Víctor Alberto Gil Mallma falleció el 14 de julio de 1975 en el distrito de La Oroya, víctima de una mielitis y un infarto. Aquel día quedó marcado como una jornada sombría para la historia del Perú. Las crónicas de la época relatan que, mientras sus restos eran trasladados a Lima, la gente salía de sus casas para despedir al hombre que en vida fue el Picaflor de los Andes. Ya en la capital, su entierro fue multitudinario. Se calcula que esa fecha, cuando descansó en su última morada, más de cien mil personas colmaron el Cementerio El Ángel, en medio de huaynos, huaylas y mulizas que no dejaron de sonar.
En esa línea, este lunes, desde las 7:00 p.m., el Teatro Municipal de Lima reunirá a destacados artistas nacionales para rendir un homenaje póstumo a ‘Picacho’, por las cinco décadas de su partida. En la antesala de este gran tributo, conversamos con Víctor Gil Artica, el menor de los hijos del ‘Genio del Huatapallana’, quien nos compartió detalles del evento y, sobre todo, nos permitió asomarnos a episodios poco conocidos de la vida de su padre, desde la intimidad familiar hasta recuerdos que hoy configuran su leyenda.

Ser el “chiquitín” de la familia es una carga que pesa tanto como honra, y Víctor lo sabe. Lleva el mismo nombre que su progenitor, con quien convivió hasta los siete años. Hoy, a sus 59, empresario y gestor organizacional, siente que ha alcanzado metas importantes en su vida; sin embargo, admite que ha tenido que vivir en dos mundos: uno, como heredero del más grande cantante andino, dedicado a preservar y difundir su legado; el otro, como cualquier muchacho que fue niño, estudiante y ahora adulto con su propio camino.
¿Cómo era Picaflor de los Andes como persona, más allá del artista?
Fue una persona totalmente humilde, pero grande de corazón; millonario en aplausos y multimillonario en cariño por parte de la gente. Aunque también cuando muere el ídolo, nace la leyenda. Entonces, una vez que falleció, todo el mundo era su amigo, su compadre, todo el mundo se tiró tragos con él, todo el mundo decía que venía a dar serenata al frente porque había una chica. Eso sí, coinciden en algo: mucha gente dice, “Mira, bien humilde, buena gente, venía por aquí, por allá“.
¿Cuáles son los mejores recuerdos que tiene sobre su padre?
Los recuerdos de mi papá son hermosos, sobre todo cuando íbamos de viaje. Yo era un niño feliz. ¿Imagínate ser el último de la dinastía Gil-Artica? Así es que para todos lados yo era el engreído. Me llevaba de viaje a la casa de la abuela en Tarma, a la casa del tío Marcial en Huancayo, hemos ido a Santa Cruz de Andamarca. Entonces, esos son los mejores recuerdos que tengo, como bañarme con él en el río Chanchamayo, el subirme a los árboles de guinda y de blanquillo, que mucho le gustaban a mi padre.
¿Tenía algún pasatiempo o costumbre especial cuando no estaba cantando o de viaje?
¿Qué no hacía mi papá? Ha sido de todo. Cuando volvía a casa, me acuerdo de que veía qué cosa faltaba, o veía la bicicleta malograda y la arreglaba. Siempre, las pocas horas o días que estaba con nosotros, trataba de ver las cosas que faltaban. Cuando llegaba, lo esperábamos ansiosos. Arribaba a la casa y decía “¡Ya, vamos a la playa!”, y nos íbamos. O “¡vamos al río!”.
¿Y su comida favorita o algún plato típico que solía pedir?
¡Claro! Para el Día de los Muertos siempre tenemos esa tradición de hacerle su mesa a los difuntos. Entonces, me acuerdo que mi mamá siempre le compraba su caldo de mote, sus chicharrones, su manzana chilena o su durazno; eso le gustaba mucho a mi papá, era su comida preferida. Actualmente, yo también sigo con esa tradición y hago una mesita aquí en mi casa.
¿Qué canciones siente usted que capturan mejor el espíritu o la voz interior de Picaflor?
Varias. Por ejemplo, mi padre siempre hinchó por Huancayo, ¿no? Bueno, él es huancaíno de nacimiento. Eh, yo creo que ‘Yo soy huancaíno’ le cayó como anillo al dedo, pero también está el ‘Huanca Hualash’. Después le ha cantado a todo el Valle del Mantaro, Canipaco, Jauja, Tarma y a todo el Perú. Y el sentimiento con el que canta las canciones, lo vive.

¿Cómo cree que su padre influyó en la música andina y en la identidad del pueblo wanka?
Si tú hablas de música andina, definitivamente tienes que hablar de Picaflor y Pucarina. Inclusive, es tanta la influencia de esos dos exponentes que los nuevos valores que surgen tienen que cantar sus temas para hacerse conocidos. O sea, no hay otra, no hay otra. Una vez vi un meme —creo que me lo pasaste tú— donde salían peleando Raíces de Jauja y no sé quién más por ver quién era el mejor, y luego aparecía una imagen que decía: “Picaflor es el mejor”. Pero bueno, más o menos va por ahí.
¿Se sabe qué tipo de música escuchaba él, además del folklore? ¿Tenía algún artista o estilo que lo sorprendiera?
Él empezó cantando rancheras, influenciado por el cine de oro mexicano. Comenzó con el tema de llevar serenatas a las jóvenes de ese tiempo. Después, también le gustaba mucho la música criolla. Hay un cassette donde canta música criolla; además, fue muy amigo de los criollos de esa época, como Manuel Acosta Ojeda, por ejemplo.
¿A qué otros países llegó Picaflor de los Andes con su música?
Sí, a Chile sí fue, definitivamente. Tocó en Chile, y también llegó a Bolivia. Justo te comentaba eso, porque mi papá quería viajar a Bolivia para formar una empresa allá, ya que en ese tiempo APDAYC no tenía convenio con Bolivia y había varios problemas con los derechos de autor. Mi papá, siempre visionario, decía: “No, ¿sabes qué? Tengo que ir a Bolivia”. Eso me lo contó mi hermano mayor.
A Chile llegó hasta Arica. Hay una foto donde aparece el Volkswagen anaranjado en Arica, junto a mi hermana Lidia y mi papá. Así que sí, llegó. Lo que no te puedo asegurar es desde dónde se presentó, cómo fue el show o en qué condiciones, porque sería inventar, y no se trata de eso. Pero de que estuvo, estuvo. También fue a Desaguadero, por el lado de Puno, por Juliaca… y desde ahí ingresó a Bolivia. Y en ambos lugares cantó, porque solo para paseo él no iba.
¿Qué podría contarnos sobre la famosa foto de Picaflor de los Andes con Cantinflas? ¿Cómo se dio ese encuentro?
Hay gente que piensa que esa foto es trucada, te cuento. Pero no, nosotros tenemos las originales. Ese encuentro con Cantinflas sí ocurrió: él vino al Perú, y en ese momento mi papá formaba parte de la comitiva que lo recibió. Estaba él y también doña Esmila Zeballos; ambos fueron a esperarlo al aeropuerto.
Hay dos fotos de mi papá con Cantinflas. En una están abrazados, y en la otra, Cantinflas lo sostiene como si fuera su hijo, lo apapacha. Esa es la verdad. Mi papá fue a recibirlo, conversaron incluso sobre la posibilidad de que él hiciera una gira por México, aunque eso nunca se concretó. Pero la foto es real, y existe.
¿Han contemplado trasladar la tumba de Picaflor de los Andes a Huancayo?
La familia, por fin, recibió un acercamiento de una entidad pública: la Sociedad de Beneficencia de Huancayo, presidida hoy por mi amigo Miguel Chamorro. Conversando con él me comentó: “Víctor, vamos a inaugurar un nuevo cementerio en Hualaoyo, El Tambo. Sería bonito trasladar allí los restos de Picaflor”.
Le respondí: “¡Perfecto! Hazme la propuesta y yo la comento con mis hermanos”. Somos ocho; todos debemos estar de acuerdo. No basta con que uno decida por su cuenta.
Confío en que podamos sentarnos con la autoridad y escuchar qué ofrece. Siempre evalúo el costo–beneficio. Aquí en Lima mis hermanas toman un taxi, compran flores y visitan a mis padres en el Cementerio El Ángel. Trasladarlos a Huancayo implicaría pasaje en bus, hotel, comida… y si viajan varias familias, el gasto se dispara. Todo eso hay que valorarlo.
Si la Beneficencia garantizara, por ejemplo, un espacio donde levantar la Casa Museo de Picaflor, y quizá un pequeño departamento para alojarnos cuando vayamos, sería distinto. Pero deben presentarlo formalmente. Hasta ahora solo existe una carta de intención; la pedí para mostrársela a mis hermanos y aclaré que no he firmado nada. Alguien dijo lo contrario y corté el rumor: “¿Dónde está mi firma?”. Transparencia, ante todo.
La propuesta no es quedarnos con una casa, sino convertirla en museo. En México, Pedro Infante tiene el suyo. Mi padre dejó cuadros, diplomas, trofeos, medallas… Serían un imán turístico si coordinamos con la Dircetur; el visitante pagaría una entrada simbólica que cubra el mantenimiento de la casa y de la tumba. Aquí en El Ángel pagamos a un jardinero: nunca faltan flores ni limpieza para mis padres. Lo mismo debería ocurrir en Huancayo si se concreta el traslado.
¿Qué representa para usted este 50 aniversario de su fallecimiento? ¿Cómo lo está viviendo la familia?
La familia está viviendo esto con muchas ansias. Estamos todos estresados porque son 50 años y no es cualquier fecha. Hemos tratado de organizar un evento a la altura de Picaflor. Va a ser en el Teatro Municipal de Lima, uno de los escenarios más emblemáticos de la capital. Comenzará a las 7 de la noche, este lunes 14, justo en el aniversario de su fallecimiento. Ojalá que el público llegue temprano para ubicarse bien y disfrutar de un bonito espectáculo.
¿Han recibido apoyo de las autoridades para conmemorar los 50 años de Picaflor de los Andes?
Te comento algo, por ejemplo, hace siete meses solicité el Teatro Nacional y simplemente me lo negaron. Dijeron que ya tenían un convenio con TV Perú, porque justo ese día grababan un especial. Yo les dije: “Pero si es una grabación, pueden hacerlo otro día, o en la mañana”, pero igual me dijeron que no, a pesar de que supuestamente debía hacerse con tiempo.
Me quisieron ofrecer la sala foyer, pero eso es un piojo, una cosita chiquitita. La persona que me atendió ni sabía quién era Picaflor, el alcance que tiene. Porque si supiera quién ha sido y lo que representa, no me habría dicho: “Oye, pero lo puede hacer acá (sala foyer)”. O sea, no hay forma.
Mi plan B era la Municipalidad, pero finalmente —gracias a Dios— tuve la aceptación de Miguel Molinari, que era el gerente de cultura del teatro. Pero hay mucha gente en los ministerios que no conoce lo que es Picaflor. De todas maneras, le envié una comunicación al ministro, invitándolo al evento, porque considero que lo cortés no quita lo valiente. Así que está invitado; de repente quieren hacer una comitiva en representación del Ministerio.
También invité al alcalde de Huancayo —él sí está apoyando— e igual al gobernador de Junín. Ojalá que, si no pueden ir, al menos envíen una comisión representativa, porque son 50 años y no es cualquier cosa. Picaflor ha dado tanto, tanto por Junín, de verdad. O sea, deberían haber apoyado un poquito más, pero bueno, no hay que hablar sobre la leche derramada. Hay que seguir nomás.
Si pudiera conversar hoy con su padre, ¿qué le diría?
¡Qué complicado! ¿Qué le diría a mi papá? “¿Por qué se fue tan joven? ¿Por qué no se cuidó?” Él sabía la enfermedad que tenía. Más allá de eso de “soy huanca, sangre guerrera, y la muerte no me va a agarrar sentado ni echado”. Me hubiera gustado, de repente, cumplir ese mensaje que él me decía: “Mi chiquitín, cuida mis pasos como ahora yo cuido los tuyos.” Esa es la única parte que siento que no llegué a cumplir del todo: haberlo cuidado en vida.
Pero ahora trato de hacer eso con mis hermanos mayores. Dentro de lo posible, claro. Siempre los voy a ver, siempre los visito. Si necesitan que los acompañe a un control, al hospital, a sus vacunas… siempre van a contar con mi apoyo.
Homenaje a Picaflor de los Andes: un gran concierto por los 50 años de su partida

Este lunes 14 de julio, desde las 7:00 p.m., el Teatro Municipal de Lima (Jirón Ica 377, Cercado) será escenario de un homenaje póstumo a Picaflor de los Andes, al cumplirse cinco décadas de su partida. La fecha convoca a destacados representantes de la música peruana, quienes se unirán para rendir tributo a una de las voces más emblemáticas del folclore nacional. Las entradas para esta jornada conmemorativa están disponibles en el portal VAOPE.COM.
Los artistas que se presentarán para honrar a ‘Picacho’ son: Amaranta con todo su conjunto, Mao Cuyubamba con su agrupación, Alberto Martínez acompañado de su Estudiantina Andina, Ruby Palomino, Elva Amaia Prieto, Esther Mezapomalza, Gonzalo Tacza, Rosita de La Oroya, Pedrito de Los Andes, Los Auquish Hanan Lado de Huáchac, la Institución Tunantera Encantadores de la Ñusta de Yenny Aguilar y Edgar Artica. Será una noche cargada de arte, memoria y gratitud, en la que el legado de Picaflor de los Andes volverá a cantar desde lo más alto del escenario, con la voz de quienes hoy llevan su eco en el pecho.