Rosa María Negrón Ugarte: Historias, reminiscencias y cuentos

Comentarios sobre la obra narrativa de la intelectual trujillana. (Reino de Almagro, 2024, pp. 169)
rosa maria negron ugarte - Historias reminiscencias y cuentos 2024
Cesar Augusto López
Cesar Augusto López
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Para enterarnos de nuestra realidad inmediata, debemos atrevemos a repasarla con un ejercicio de primera mirada. Esto es lo que hemos querido poner en movimiento en esta reseña; una lectura que procure recuperar la frescura de Rosa María Negrón Ugarte y su ánimo de 1924, cuando vio materializadas sus impresiones estéticas en forma de libro. Además, hemos querido compartir la emoción editorial de este rescate femenino y trujillano que merece reconocimiento en el marco de nuestra década marcada por el bicentenario. Más razón tenemos aún, porque Negrón Ugarte es tan patriota como creemos ser y esto puede notarse, claramente, en algunos de sus textos, junto a su claro afán pedagógico. No queda de lado, tampoco, el agudo dolor de la experiencia bélica acontecida contra Chile y el reconocimiento de aquellos que sacrificaron su vida por aquel infante país que se puede acariciar en sus líneas.

En primer lugar, el trabajo editorial es elogiable. El texto cuenta con una nota de su gestor, dos estudios panorámicos, el conjunto de cuentos (23), rescates (7), un mapa literario y un conjunto de imágenes. Creemos que no hay nada qué reprochar a esta nueva presentación de la autora. Por otro lado, también compartimos las ideas del editor, quien apunta que devolver el texto al circuito de libros apuesta por su (re)lectura (p. 9), su contextualización y (re)contectualización, y su puesta en valor más el reconocimiento de su actualidad. En ese sentido, esperamos aportar algunas observaciones precisas en esta reseña, siempre sujetas a discusión, por supuesto.

En segundo lugar, los trabajos de la historiadora Erika Caballero y de la pedagoga Carla Armas permiten tener una mejor visión de las circunstancias vitales de la autora y del sentido de los cuentos que tenemos en nuestras manos. En el caso de Caballero, nos propone un ordenamiento del conjunto en tres grupos: narraciones supersticiosas, cívico urbanas, e historias personales y familiares (p. 31). Armas, por otra parte, sintetizará el cuentario en una muestra del empleo de la tradición con fines identitarios regionales y nacionales (P. 39). Nuestra discrepancia es nula. Y todavía nos quedan dos anotaciones venidas del prólogo de José Alsina para la primera edición del libro. Este anota para el lector la heterogeneidad del conjunto (p. 44) y el ideal ético expuesto en los cuentos (p. 44).

En tercer lugar, siempre vale recordar que es válido dejar de lado cualquier observación previa y gozar el texto, enfrentarse a él o decepcionarse en el intento. No obstante, la valoración completa es importante en nuestro caso, pero, sin más dilación ingresaremos en la obra. Valga mencionar que la mayoría de las piezas son breves y fáciles de leer. Se puede notar la limpieza de las entregas de Negrón Ugarte y se agradece la misma. Es decir, no es un libro pesado, en ese sentido, y, por eso permite que entendamos sus recurrencias y nos hagamos una idea de su plan o la formación de este. En ese sentido, podemos percibir en la autora un proceso de configuración sobre lo peruano. Así, desde nuestro punto de vista, pensamos que el libro, siguiendo el espíritu del título, se divide en once historias, nueve reminiscencias y dos cuentos. Aparte nos queda un texto que se encuentra a caballo entre los dos primeros tipos mencionados, nos referimos al texto titulado “Dos nombres”. Incluso, consideramos que la historia “Los perros de su ilustrísima” es una tradición. En cuanto a los rescates, se nos presentan una tradición, dos reminiscencias y cuatro historias. Claro que se puede discrepar con nosotros, pero quedará para el lector, después de su encuentro con los planteamientos de Negrón Ugarte, su juicio final.

“El rescate de esta escritora debe enmarcarse en un momento histórico de exploraciones y tanteos sobre lo peruano, lo femenino y el lugar de la educación en el norte peruano”.

No queremos avanzar y acabar con algunas observaciones más que puedan motivar a la lectura. Lastimosamente no contamos con las fuentes o las referencias, pero de oídas, al parecer, se ha querido incluir a la autora como una precursora del cuento fantástico. Si esto fuera cierto, queremos dejar en claro que una equivocación de lectura puede haber. Antes bien, aquello que se denominaría de fantástico nosotros lo denominaremos de paranormal o sobrenatural. Nos parece una mejor categorización, porque hay sueños premonitorios, curanderos, apariciones, sintonías emocionales, lecturas de cartas precisas y milagros que pertenecen a aquello que la misma narradora considera como primitivo, pero que no puede obviar. Negrón Ugarte no fabula, por el contrario, casi recopila, de primerísima mano, formas de experiencia entre las que no se puede o quiere incluir. Esas tensiones son más sinceras y aprovechables para el lector que el simple mote de fantástico, si es que en verdad alguien hubiese querido imponer tal categorización a lo que se nos ofrece en Historias, reminiscencias y cuentos. En ese sentido, hemos querido ser lo más fieles, creemos, a su artífice.

En total, son ocho exploraciones por lo sobrenatural que encontraremos, con un cuento que incluso racionaliza la experiencia tenebrosa, casi de forma detectivesca. En contraste, fuera de las historias, las reminiscencias quedan en segundo lugar y podríamos llamarlos relatos, relámpagos de la memoria. En otros términos, la forma en que se presentan es precisa, ya que estas recuperaciones narrativas se sustentan en la emoción que actualiza impresiones borrosas, por decirlo de alguna manera. La tensión que se genera entre, pues, la concepción urbana y positivista de la educadora, frente a lo provinciano y poco racional la conduce, comúnmente, al consejo y a la moraleja. Estos quizá son puntos débiles para un lector moderno, pero abogamos por la lectura en tanto una innegable exploración sincera. 

Y si en tensiones queremos ahondar, en un primer momento la imagen femenina se ve ensombrecida, lo cual se convierte en denuncia por parte de la narradora. La constante oscuridad que acecha a sus personajes es insistente en un primer momento. Tal vez algo o mucho de romanticismo se puede observar, pero su relación con lo femenino puede permitirnos reconocer un reclamo, una queja constante ante la situación compleja de lo emocional en un panorama de transformación y, justamente, por eso, la necesidad de un compromiso. La heterogeneidad del libro probablemente linde con esa cuestión. Para nuestra lectura moderna, las imágenes vegetales son constantes y se presentan de variadas formas en medio de las tensiones mencionadas, pero son la figura o reflejo de la estética femenina en el libro. Las plantas aparecen veintiséis veces y de variadas formas en el libro de Negrón Ugarte y podrían ser la delicia para algún lector ecopoético o fitoliterario, siempre que quieran aprovechar a esta autora para sus fines.

No concordamos, desde ya, con esas lecturas, pero los textos presentados en esta ocasión podrían ser acomodados para el capricho de la sobreinterpretación, pero que conste en nuestra reseña que la relación naturaleza, mujer y plantas no podría ir más allá de lo metafórico, proyectivo o analógico. No es poco, pero exagerado sería tildar a nuestra autora como antecedente de estas corrientes de lectura. En todo caso, el rescate de esta escritora para nuestra tradición debe enmarcarse en un momento histórico de exploraciones y tanteos sobre lo peruano, lo femenino y el lugar de la educación en el norte peruano, del que su personaje principal son, sin duda, los niños y jóvenes. Una lectura de este tipo sería más que suficiente para hacerle justicia al libro reseñado y por el que recomendamos comenzarlo, pero, obviamente, el lector sabrá juzgar mejor nuestra recomendación.