Después de diez años recluido en un penal, el médico Carlos Espejo recupera su libertad, pero su vida se ha desvanecido. Su hijo ha desaparecido, su casa ha sido vendida, sus amigos apenas lo recuerdan. En soledad, encuentra a Huancayo una ciudad extraña, donde sin más a qué aferrarse, emprende un viaje en el mítico Tren Macho, guiando a Nazario, un viejo invidente a quien conoció en prisión, y quien va de retorno a Huancavelica, al reencuentro con sus familiares.
“Estuvo diez años en cárcel porque estuvo en un momento, en el lugar equivocado”, dice Luis Ramírez, el actor de reconocida trayectoria que en la película “El Viaje Macho”, le da vida a Carlos Espejo, el protagonista de la historia filmada enteramente en el valle del Mantaro y que el jueves 25 de noviembre se estrenó en cines de Huancayo y el país, después de haberse presentado en el Festival Biarritz de l’Amerique Latine 2021, en Francia.
“Los actores tratamos de escuchar a los directores y de ir hacia esa dirección”, dice el actor Luis Ramírez sobre su papel protagónico en el primer largometraje [Ópera Prima] del cineasta huancaíno, Luis Basurto.
“Ha sido una experiencia importante para mí porque vengo de un trabajo bastante dramático, con mucho movimiento, de expresión corporal, danza”, reflexiona Ramírez porque él proviene del teatro; es exintegrante de Cuatrotablas.
¿Qué ha significado para usted desempeñar el papel protagónico en El Viaje Macho?
La mirada que tiene él tiene [Luis Basurto] es a veces hasta anti dramática, desde el punto de vista del actor. Con el teatro nosotros tendemos a buscar la intensidad. El cine también busca la intensidad, de alguna forma, con la música que pone en los ambientes, etc. En ese sentido, me abrió otra puerta, a una situación, a la vez de fragilidad y tratar de entender este momento en el que está Carlos Espejo, que sale de la cárcel después de diez años y tiene toda su vida perdida, porque la casa está vendida, no está su esposa, no está su hijo y se queda para empezar una nueva vida.
Es un estado de transición. Creo que él se identifica un poco con Nazario. Él es ciego, pero creo que también Carlos Espejo es ciego porque no sabe todavía qué va a hacer, cómo va a reaccionar, aunque de alguna forma es una persona muy serena, lo toma todo con filosofía. No tiene situaciones extremas, no hay patología. Es una cosa que va avanzando lentamente y va tomando cursos. Es muy enigmático. Está lleno de misterios el personaje; la historia misma.
Carlos Espejo es un personaje que sufre una carcelería injusta?
Claro. Es producto de una situación que él ha tenido que pasar. Estuvo diez años en cárcel porque estuvo en un momento, en el lugar equivocado. Fue doctor, porque después de estar en prisión ya no quiso volver a [serlo]; incluso en prisión podría hacer algo, pero tenía un conflicto.
¿Esa prisión injusta cuánto cambió a Carlos Espejo?
Eso está en el misterio. Cada espectador hace también su propia historia. La historia no es obvia, hay muchas cosas que no son develadas. Pero están allí. A la vez está llena de contención. Está contenida pero adentro hay bastante movimiento que no es dramático, es sereno. La obra entra en momentos que uno no entiende por qué lo hace. Porqué acompaña a Nazario. Creo que él está buscando también un compañero y acompañar a una persona ciega lo conecta con su propia necesidad de ver dónde está, qué va a hacer, adónde va a ir. Es empezar de nuevo.
[El Viaje Macho es una película que aborda las consecuencias de la violencia política que vivió el Perú entre 1980 y el 2000. Por ese motivo, el protagonista, Carlos Espejo, pasó diez años de su vida en la cárcel. Tal vez fue uno de los tantos inocentes que purgó condena sindicado por terrorismo, como aquellos que la comisión AdHoc del padre Hubert Lanssiers logró liberar en los años ’90, tras comprobar su inocencia].
¿Ese comenzar de nuevo [de Carlos Espejo] es aplicable a la sociedad post conflicto interno?
Sí. Por su puesto. Pero tampoco es manifiesta. Eso está latente. Creo que el espectador, cada persona que ve [la película] va a sacar su propia historia; incluso su propia dramaturgia.
Se mezcla con la experiencia personal de cada espectador…
La película tiene esta apertura para interpretar situaciones, porque el personaje de Carlos Espejo es también bastante callado, silente. La lucha para mí como actor era ‘no expreses’. ‘Tenlo adentro pero no lo expreses’. Había que contenerlo y eso ha sido para mí un aprendizaje, de ver un modo diverso las cosas, yo que vengo de un teatro del movimiento, de la expresión corporal.
¿Qué siente usted al ser el actor principal de esta película y de otras que abordan las consecuencias de la violencia política?
Hay que mantener la memoria siempre activa. No hay que olvidar los sucesos que han pasado. Muchas historias. Esta etapa está en la historia de la película. Es un viaje macho que cada uno tiene que hacer en su vida. Se llama El Viaje Macho no solo por el tren, sino es algo que se tiene que emprender. El personaje está en este estado de latencia. Como en la escena final que aquí se hizo [en las mesas de ajedrez a la subida del Cerrito de la Libertad]: es un juego de ajedrez, un juego de pensamiento. Uno hace una jugada y ya pasó, no puede volver atrás.
La historia de la violencia indica que ocurre en Ayacucho luego se expande a Huancavelica y de allí a Huancayo. La película que ocurre en el Tren Macho va de Huancayo, el tercer escenario de la violencia, hacia Huancavelica, el segundo. ¿Hay allí un encuentro con la memoria, también?
Ya ves, es una lectura tuya.
Pues, sí
Sí. Hay un montón de temas que están ahí latentes. La película no impone una lectura y eso me parece importante. Pero está allí latente. Hay como señales para descubrir. No hay un manual que te explica cómo es. Desde ese punto de vista sí tiene un drama interior. Lo que pasa es que no está hecho expresivamente dramático. Ha sido un ejercicio para mí, como actor, trabajar así con Lucho Basurto. En Las Colmenas [un segundo largometraje que se estrenará en 2022] también estamos allí. Es otro personaje, otra historia, siempre dentro del mismo contexto que se va moviendo, de problemas sociales, de injusticias y de identidad, de zonas neutras donde las personas a veces están en el vacío. [Es un ] ¿y ahora adónde voy, qué hago? De recomenzar.
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