El destacado escritor jaujino, Gerardo García Rosales, escribió un libro titulado “Entre caretas y cullucaras” en el que, en mi modesta opinión, grafica con humor, ironías, sarcasmos y críticas varios aspectos de la vida social.
Personajes e instituciones sirven de instrumentos para el accionar dancístico – burlesco del “cullucara” en esta hermosa fiesta, como es la tunantada.
El otrora “cachalunqui, chuto o cullucara” es el símbolo de la fiesta. El pendejo, el pícaro, el arribista, el sacavueltero, el gracioso con la cerveza afuera y adentro.
García Rosales, mediante sus relatos, hace que cobre vida el chuto, uno de los casi una docena de personajes que conforman las cuadrillas. Obviamente que hay otros trabajos histórico – literarios sobre la tunantada, como ese excepcional folleto de Edgardo Rivera Martínez en el que destaca al recio Tucumano y el arpa de la orquesta como los soportes de la tunantada.
En estos días en el que Jauja – Yauyos vibra con los tunanteros bailando, vale la pena dedicarles unas cuantas líneas.
Refiriéndose a la indetenible expansión de esta expresión folklórica – cultural, históricos tunanteros señalan que bailar tunantada bajo el cielo azul de Jauja el 20 de enero es inigualable. Es más, no hay tunantada sin lluvia, pues el agua del cielo bendice a la fiesta.
El verdor de los cultivos, el olor a tierra fresca y los inolvidables e intensos amores clandestinos cubren con su aureola el espíritu de la festividad.
Chapetones, chutos, tucumanos, jamilles, jaujinas, cutunchas, sicaínas, maría pichana y su viejo, derrochan todo su arte en el bailar.
Qué duda cabe que “el huatrila” es un personaje especial que, también, se apodera de la vista del espectador.
Los trajes multicolores y bien presentados, más la música de las orquestas completan el atractivo. Cada año siempre hay un “hit” musical nuevo que se populariza en el baile cadencioso del tunantero y en los oídos del populórum.
Disfrutemos bailando tunantada.
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