“Hoy la salud y la honra del Perú nos llaman al departamento de Junín, allí donde los pueblos han levantado la sagrada enseña de la nación contra el invasor. (…) Unidos con las imponentes masas populares que asedian y atemorizan al ejército chileno de Huancayo, la victoria no podrá negaros sus favores”, fue la proclama —y una premonición patriota— con la que Andrés Avelino Cáceres anunció la contraofensiva en el centro, semanas antes de que las fuerzas peruanas, entre hombres y mujeres —integradas por montoneros, guerrilleros, campesinos y tropas regulares— ejecutaran asaltos exitosos simultáneos el 9 y 10 de julio de 1882, en los gloriosos combates de Pucará, Marcavalle y Concepción.
Tras esto, las tropas sureñas terminarían por abandonar el territorio juninense. El enemigo se retiró con desesperación y herido en su orgullo, golpeado por el exceso de confianza, por las enfermedades y por el incesante accionar de los combatientes andinos. Mientras tanto, los locales celebraban sus merecidos triunfos, resultado del sacrificio, de la unión forjada en la adversidad y del amor profundo por su tierra. Porque aquí, en esta región indomable, incontrastable por esencia, se quebró la bravura del ocupante que aún permanecía en Lima. Y aunque semanas más tarde se librarían nuevas contiendas decisivas para el destino del país, el mensaje ya estaba grabado entre los valles centrales: que el corazón peruano supo alzarse y vencer, y con eso, dejar huella en la historia.
En estos episodios memorables se recuerdan los nombres de decenas de héroes y heroínas que expusieron sus vidas, muchos pereciendo, en las pugnas libradas en Chupaca, Sicaya, Jauja, Pucará, Marcavalle, Concepción y otras zonas. Entre ellos figuran Teodoro Peñaloza, Apolinario Cantorín, Mariano Sánchez, Baltazar Canchari, Leonor Ordoñez, Eulogio y Nicéforo Leyva, Vicente Gutarra, Vicente Samaniego, Enrique Rosado, Tomás Gutarra y Joaquina Ávila, cuya voz quedó inmortalizada en una arenga que todavía estremece: “¡Adelante, valientes sicaínos! Morir defendiendo nuestra patria es más glorioso que permitir en Huancayo la presencia del enemigo invasor”.
“Homenajear a aquellos que lucharon con dignidad construye identidad, fortalece el sentido de pertenencia e ilustra que todo lo que valoramos fue posible gracias a quienes no se rindieron. Entender eso educa y repara”
Y junto a ellos, miles que no llegaron a ser nombrados en los registros, pero que aún viven en la memoria colectiva, en cada rincón que defendieron con el alma. Entonces, más allá de fomentar chauvinismos o avivar odios, es importante reconocer el valor de los que entregaron todo por una causa que sentían justa y necesaria. En muchos países —y en algunas regiones del nuestro— se enseña a recordar a quienes resistieron y vencieron, aunque todavía queda mucho por hacer para que gestas como la de la Breña ocupen el lugar que merecen. No para glorificar la guerra, sino porque homenajear a aquellos que lucharon con dignidad construye identidad, fortalece el sentido de pertenencia e ilustra a que todo lo que valoramos fue posible gracias a los que no se rindieron. Entender eso, en una sociedad como la nuestra, no solo educa, también repara.
Hoy, con tantos episodios dignos de ser contados, no podemos seguir permitiendo que el olvido se imponga. Las acciones conmemorativas que ya se realizan en Junín —como la gran escenificación de las batallas de Marcavalle y Pucará, que se llevará a cabo este domingo 6 de julio en los cerros de Chuo Uclo, Pucará, desde las 10:00 a.m.— demuestran que hay una base firme desde donde seguir construyendo. Sin embargo, este tipo de iniciativas no pueden ser las únicas, porque corren el riesgo de quedar como actos aislados. Y la historia no debe vivirse por fragmentos, debe sentirse como un relato continuo, cercano y presente. Aún hay mucho por hacer, estimados, paisanos: películas, documentales, obras escénicas, encuentros académicos, exposiciones, museos, rutas, etc. Los recursos existen; lo que se necesita es decisión, articulación y un compromiso real por parte de las autoridades culturales, educativas y locales.