“Si tienen que irse, se irán todos”

"La indignación popular puso de vuelta y media al gobierno y lo obligó a tomar las medidas que ya conocemos. Pero ese 18 % con el que se exonera a los alimentos no necesariamente se verá reflejado en el costo que llegará a los consumidores de abajo". Lee la columna de Jorge Ponce.
jpc
Jorge Ponce
Jorge Ponce
Periodista
Share on facebook
Share on whatsapp
Share on twitter

Pedro Castillo está bien notificado. Una más y se va por su improvisación, por su incapacidad de gestión y su tozudez en el nombramiento de ministros y altos funcionarios. Pero no solo será Castillo, con él también se tendrán que largar esos congresistas golpistas y obstruccionistas. Y el que los botará a patadas será únicamente el pueblo.

En realidad, la crisis política comenzó desde que Castillo asume el poder asediado por una oposición congresal golpista que nunca quiso reconocer su derrota electoral. Y la crisis económica ya comenzaba a notarse desde el año pasado, pero se agudiza de manera brutal con la guerra de Ucrania.

Hay un dicho que dice: Cuando Estados Unidos y las potencias europeas estornudan a los países subdesarrollados les provoca neumonía. Y eso es lo que pasó con el Perú. La gente tuvo que desbordar las calles para buscar un alivio de emergencia frente al alza de precios.

Los líos intestinos entre el Legislativo y el Ejecutivo, más la improvisación, no le permitieron al gobierno reaccionar con mayor rapidez ante el alza galopante del petróleo internacional que importamos. Le faltó al gobierno reflejo político o fue muy negligente creyendo que las cosas se arreglarían solas.

“Pedro Castillo está bien notificado. Una más y se va por su improvisación, por su incapacidad de gestión y su tozudez en el nombramiento de ministros y altos funcionarios”

La disparada de precios de los carburantes, fertilizantes y alimentos fue tan explosiva, que la gente reaccionó como muy pocas veces se ha visto en las últimas décadas. Ni siquiera cuando Juan Carlos Hurtado Miller, ministro de Economía de Fujimori, soltó en agosto de 1990 el paquetazo de alza de precios diciendo que “Dios nos ayude” el pueblo reaccionó como lo hizo esta vez.

La indignación popular puso de vuelta y media al gobierno y lo obligó a tomar las medidas que ya conocemos. Sin embargo, los especialistas sostienen, por ejemplo, que ese 18 % con el que se exonera a los alimentos no necesariamente se verá reflejado en el costo que llegará a los consumidores de abajo. Esto, debido a las distorsiones como el que está estructurado nuestra economía, como la informalidad y los perversos canales de comercialización e intermediación que van desde el productor hasta el consumidor final.

Pero como si lo que estamos viviendo fuese poco, el Congreso desnaturaliza la exoneración del IGV a los alimentos, puesto que deja de lado al pan y el aceite y como para no creerlo incorpora al lomo fino, carne de ganso, faisán, carne importada, lasagna, ravioles, productos que no forman parte de la canasta básica familiar.

El Ejecutivo ha dicho que observará dicha ley, porque perjudica al pueblo y al Estado, dilatando, además, la rebaja de los precios. Así estamos.