Ana es libre

"Ana nos enseña que la dignidad de nuestras vidas debe abrazarnos de principio a fin y que debemos tener la libertad sin restricción de decidir sobre estas y nuestros propios cuerpos"
La pluma insumisa
Amire Ortiz
Amire Ortiz
amire.ortiz.arica@gmail.com
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Ana es libre. Ella tomó el control de su vida hasta su último momento con dignidad, por la que luchó con una fortaleza admirable y que hace que su nombre sea significado de resistencia y valentía, porque a través de su propia realidad hizo hasta lo que no parecía posible y así deja un legado importante en nuestro país, en donde la muerte digna sea también reconocida como parte del derecho a la vida digna.

Ana ha decidido ejercer el derecho por el que tanto luchó y aplicó el procedimiento de la eutanasia, hizo de su propia realidad una forma de dejar huella y trascender para que la muerte digna sea vista como lo que es, un derecho, el mismo que debe ser abordado desde una mirada legalista y humanitaria. De hecho, ¿en qué momento permitimos que el derecho pueda ejercerse sin una mirada cargada de humanidad?

El caso de Ana Estada ha permitido evidenciar, una vez más, que en nuestro país los aspectos asociados a la fe religiosa siguen siendo obstáculos para la garantía de derechos. Ella fue diagnosticada con polimiositis desde los 12 años de edad, una enfermedad autoinmune que afecta su sistema músculo esquelético y sobre la cual no hay cura, es degenerativa; y no hay tratamiento médico que revierta la situación.

 

Vuela alto Ana. Siempre estarás en nuestra memoria y en nuestros corazones. Te agradecemos por enseñarnos tanto desde el amor y resiliencia.

 

Lo doloroso de esto es la falta de comprensión de parte de personas que ejercen la función pública para haber hecho de este proceso uno menos difícil, sin embargo, Ana al lado de defensoras cargadas de humanidad, han luchado y logrado una sentencia histórica que marca un precedente en nuestro país y de manera global.

El Ministerio de Salud, Ministerio de Justicia y ESSALUD se opusieron a abordar la muerte digna y pidieron que esta sea vista a nivel legislativo por el Congreso, sin tomarse el esfuerzo por tener una mirada integral de la propia legalidad. El propio Poder Judicial tenía hasta una imagen del corazón de Jesús y crucifijos en medio de las audiencias, dejando de lado la laicidad del Estado Constitucional peruano y fortaleciendo así los sesgos que justamente se sustentan en las creencias religiosas y que en diversos espacios sociales motivaron cuestionamientos y críticas inhumanas al justo pedido de Ana.

La lucha de Ana ha permitido visibilizar y sensibilizar a la población sobre la muerte digna, sobre esta acción humana de permitirle a una persona tener el control autónomo de su propia vida de principio a fin. Todas las personas partiremos de este plano en algún momento, pero para muchas personas esa fecha de término es más cierta, ¿por qué obligarlas a continuar con un proceso de vida cargada de dolor y sufrimiento frente a un diagnóstico que no va a revertirse nunca? ¿por qué decidir sobre la vida de alguien más, más aún cuando no existe un disfrute pleno?

 

Ana decidió ser libre, coherente con su lucha. Decidió acceder a su derecho luego de una lucha incansable. No lo hizo solo por ella: Fue más allá de su individualidad

 

Ana nos enseña que la dignidad de nuestras vidas debe abrazarnos de principio a fin y que debemos tener la libertad sin restricción de decidir sobre estas y nuestros propios cuerpos. Ella se ha convertido en un rostro que jamás se olvidará, ella ha permitido que más personas se cuestionen y comprendan lo que implica continuar con la vida cuando ésta ya resulta difícil frente a una situación médica propia.

Ella luchó, logró una sentencia histórica, logró la emisión de un protocolo médico sobre la eutanasia que permite dar el paso importante para cambiar la realidad de nuestro país y por ende la realidad de miles de pacientes, que más allá de dicha condición que no las y los define, son personas que merece el reconocimiento y respeto de la dignidad en todas las etapas de su vida.

Ana decidió partir este 21 de abril del 2024. Decidió ser libre, coherente con su lucha. Decidió acceder a su derecho luego de una lucha incansable, demostrando que esto no lo hizo solo por ella: Fue más allá de su individualidad, pues gracias a su activismo la historia de muchas personas en el Perú tendrá un final donde la dignidad siempre esté presente.

Vuela alto Ana. Siempre estarás en nuestra memoria y en nuestros corazones. Te agradecemos por enseñarnos tanto desde el amor y resiliencia.