‘Chucito’ Campos Galarza, figura del folclore huanca, ahora toca en el cielo junto a Unsihuay y Rosales

El músico folklórico Armando ‘Chucito’ Campos Galarza, reconocido por su talento y por ser creador de huainos ‘bien llorados’, falleció y ahora toca en el cielo junto a Javier Unsihuay y Julio Rosales.
El músico huanca Armando ‘Chucito’ Campos Galarza falleció, pero sus composiciones seguirán resonando.
Huanca York Times
Huanca York Times
huancayorktimes@gmail.com
Share on facebook
Share on whatsapp
Share on twitter

Armando Campos Galarza, conocido en el mundo musical como ‘Chucito’, fue una figura clave en la historia del folclore huanca. Nació en Huancayo, en el distrito de Huayucachi, en el barrio de La Libertad, y su vida se apagó en Lima, víctima de una enfermedad. Se destacó como creador de huainos y santiagos, cuya huella sigue viva en la música que dejó.

‘Chucito’ nació en una familia de músicos, siendo el mayor de Graciano, Roque, Reymundo y Henry, quienes, siguiendo su ejemplo, también se dedicaron al arte musical. Su amor por la música estuvo presente desde su infancia.

Fue Andrés Córdova, un maestro fundamental, quien guió su formación. Según el músico Edilberto Paucar Camargo, ‘Chucito’ recorría a pie el camino entre Huayucachi y Viques para recibir clases de Córdova, quien le enseñó el profundo sentimiento huanca que definiría su estilo. Paucar, a quien le unía una gran amistad, lo recuerda como un músico excepcional, capaz de tocar huainos “bien llorados”, llenos de adornos y caídas que llegaban al alma de quien los escuchaba.

A lo largo de su carrera, ‘Chucito’ formó parte de varias agrupaciones, como la orquesta Engreídos de Jauja, dirigida por Julio Rosales Huatuco, donde se desempeñó como saxofonista segundista. También fue parte de orquestas emblemáticas del valle del Mantaro, como Los Mayordomos de Huancayo, Mañaneros de Huancayo, Los Compadres de Huancayo, Ases de Huayucachi, entre otras. En todos esos conjuntos, lo llamaban “maestro”.

Una de las anécdotas que más refleja su carácter ocurrió en Lima, cuando, durante una presentación en la playa, su saxofón Selmer Paris plateado se dañó por una lluvia. A pesar de las manchas negras que dejó el agua, ‘Chucito’ no se desanimó y, al día siguiente, se presentó con el mismo saxofón. Le comentó a Edilberto: “Se me ha tiznado, como ollín de olla”, riendo de la situación y mostrando siempre su buen humor ante las adversidades.

Actualmente, sus restos se velanen Lima, en el distrito de Ate Vitarte, donde amigos y familiares lo despiden con cariño y respeto, como el gran cultor del folklore huanca que fue. ‘Chucito’ dejó una huella indeleble con su huaino “bien llorado”, “lleno de sentimiento”,  que nace del alma bien huanca. Ahora, su música seguirá sonando en el cielo, junto a los inmortales del folclore del valle del Mantaro como Javier Unsihuay de los Ases de Huayucachi y Julio Rosales de Los Engreídos.