Un congreso con más del 90% de rechazo popular acaba de burlar, una vez más, al pueblo peruano de manera descarada. El retorno a la bicameralidad no es el centro de la discusión ahora, sino el cómo se pretende retorcer la institucionalidad en el Perú de manera cada vez más ruin.
El Congreso, en teoría, además de legislar tiene como una de las funciones representar al pueblo. Pero de qué clase de representación hablamos si identificamos que este grupo de mafiosos/as no hace más que desvirtuar el poder otorgado para fines distintos, que apuntan a materializar los deseos de cooptación de poder de quienes hace mucho hacen lo que les da la gana con nuestra patria.
El referéndum es un mecanismo meramente democrático, de sometimiento a la opinión popular decisiones de alta trascendencia; reafirma el cómo está constituido un Estado de derecho en donde el poder constituyente a través de esta herramienta jurídica y política hace valer su voz. Dicho esto, no podemos tener tan corta memoria y no recordar que, en el 2018, mediante referéndum el pueblo peruano expresó lo siguiente:
-
El 86.61% estaba de acuerdo en la reforma constitucional de la Junta Nacional de Justicia
-
El 85.83% estaba de acuerdo en la reforma constitucional que regule el financiamiento de las organizaciones políticas
-
El 85.86% estaba de acuerdo en prohibir la reelección de parlamentarios.
-
El 90.59% no estaba de acuerdo en el retorno de la bicameralidad
Pocos años después, no se implementaron las acciones necesarias para acatar al “SI” popular, sino, mediante el juego mafioso de poderes han hecho precisamente todo lo contrario. Peor aún, cuando con total desfachatez construyen un discurso en donde utilizan la ya saboteada palabra “democracia” para blindar su actuar antidemocrático.
El Perú está sumergido en los chismecillos de farándula: la pataleta del “depredador” probablemente tuvo mayor acogida e interés público que lo que ocurre con el saboteo a la democracia, las personas que se jactan de mayor posicionamiento social y que destilan clasismo sobre quienes se movilizan y cargan la mochila de la lucha popular, son también vulneradas en sus derechos. Pero la alienación puede más y al fin y al cabo somos la ciudadanía en general la que va a tener que cargar con los pasivos de todo esto, pues quienes son parte del poder hegemónico seguirán disfrutando de los privilegios de vivir a costa del Estado.
“La mafia se aferra al discurso de la defensa de la Constitución y sataniza el pedido popular de construir una nueva. No obstante, se han encargado de modificar más de 50 artículos para acomodarla a su antojo. Les interesa adecuar este documento para legalizar el sabotaje al país”
La decisión congresal habilita a que las y los actuales miembros del Congreso sigan viviendo del Estado sin ningún tipo de contribución al mismo y pasen de una cámara a otra. Esto, aunado al quiebre de las elecciones primarias, permite que los partidos fachada de organizaciones criminales sigan escogiendo a dedo a sus candidatos/as que sin tener participación política se hacen de una curul para ser las y los ejecutores de aquello que sus patrocinadores les ordenen, y claro beneficio de manera personal.
La mafia se aferra al discurso de la defensa de la Constitución y sataniza el pedido popular de la construcción de una nueva que atienda a la actual coyuntura, que no legitima esa carta magna creada desde un gobierno dictatorial. No obstante, se han encargado de modificar más de 50 artículos de la Constitución para acomodarla a su antojo. No es que no estén de acuerdo con el cambio constitucional, lo que no desean es que ésta materialice la democracia, sino adecuar este documento tan vital y tratar de legalizar el sabotaje que se le hace al país desde hace mucho.
Esto no es una pugna entre “la derecha” y “la izquierda”, porque esto ha superado las posiciones políticas, esta es una pugna entre delincuentes y la ciudadanía que quiere estabilidad en su país. Seguir estigmatizando a quienes levantan las voces no hace más que ponerte del lado de quienes están destruyendo la poca democracia que se vislumbra en el Perú. La tibieza no es una opción, la indiferencia y el creer que esto no te afecta directamente tampoco, ponerse la camiseta no es solo para decir que somos la hinchada más alegre del mundo, sino hacer que nuestro país no se hunda más de lo que ya está.