El río crece y ahoga la esperanza: los cinco desaparecidos en el Mantaro siguen sin rastro

El implacable caudal del río Mantaro desafía a los rescatistas, mientras la angustia de los familiares se convierte en resignación.
Por quinto día consecutivo, labores de búsqueda no dan resultados en el río Mantaro
Jhefryn Sedano
Jhefryn Sedano
jhefryns30@gmail.com
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Una densa neblina empieza a descender desde las montañas, anunciando, de nuevo, un día gris en la búsqueda de los cinco ocupantes del auto que, presumiblemente, cayó a las aguas del río Mantaro la tarde del sábado. Más que incertidumbre, hay certeza: hoy jueves tampoco hallarán algún rastro.

Aun así, los rescatistas del Escuadrón de Emergencia de la Policía comienzan a instalar su bote Zodiac, asegurándolo con un sistema de cuerdas ancladas a los rieles del tren y a la camioneta de rescate.

Esto les permite navegar sin ser arrastrados por las aguas en el sector ‘Tierra Negra’, en La Oroya. Cada maniobra está calculada al milímetro, pues el caudal del río representa un peligro para quienes se atreven a desafiar su torrente embravecido.

La búsqueda se tornó esperanzadora cuando, después de varias horas utilizando una ganzúa en las aguas torrentosas, el instrumento quedó atascado. Se especuló que podía haber encontrado el vehículo sumergido, pero las condiciones climáticas no permitieron verificarlo.

En otro punto del río, los buzos de Salvataje de Lima también comienzan a sumergirse, pero la poca visibilidad y la fuerte corriente frustran la tarea.

La desesperación llevó a los familiares y transportistas a bloquear la Carretera Central, en el tramo Jauja – La Oroya, por aproximadamente una hora. Exigían que se incrementara el número de rescatistas y se intensificara la búsqueda.

En un intento por facilitar la labor, uno de los familiares llevó un motor fuera de borda para acondicionarlo al bote Zodiac, buscando mejorar la maniobrabilidad en el caudaloso río.

A medida que avanzaba la jornada, el caudal del Mantaro aumentó, obligando a los rescatistas a resguardarse momentáneamente. En la orilla, los familiares de las víctimas trataban de mantener viva la esperanza, preparando el almuerzo y recibiendo apoyo de transportistas y viajeros, quienes les entregan víveres para la improvisada olla común, a un costado de la carretera.

Con la esperanza puesta en cada esfuerzo, los presentes recurren a creencias ancestrales. Mientras pasan las noches en carpas, practican el pago a la tierra, con la fe de que el río devuelva los cuerpos del chofer Héctor Tomasini Huatuco Jumpa (31) y los pasajeros Jhein Ávila Rojas (25), Jhosep Álvaro Chávez Palomino (23), Jhasmin Janet Escobar Conislla (25) y José Maco Pinto (35). Aún no hay respuesta.

“Ya habremos hecho diez pagos. ¿O lo estaremos haciendo mal?”, reflexiona uno de los familiares.

Luego de un ligero almuerzo de arroz con pollo, los rescatistas se preparaban para retomar la búsqueda. Pero el río sigue creciendo. Según el reporte del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), el nivel del agua estuvo cerca de la alerta naranja, lo que representa un riesgo aún mayor para las labores de rescate.

Han pasado cinco días desde la desaparición del auto y la angustia comienza a transformarse en resignación. “Ya estamos perdiendo la esperanza de encontrar el vehículo”, admite un familiar con la voz quebrada. Los rescatistas, por su parte, señalan que, en ocasiones anteriores, el agua solía devolver uno o dos cuerpos al cabo de varios días, pero esta vez la fuerza del río y su turbidez complican la visibilidad y el rastreo.

La incertidumbre persiste en la ribera del Mantaro. Las miradas de los familiares se pierden en el horizonte esperando un milagro.