Edilberto Paucar: “El shakatán nació en el valle de Paurán y no en Tayacaja, Huancavelica”

El violinista Minkay Puriq, nacido en el valle de Paurán, asegura que el verdadero origen del shakatán está en Huancayo y no en Tayacaja. “Ese sonido lo crearon mis ancestros”, afirma, y denuncia distorsiones que buscan apropiarse de esta expresión cultural.
El mayordomo del Santiago y sus familiares junto al violinista Edilberto Paucar Camargo y el conjunto original del shakatán con violín, tinya y wajra. Santo Domingo de Acobamba, 4 de agosto de 1986.
Edilberto Paucar Camargo
Edilberto Paucar Camargo
Músico y compositor
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Me llamo Edilberto Paucar Camargo y, en el mundo de la música, me conocen como el violinista Minkay Puriq. Nací en el valle de Paurán, en el distrito de Santo Domingo de Acobamba, provincia de Huancayo, donde desde niño aprendí a escuchar el shakatán, un zapateo firme sobre el suelo rústico.

En aquella época, los pobladores no usaban zapatos, ni siquiera los conocían; el calzado habitual era el shipu shrukuy, confeccionado artesanalmente con cuero de vaca o utah. Por eso, a quienes usaban ese calzado se les ponía como sobrenombre utash. Al shakatán se le conocía entonces como “Santiago de los utash”. Así crecí, viendo y sintiendo cómo se bailaba.

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Cuando realizamos el zapateo sostenido al ritmo de la música, se produce un sonido como shakatán, shakatán, shakatán, y así nace el nombre del shakatán. Ese sonido fue originado por mis ancestros.

Todos los quechuahablantes lo llamábamos así, en referencia al sonido que surgía del baile, del zapateo con el shipu shrukuy. El shakatán es, entonces, ese sonido característico que se produce al golpear con ese calzado sobre la tierra. Esa palabra no es quechua, no pertenece a ningún idioma: simplemente imita el sonido del zapateo.

La melodía del shakatán se interpreta, desde sus orígenes, con un trío conformado por violín, cantora y corneta (wajra). La cantora, de voz aguda o soprano, lleva además su tinya. La corneta, pequeña y hecha con cuerno de vaca, es ejecutada por otro integrante. La tinya, en cambio, está elaborada con pellejo de animales menores, como la oveja o la vizcacha.

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En el libro Herranza y Santiago, el maestro Marcelino García Palomino, a quien todos conocen como Verde Lorito, habla del “Santiago utash” y lo ubica en Andamarca. Pero ahí hay una confusión: el shakatán no viene de allá, sino del valle de Paurán.

Marcelino García, conocido como Verde Lorito, y a un lado su libro Herranza y Santiago.

Don Marcelino, en su libro, no menciona que él haya creado el shakatán. En ningún párrafo ni línea se lo atribuye. Eso que difunden en redes, poniéndole frases que él no escribió, es una falta de respeto. Usan sus fotos y escriben a su antojo, con el afán de confundir.

En su libro, Verde Lorito reconoce cuatro estilos: el Santiago yunca, de la zona pluvial de Tayacaja (Huancavelica); el Santiago jalla, de la provincia de Concepción, más nostálgico; el Santiago utash, que ubica en Andamarca; y el Santiago chupurino, del Alto Canipaco.

Solo para precisar: no es Andamarca, es el valle de Paurán, Santo Domingo de Acobamba.

Por eso quiero dejar en claro que el shakatán no nació en Tayacaja. El mismo Verde Lorito nació en Huari, en Tayacaja, pero sentía una profunda identificación con Huancayo. Su vestimenta lo decía todo: don Marcelino usaba chaleco huanca, faja huanca, y sus cantantes vestían con talqueado huanca. Casi nunca se ponía ropa de Huancavelica. Eso también dice mucho sobre el lugar donde realmente estaba su raíz.

Quienes realmente difundieron el shakatán fueron músicos mayores. El destacado violinista Sabino Paucar Llamuco, mi padre, compositor de muchos temas de Santiago utash o shakatán, y don Eugenio Palacios Gamarra, un notable intérprete. Ambos eran del valle de Paurán, no de Andamarca.

El violinista Eugenio Palacios en una fiesta de Santiago, registrado por Verde Lorito.

Según el mismo libro de Verde Lorito, el apogeo de esos maestros fue a partir de 1935.

Años después, músicos andamarquinos como Panchito Leyth Navarro o Zenón Ricse Valverde llevaron el shakatán a otras zonas del centro del país, pero lo que difundieron fue el estilo original: el del valle de Paurán, aunque interpretado con otros instrumentos, como violín, arpa y saxofón. Los mismos tayacajinos lo saben.

Y hay que aclarar otra cosa: el shakatán no es herranza. La herranza es más triste, más andina, más ligada al ganado. El shakatán, en cambio, es festivo, es fuerte, es zapateo para el patrón Santiago.

Francisco Leyth, difusor del shakatán, en una imagen de Guillermo Joo.

Tayacaja tiene su propio estilo de Santiago, como, por ejemplo, Las Salcabambinitas: un conjunto con yungor y cantora de voz natural o contraalto. Aunque usaban tinya, con el tiempo dejaron de hacerlo. Al incorporar arpa y violín, la tinya fue desplazada.

Es una expresión valiosa, muy andina.

Yo empecé a tocar de manera formal allá por 1973, y desde 1992 compongo y difundo temas de shakatán inspirados en el estilo original de mi pueblo. He grabado en distintos formatos: con violín, cantora y corneta (el conjunto original del shakatán); con arpa y saxofón; en casete, CD y DVD.

Edilberto Paucar Camargo, el violista Minkay Puriq.

He sido reconocido por el Instituto Nacional de Cultura como originario del Santiago del valle de Paurán (2008); declarado Hijo Predilecto de Huancayo por la Municipalidad Provincial, en reconocimiento a mi sostenido aporte a la cultura (2017); y distinguido como difusor de la música tradicional por la Universidad Nacional del Centro del Perú (2002), entre otros reconocimientos.

Muchos de esos temas hoy se bailan en todo el Valle del Mantaro, incluso en Tayacaja. Y eso me alegra, pero también me preocupa.

No faltan quienes se apropian del trabajo de otros: copian los temas, los suben a TikTok, cambian las imágenes, no mencionan al autor ni al lugar. Se creen con derecho. No piden permiso, no agradecen.

Cassette de música Esencia del Shakatán, grabado a partir de 1992.

Y lo más grave: tergiversan lo que a nosotros nos tomó décadas construir, lo que heredamos y queremos seguir conservando.

Y mientras yo esté con vida, lo seguiré diciendo con voz firme y sin miedo: el shakatán nació en el valle de Paurán. Es de Huancayo.

Más adelante contaré todo lo que falta. Por ahora, esto tenía que decirse.

[Nota: Edilberto Paucar prefiere usar la letra K’ en “Shakatán” porque considera que, al ser un vocablo con origen en un pueblo quechua, esa grafía respeta mejor su raíz]