana, el Apu tutelar de los huancas. “Se ha cerrado el acceso al nevado y muchos reclaman. Pero lo más grave es que se ha perdido el respeto. Dejan toneladas de basura, lo profanan con plástico y botellas. Ya no es un lugar sagrado, sino un decorado turístico. El folclore ha devorado al arte”.
Ricce cree que el Perú necesita mirar hacia dentro para salir adelante. “La única forma de construir un país soberano y democrático es recuperar nuestras raíces. No se trata de regresar al incanato ni de negar el mundo global. Se trata de comprender lo propio y construir desde ahí”.
De lo contrario, dice, el Perú puede seguir atrapado entre el espectáculo político, el empobrecimiento del discurso y la negación de lo propio. “Si seguimos despreciando nuestras lenguas, nuestra historia y nuestra inteligencia, vamos a seguir votando por la brutalidad”.