En estas épocas en las que el poder de la Iglesia católica no basta para ocultar sus crímenes y vejaciones contra víctimas que, en coro, van alzando sus voces y denunciando violaciones y otras tropelías, el libro del profesor e investigador Marcel Velázquez Castro, Cuerpos vulnerados. Servidumbre infantil y anticlericalismo en el Perú (1840-1920) se hace pertinente y necesario porque los temas que aborda, amén de actuales, ponen en vitrina las grandes taras que la sociedad peruana padece hoy (y, tememos, seguirá padeciendo).
El abordaje multidisciplinario de MVC toca dos puntos significativos en este estudio: el tráfico de niños durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, y las tensiones entre la Iglesia y el pensamiento anticlerical.
El libro está dividido en dos largos capítulos. En el primero de ellos, MVC traza el recorrido de la explotación infantil en el Perú. Para ello, se vale del análisis de textos y fotografías en los que la figura del “cholito” resulta central, porque es sobre él que recaerá la violencia y el ejercicio de la autoridad por parte de los patrones que pertenecían a las élites de la sociedad limeña del siglo XIX. Esta servidumbre para la que servían los niños del Ande que trabajaban en casas de familias pudientes resultaba en una esclavitud asolapada. Los niños que eran regalados o extraídos de sus comunidades con la finalidad de trabajar en el servicio doméstico constituían un grupo vejado y violentado por las clases altas urbanas. Una práctica que aun en nuestros días se sigue reproduciendo con una espantosa actualidad.
“El libro abre una ventana para el conocimiento de aquellas formas de esclavitud y abuso que en pleno siglo XXI se siguen cometiendo en el Perú”.
En el segundo capítulo, el autor expone las tensiones entre la Iglesia y las publicaciones anticlericales que surgieron durante los primeros años del siglo XX. De lo mencionado, Fray K. Bezón es un gran ejemplo, pues desde esta revista, con caricaturas y apelando al humor, se denunciaban los abusos que cometían sacerdotes y curas. Además, resulta interesante enterarnos de que no solo quedó en el papel esta confrontación, sino que la Iglesia contraatacaba con quemas de libros, censura y apelando a la excomunión. El tercer apartado es un dossier fotográfico que sirve de apoyo visual para los textos de los capítulos precedentes.
El acierto de Marcel Velázquez en el libro viene dictado por el hecho de que hace dialogar a la historia con la literatura, además de poner en relieve la importancia de la investigación de revistas y periódicos, y cuestionar el poder o a las instituciones que lo ejercen, como la Iglesia católica.
El acervo visitado, revisado y estudiado por el autor, como queda consignado, incluye manifestaciones literarias (novelas de folletín, relatos, poemas), fotografías y pinturas, caricaturas, anuncios y crónicas de escritores como Juana Manuela Gorriti, Abelardo Gamarra, José I. Palma y varios más. En suma, el libro de MCV abre una ventana importante para el amplio conocimiento de aquellas formas de esclavitud y abuso que incluso en pleno siglo XXI todavía se siguen cometiendo en el Perú y de aquellos que las combatieron desde diferentes frentes y que abogaron por una sociedad más secularizada y moderna.