Un Sentimiento llamado Vallejo

En el Día del Libro, el escritor e historiador huancaíno Nicolás Matayoshi, le hace esta entrevista ficticia a César Vallejo, nuestro poeta universal.
César Vallejo, el peruano poeta universal
Nicolás Matayoshi
Nicolás Matayoshi
Escritor e historiador
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En el Perú es inexorable hablar de nuestros ilustres difuntos: José Carlos Mariátegui, José María Arguedas o César Vallejo. Claro que también existen otros nombres importantes como Manuel Gonzáles Prada, Ciro Alegría o José María Eguren; pero a los tres primeros les acompaña el signo de thánatos: Un José Carlos prematuramente muerto, un dolido deceso de José María y la tragedia de morir en París de César, nuestro poeta universal.

Quizás, debido a nuestra tradicional tendencia a la necrofilia, la tremenda muerte que les acompañó hace que sean nuestros queridos difuntos, y solemos olvidar que fueron espíritus generosos que sufrieron al Perú, que palpitaron la heroica gesta de ser pueblo andino y se convirtieron en nuestros vigentes espíritus liminares, que nos permiten reconocernos profundamente humanos y terriblemente barros pensativos en este hogar llamado “patria”.

Mariátegui, con su lúcida y lucida palabra, nos entrega la raíz de nuestra conciencia política. Arguedas, el corazón que escribe, hace palpitar la raíz de nuestra conciencia social y Vallejo, poeta y humano sobre todas las cosas, nos hace encontrar nuestra conciencia espiritual. Cómo no sentirse piedra india, si cada uno de nosotros es la suma metafísica de todos ellos: “Somos los Poemas Humanos en los Siete Ensayos de Todas las Sangres.”

Este artículo- entrevista imaginaria, pensado en Vallejo, deja de lado para otro momento a los Josés y comienzo con César acudiendo, provocadoramente, al concepto que vertiera Clemente Palma, personalidad y autoridad literaria en los tiempos del vate, “ese oscuro poeta provinciano, de aspecto grave y ceño fruncido”:

Palma: ¿Ud. cree señor Vallejo que colocar una imbecilidad encima de otra es hacer poesía?

Vallejo: “Todo cuanto existe, digno es de entrar en la obra de arte, porque todo goza de la inmanente dignidad de la existencia. El arte no distingue cosa sucia o inferior. La distinción de cosa sucia podrá venir del estómago. Lo de cosa inferior, del cerebro. El corazón no tiene nada que ver en estas diferenciaciones. Un gran dolor, un inmenso placer, hacen olvidar lo sucio y lo inferior, nivelándolo todo en emoción…”(El Arte y la Revolución”, p 51)

Viendo a César, indefenso, sin derecho a réplica, inicio la siguiente entrevista, siguiendo la discusión iniciada por Palma:

PREGUNTA: Pero… ¿Y la poesía, señor Vallejo?

 VALLEJO: ” Un poema es una entidad vital mucho más orgánica que un ser orgánico en la naturaleza. A un animal se le amputa un miembro y sigue viviendo. A un vegetal se le corta una rama y sigue viviendo. Pero si a un poema se le amputa un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere…” ( Op. cit. p 62)

PREGUNTA: En “Trilce” usted escribe: “Vusco volvvver de golpe el golpe… “,  “el toroso vaveo / de egoísmo…” ( IX), crome (V), fratesadas (VI), hifalto (VIII),  arzonamos (X), tempranía (XIV) ovulandas (XVII) excrementido (XIX); etc. ¿Señor Vallejo, acaso el poeta tiene licencia para perpetrar violaciones a la gramática?

VALLEJO: “La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos…”

PREGUNTA: ¡Entiendo! Disculpe que le corte, señor Vallejo, esto explica ese verso suyo que dice “Oh estruendo mudo. Odumodneurtse!” (XIII), pero acaso esto limita la capacidad de entendimiento de las clases populares

VALLEJO: … esto, en vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al infinito. Sabido es que cuanto más personal (repito, no digo individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva.” (idem, p. 64)

PREGUNTA: Trilce es un libro difícil, ¿qué nos dice al respecto?

VALLEJO: “El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy libre, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!”(Carta a Antenor Orrego)

PREGUNTA: Usted es profundamente socialista en “Poemas Humanos” y más aún en “España, Aparta este cáliz”, aparentemente su posición política ha sido una “piedra en el zapato” de los críticos literarios que no concuerdan con su posición socialista, por eso, sus poemas de alto contenido social no se difunden apropiadamente, ¿qué opinión le merece?

VALLEJO: “El artista es, inevitablemente, un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual, mediocridad humana, inferioridad estética. Pero ¿en qué esfera deberá actuar políticamente el artista? … el arte no es un medio de propaganda política, sino el resorte supremo de creación política. Hablo del arte verdadero. Cualquier versificador, como Maiakovsky, puede defender en buenos versos futuristas, la excelencia de la fauna soviética del mar, pero solamente un Dostoievski puede, sin encasillar el espíritu en ningún credo político concreto y, en consecuencia, ya anquilosado, suscitar grandes y cósmicas urgencias de justicia humana… Si el artista renunciase a crear lo que podríamos llamar las nebulosas políticas de la naturaleza humana, reduciéndose al rol secundario y esporádico de la propaganda, o de la propia barricada, ¿a quién le tocaría aquella taumaturgia del espíritu? (“Los Artistas ante la política”. Paris, nov. 1,927)

PREGUNTA … El 27 de enero de 1,931, el periodista César Gonzáles, en “El Heraldo” de Madrid, escribió sobre usted lo siguiente: “Duros y picados soles le han acuchillado el rostro hasta dejarlo así: finamente racial, como el de un caballerito criollo del Virreinato que con espuelas de plata fuera capaz de hacer correr el caballo de Juanita y espantarle en Rívoli. Mazos de pensamiento sacaron su frente y hundieron sus ojos a los que la noche daba el “koral” de quienes suspiran más hacia dentro que los demás. Este hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo, cuya risa tortura en cicatrices el rostro, habla con la misma precisión que escribe y no os espantará demasiado si os juro que en el café se quita el abrigo y le duerme en la percha. Dibujo interesante, pero qué dice Usted de sí mismo, descríbanos su propio retrato:

VALLEJO: Un retrato ha de contener en esencia a una vida, es decir, la personalidad infinita, la figura pasada, presente y futura, en fin, el rol integral de una vida. El artista hurgará el misterio de esa vida, descubrirá su sentido permanente y cambiante de belleza y lo hará sensible en líneas, colores, planos, movimientos, masas, direcciones. Un retrato es, pues, la revelación de una vida, de principio a fin de trayectoria. Un retrato es dato de oráculo, cifra de adivinación, explicación del misterio, excavación de la fábula.

PREGUNTA: ¿Acaso es parte de su retrato literario el poema Huaco?, cuyas letras dicen:

Yo soy el coraquenque ciego

que mira por la lente de una llaga, 

y que atado está al Globo, 

como a un huaco estupendo  que girara.

Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza 

la necedad hostil a trasquilar 

volutas de clarín,

volutas de clarín brillantes de asco

y bronceadas de un viejo yaraví.

Soy el pichón de cóndor desplumado 

por latino arcabuz;

y a flor de humanidad floto en los Andes, 

como un perenne Lázaro de luz.

Yo soy la gracia incaica que se roe 

en áureos coricanchas bautizados

de fosfatos de error y de cicuta.

A veces en mis piedras se encabritan los nervios rotos de un extinto puma.

Un fermento de Sol:

 ¡levadura de sombra y corazón!”

Digo esto, Señor Poeta, porque usted no tiene la costumbre de escribir en primera persona, casi como íntima confidencia. En el poema “Amor”, usted escribe “Amor, ven sin carne, de un icor que asombre;/y que yo, a manera de Dios, sea el hombre/ que ama y engendra sin sensual placer!”, se nota a un poeta de amor dolido. No creo que todos sus días eran tristemente enfermos, alguna vez leí que Ernesto More hablaba de su chispa y de los “calientitos de pisco” que solían compartir. En el afán de auscultar su vida cotidiana, me encuentro con el poema Los pasos lejanos“, ahí, usted afirma que “Hay soledad en el hogar sin bulla,/sin noticias, sin verde, sin niñez./ Y si hay algo quebrado en esta tarde,/ y que baja y que cruje,/ son dos viejos caminos blancos, curvos./Por ellos va mi corazón a pie./”. Su vida es un duro trajinar por la soledad… (Vallejo me interrumpe y continúa):

VALLEJO: “… Las circunstancias de espacio y de tiempo, dentro de las cuales es sorprendido el infinito de su vida no han de ser subordinadas al punto de no ser ya posible reconocer a la persona en el retrato. De un cierto equilibrio misterioso entre lo visible e invisible de un retrato, entre lo circunstancial y lo permanente de él, o lo que es igual, entre el parecido y el carácter, depende la grandeza de la creación…”(id. 66)

PREGUNTA: Jaime Ríos Burga ha escrito de usted que: “A pesar de una existencia cercada constantemente por la muerte -la de su hermano, sus padres, sus amores y sus amigos- la poesía de Vallejo lleva en sí misma un hálito de vida; ese mismo que lo sostuvo en sus momentos más críticos -a diferencia de Arguedas, que terminó buscando consuelo en la muerte- cuando el dolor humano y por extensión el propio le pusieron al borde del suicidio. Antes que el arte, la vida.” Acaso esta definición nos lleva a dos interrogantes. ¿Los momentos buenos en la vida del poeta, simplemente fueron intensamente vividos y, por eso, los momentos oscuros se reflejan en la mayor parte de su creación?

VALLEJO:  Oh piedra, almohada bienfaciente al fin. Amémonos

            los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas

            será después. Cuánto tenemos que quererlas

            y estrecharlas, cuánto. A m e m o s las actuali-

            dades, que siempre no estaremos como estamos.

            Que interinos Barrancos no hay en los esenciales

            cementerios. Trilce LXX)

(“pues”)

            Tengo fe en que soy,

y en que he sido menos. (Trilce XVI)

(“ya que”)

Hoy me gusta la vida mucho menos,

pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.

Casi toqué la parte de mi nido y me contuve

con un tiro en la lengua detrás de mi palabra. (Poemas Humanos)

Pero antes que se acabe

toda esta dicha, piérdela atajándola,

tómale la medida, por si rebasa tu además; resbálala,

ve si cabe tendida en tu extensión. (Poemas Humanos)

PREGUNTA: En toda su obra literaria, siempre se encuentran presente la muerte, como una osada compañera permanente y sus furiosas batallas con Dios, usted es un poeta mayor para mayores de edad espiritual. No es fácil recorrer los tortuosos caminos del sufrimiento humano. Usted siempre viste el ropaje del hombre que sufre al hombre.

VALLEJO: “El traje que vestí mañana/no lo ha lavado mi lavandera:/ lo lavaba en su venas otilinas,/ en el chorro de su corazón, y hoy no he / de preguntarme si yo dejaba/ el traje turbio de la injusticia./… / A hora que no hay quien vaya a las aguas,/ en mis falsillas encañona/ el lienzo para emplumar, y todas las cosas/ del velador de tánto qué será de mí,/ todas no están más/a mi lado./…Quedaron de su propiedad,/fratesadas, selladas con su trigueña bondad./… / Y si supiera si ha de volver;/ y si supiera qué mañana entrará/ a entregarme las ropas lavadas, mi aquella/ lavandera del alma. Qué mañana entrará/ satisfecha, capulí de obrería, dichosa/ de probar que sí sabe, que sí puede/ ¡COMO NO VA A PODER!/ Azular y planchar todos los caos.” (Trilce VI)

PREGUNTA: Quizás sea esa la respuesta, por qué nos duele tanto su muerte, su muerte de muerte definitiva… (Cortándome el poeta me dice):

VALLEJO: “Haga la cuenta de mi vida/ o haga la cuenta de no haber aún nacido / no alcanzaré a librarme. / … / No será lo que aún no haya venido, sino / lo que ha llegado y ya se ha ido, / sino lo que ha llegado y ya se ha ido… (Trilce XXXIII)

PREGUNTA: Usted ha escrito su propio epitafio, cuando, recordando a Abraham Valdelomar le dedica sus dolidos pensamientos:

VALLEJO:  (César) Abraham V… ha muerto. A esta hora vuela la noticia. ¿Pero es posible? !Oh, esto es horrible! / “Hermano en el dolor y en la belleza, hermano en Dios”, (César) Abraham, tú no puedes haberte ido para siempre; es imposible. Solo “como cuando viajabas, hermano, estás ausente.” Sí, nada más, estás ausente desde la mañana lluviosa en que partiste en un tren que volverá a traerte. Sí, estás viajando hermano, nada más. Y volverás, (César) Abraham, pronto. Te espera tu madre; te esperamos nosotros, tus hermanos todos. Volverás para realizar todos tus sueños de amor, de belleza y de bondad en la vida, y porque tienes y has recogido en tus últimas romerías muchos dolores de la tierra que vas a inmortalizar por obra y gracia de tu corazón inmenso de creador y artista genial. Por eso volverás, hermano, grande amigo. (de “Abraham Valdelomar ha muerto”. La prensa, Lima 4 de noviembre de 1,919)

PREGUNTA: Permítame unas últimas palabras, Usted es extraordinariamente poeta, es el hombre resurrecto de “Masa”, pero cuando se menciona a “César Vallejo”, se le recuerda dolido en los poemas”Los Heraldos Negros”, “Piedra Blanca sobre piedra negra”,  “Los Dados Eternos” y “Espergesia”. Entonces pensamos que es un hombre taciturno y triste. Como podrá recordar, en “Los Heraldos… usted afirma que “Hay golpes en la vida, tan fuertes…” y aunque pocos, parecieran inexorables e inevitables, y que por eso, en “Los Dados Eternos” usted afirma: “Dios mío, estoy llorando el ser que vivo” porque “el hombre sí te sufre: el Dios es él!”, No sé, me parece que si éstos poemas se enseñan a los niños de hoy, estaríamos enseñándoles a ser más tristes, dramáticamente fúnebres, convirtiéndolos en enfermos metafísicos, como dice en “Espergesia”: “Todos saben que vivo,/que soy malo: y no saben/ del diciembre de ese enero./Pues yo nací un día/que Dios estuvo enfermo.” Por eso, señor Vallejo, me resisto a pedir que los niños del mundo, repitan a coro, como enseñándoles un ruego a la vida: “Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos, los húmeros me he puesto/ a la mala y, jamás como hoy, / me he vuelto,/ con todo mi  camino a verme solo.” Me resisto, César, a vivir con un pueblo triste, al que se le enseña a ser triste.

VALLEJO: Pero Paco Yunque seguía llorando agachado… (Paco Yunque)

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Referencias: 

Ríos Burga, Jaime., 1994. “El Tiempo de Vallejo:  Sociedad, Identidad y Cultura”. En Coloquio Internacional “Vallejo, su Tiempo y su Obra” (Lima, 1992). Actas. Universidad de Lima. (Separata).

Vallejo, César.- “Los Heraldos Negros”,  Ediciones Culturales Marfil. Lima, 1,989

“El Tungsteno. Fabla Salvaje Paco Yunque Mas allá de la vida y la muerte”, Ed. Culturales Marfil, Ed. Rivera, 1,996

 “Trilce. España, aparta de mí este cáliz”.- Ed. Culturales Marfil. Ed. Rivera, Lima 1,997

  “Poemas Humanos”. – Mosca Azul Editores, Lima s/f.

 “El Arte y la Revolución”. Mosca Azul editores, Lima 1,973

 “La Cultura Peruana”. Mosca Azul Editores, Lima 1,987